Cepa por cepa

La poda, de cerca: un trabajo de selección y precisión

Jueves, 28 de Mayo de 2015

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Compartimos con el personal de Pago de Carraovejas los trabajos de selección en la viña. La poda contribuye a una óptima calidad de la uva, elimina la superproducción y además favorece la sanidad de la planta y su maduración. Mara Sánchez. Imágenes: Álvaro Fernández Prieto

La poda en seco –o poda de invierno– sirve como pistoletazo de salida a una serie de trabajos imprescindibles con el fin de obtener la mejor uva posible. Es el momento en el que se da forma a la viña pensando en la próxima añada, intervención con la que se consigue una distribución más equilibrada de los futuros racimos. En Pago de Carraovejas termina a finales de febrero y da paso a una primera poda en verde por la que comienzan a eliminarse los brotes improductivos de la planta buscando, antes de nada, la sanidad de la uva. De este modo se resta también vigor a la planta, centrando su potencial en los pámpanos que van a resultar más fecundos. En el caso de Carraovejas, explica el director de la bodega, Pedro Ruiz, son labores manuales que se realizan en un momento concreto del año, repasando toda la finca dos o tres veces para que no quede ningún brote que pueda condicionar el equilibrio en la futura disposición de los racimos. Además, al reducir la cantidad de vegetación de la planta se favorecen la aireación y la sanidad, dando lugar a una maduración más adecuada. Tras esa primera criba vienen los despampanados más tardíos, que suponen eliminar nuevos brotes, ahora ya en pámpanos fértiles, impidiendo así que sombreen en exceso al racimo y dificulten su adecuada maduración, perjudicando nuevamente a la sanidad de la uva.

 

[Img #7409]En el momento que se realiza la poda en verde, los brotes pueden quitarse con el pulgar porque están muy tiernos, pues si se diera el caso de tener que utilizar herramientas sería porque se habría llegado tarde. Es muy importante hacerlo en el momento adecuado, ya que dejar heridas en la planta allanaría el camino a enfermedades procedentes de añadas anteriores y complicaría las cosas con posterioridad. Por lo general, se trata de labores que se realizan en épocas similares todos los años, aunque depende del proceso de maduración de la uva y éste siempre está condicionado tanto por el tiempo como por las variedades con las que se trabaja. “En función de ese tiempo haremos una mayor o menor poda en verde, e igual sucederá con el aclareo de racimos, dependiendo de si el año es más seco y caluroso, o más lluvioso. No es lo mismo y el trabajo en la viña, y en cada cepa, tiene que responder a lo que nos marcan esas condiciones”. Es una viticultura de precisión, así lo explica Ruiz; “tenemos suelos distintos, variedades diversas, orientaciones y altitudes diferentes, por lo que cada parcela y cada viña exige un tratamiento propio y adecuado”.

 

El aclareo de racimos es otra de las labores de la poda en verde y se realiza hacia mediados de agosto, coincidiendo con el envero de la uva. “Es entonces cuando quitamos los racimos que consideramos no van a conseguir las condiciones de maduración que queremos, permitiéndonos trabajar así con rendimientos muy bajos en pro de la máxima calidad”, apunta el director de Carraovejas. En su caso, no superan los tres mil-tres mil quinientos kilos por hectárea, justo la mitad de lo que permite el Consejo Regulador de Ribera del Duero.

 

Las bondades de esta práctica resultan incuestionables, si bien es verdad que la poda en verde es una costosa apuesta por la calidad que supone una importante inversión en mano de obra. Existen otras alternativas bastante más económicas como, por ejemplo, emplear productos químicos o realizarla de forma mecánica, aunque como apunta Pedro Ruiz, es un sistema con el que al final te acabas llevando más de lo necesario, y la efectividad no es la misma. “No todas las bodegas se lo pueden permitir, pero la inversión se refleja en el resultado, sin olvidar que es lo mejor desde el punto de vista sanitario para el viñedo y para conseguir la más adecuada maduración, como luego quedará patente en el vino y, evidentemente, en las ventas. Pero además, nosotros no tenemos red comercial con lo que nuestro mayor esfuerzo económico es en viñedo, en bodega y en proyectos de I+D”.

 
 
 

Personal cualificado

 

Para sus ciento sesenta hectáreas, Pago de Carraovejas cuenta con un equipo fijo de dieciocho personas que se ocupa del campo a lo largo del año. Un personal que aumenta con la poda en verde, el aclareo y la vendimia, cuando se suma el apoyo de una cuadrilla externa de otras treinta personas cualificadas y formadas. Dicho esto, los profesionales de la casa llevan en la bodega una media de quince años, conocen perfectamente la finca, las labores que hay que desarrollar y las necesidades o problemas que puede tener cada parcela.

 

 

 
 

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