Más allá del madreo
Vinos con DO León, el rugir de la prieto picudo
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Prieto picudo y albarín (además de mencía en el norte de la región) encabezan el armamento varietal de esta denominación leonesa, cuyo objetivo es ampliar sus mercados tanto dentro como fuera de España. Raquel Pardo
Es una de las denominaciones de origen más recientes de España, pero también es posiblemente una de las más ambiciosas. Y no sin motivo, porque la DO León, como afirma el expresidente (desde 2017 su presidente es Rafael Blanco) de su Consejo Regulador, Pablo San José Recio, es “modesta, pero con grandes aspiraciones”. Unas miras altas que, de momento, les están llevando por el camino del crecimiento comercial a un ritmo del diez por ciento anual. Y unas bases sobre las que evolucionar que se llaman, sobre todo, prieto picudo y albarín. Con ellas, unas armas propias de su territorio y muy poco extendidas en el resto del viñedo español (más de la mitad de la albarín plantada en España se elabora en León y es fruto de viñas centenarias) León es un guerrero más en la batalla por la conquista del mercado español e internacional de vino.
La garra de la prieto picudo
Esta variedad autóctona leonesa es, sin duda, la garra más fuerte con la que cuenta el vino con DO León para competir en el mercado. Ocupa el 70% de las poco más de 1400 hectáreas de viñedo que ampara la denominación, y es la variedad mimada por los viticultores, aunque en las zonas más septentrionales de la región comparte protagonismo con la mencía, la uva más emblemática del Bierzo y de la Ribeira Sacra. El nombre prieto picudo remite al significado de “negro” de la palabra “preto”, o quizás a lo apretado del racimo. Lo de picudo, sin ninguna duda, es por la particular forma ovalada de la baya, que termina en pico.
Por lo rastrero de su porte es por lo que a los vinos de esta región, tradicionalmente, se los ha conocido como “vinos de tierra” y de ahí el nombre de la Denominación, aunque según San José Recio, se propondrá deshacerse de ese “tierra”, que puede crear confusión con una indicación de vino de calidad distinta a la Denominación de Origen. Con o sin tierra, lo cierto es que ese apego al terruño de la prieto se está modificando y conduciendo las plantaciones de la variedad hacia la espaldera (actualmente el 80% se encuentra plantado así), aunque se sigue manteniendo el vaso rastrero propio de esta cepa, lógicamente, en los viñedos de más edad que se encuentran en la comarca de Los Oteros, en el centro de la DO. Pero la prieto picudo es una uva poco productiva y muy sensible a los hongos, y la conducción lejos del suelo no hace sino beneficiar a los vinos que se elaboran con ella.
Los tintos de prieto picudo son, desde el nacimiento a mediados de los 70 de Don Suero, el primer vino de calidad de la entonces futura denominación, el otro punto fuerte de la región junto a los ancestrales rosados. La variedad tiene mucha fuerza tánica y acidez, y las grandes diferencias de temperatura benefician la madurez de los frutos. Por eso se puede decir hoy que León es, también, tierra de vinos tintos, ya que se empiezan a ver bodegas que están sabiendo sacar partido a la uva sin perder su identidad.
Ese “también” es porque, pese a los esfuerzos de las bodegas por avanzar y conocer más de su materia prima para sacarle el mejor partido, el pasado de los vinos de prieto picudo y parte de su presente tiene color rosado. Los llamados “claretes”, elaborados con el viejo (y aún mantenido en algunas bodegas) sistema de madreo (similar químicamente a la maceración carbónica de los tintos, que se lleva a cabo introduciendo racimos enteros en el depósito de fermentación) son también la imagen del vino Tierra de León, que les hace tener una buena posición de mercado en su comunidad, junto con sus vinos blancos (según el informe Nielsen que cita Luisa Denis en el artículo dedicado a Pablo San José de Sobremesa). Los rosados leoneses de prieto picudo son intensos y vivaces gracias a su pequeña proporción de carbónico, aunque también se elaboran según métodos tradicionales como el sangrado.
El tesoro perdido: la albarín
Ojo, no confundir con albariño, aunque también es una variedad blanca. La albarín es la otra baza comercial e identitaria de los vinos con DO León, y prácticamente patrimonio exclusivo, pues apenas se cultiva en la región de Cangas de Narcea. En León los viticultores poseen plantaciones con más de 100 años y algunas bodegas se han volcado en recuperarlas. Orgullosos están de sus recién plantadas diez hectáreas los responsables de Pardevalles, en Valdevimbre, quienes además son los que más superficie plantada con albarín tienen de las ocho bodegas que elaboran vinos con esta uva. Su blanco es una puerta de entrada para aprender cómo pueden ser los blancos de albarín, florales, cítricos y muy frescos, con una mezcla de sabores poco habitual y desde luego más original que la verdejo, otra de las habituales en la zona. Otras como Pricum, Gordonzello o Tampesta, que elabora un blanco de albarín fermentado en barrica realmente interesante, Maneki, dan fe de que la albarín tiene futuro como materia prima de blancos muy bebibles, aromáticos y con carácter.
Algunos de los mejores vinos de la DO León
- Los de Casis, de Gordaliza del Pino. Elaboran mencía, propia de sus latitudes. Su crianza de 2009 es frutal, especiado, suave y muy bebible.
- Los blancos y tintos de Tampesta (Valdevimbre), especialmente Golán, uno de los vinos con más personalidad de la región, elegante, frutal.
- Los tres tintos de Leyenda del Páramo (Valdevimbre), distintas expresiones de prieto picudo con nombres como El Aprendiz, El Médico y El Músico, los dos últimos elaborados con uvas procedentes de cepas viejas.
- Pardevalles (Valdevimbre) elabora, además de albarín, un estupendo tinto de parcela, Carroleón, de una excelente factura, intenso, muy varietal aunque la cosecha 2011 precisa de tiempo en botella.
- El rosado y el tinto Señorío de Los Oteros de la cooperativa Los Oteros (Valencia de Don Juan), una agrupación con medio siglo de vida.
- Los vinos de Los Palomares (Nicolás Rey e Hijos, en Valdevimbre), cuyo enólogo, David Mateos (Vinotecnia) también lo es de la Cooperativa Los Oteros. Destaca un rosado muy varietal y con un carbónico que lo hace muy atractivo.
- Vile, Vinos de León, y su emblemático Don Suero, el primer tinto de prieto picudo con vocación de vino de calidad y guarda.
- Pricum y sus vinos. Es una de las bodegas destacadas de la zona, cuya asesoría enológica dirige un viticultor “autóctono” como Raúl Pérez, con vinos seductores y con carácter.
Dónde tomar Vinos Tierra de León
Sin duda, la capital es la mejor embajadora de estos vinos, que campan por las estanterías de bares a lo largo de los divertidos barrios Romántico y El Húmedo. Imposible vivir ese ambiente sin un vino en la copa.
- Camarote Madrid (Calle Cervantes, 8, León). Decorado con fotos taurinas que muestran la gran afición de su propietario, es una vinoteca popular, con unas buenas tapas de comida casera y una estupenda selección de vinos.
- Nimú Az
otea (Calle General Lafuente, S/N, León) Restaurante de moda en la capital, para ver y ser vistos, con unas preciosas vistas desde la terraza. Platos típicos y autóctonos con una vuelta de modernidad.
- El Capricho (Paraje de la Vega S/N, Jiménez de Jamuz, León). Impresionante la selección carnívora de este lugar, una cueva subterránea típica de la zona y con excelente manejo de la materia prima en las brasas por parte de su cocinero jefe, José Gordón. Para regar sus platos con vinos de la zona, una excelente combinación