Bodegas Protos
Carlos Villar: “La clave del éxito son los orígenes”
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El director general de Bodegas Protos hace un repaso de la trayectoria de la primera bodega embotelladora de Ribera del Duero, un recorrido plagado de éxitos y donde se prima la entrega hacia el cliente y sus gustos. Luis Vida. Imágenes: Jean Pierre Ledos
Carlos Villar viene del mundo del vino “de nacimiento” ya que es bodeguero de cuarta generación. Es el director general de Bodegas Protos desde 2009 tras los buenos resultados que consiguió en el departamento de exportación que dirigió entre 2004 y 2008. Fueron años de crecimiento para una marca muy notable entre un consumidor medio que la identifica como la esencia misma del Ribera del Duero. Nacida en 1927 como una avanzada cooperativa de 11 socios en Peñafiel, a día de hoy se ha reconvertido en una sociedad limitada con inversores externos, tiene más de 1.000 hectáreas de viña y cuatro bodegas en la Ribera y en Rueda, con unas ventas de más de cinco millones de botellas al año.
¿Cómo se crea una marca tan potente?
La clave del éxito está en los orígenes. Los viticultores que se juntaron hace 90 años tuvieron en mente crear una bodega de tinte marquista que, en principio, llamaron “Ribera Duero”. Eran gente de profesiones liberales que supieron ir más allá con lo querían para su proyecto y nosotros mantenemos su estrategia. De los siete consejeros actuales, tres son descendientes de los primeros fundadores. Es un negocio que ha ido pasando de padres a hijos y dentro de familias de la misma comarca.
¿Siguen usando en sus vinos aquella marca original Ribera Duero?
Compartimos esta marca, que registramos en 1927, con la Denominación de Origen, y a los dos nos viene muy bien. Cuando se fundó el Consejo Regulador en 1982, nos la pidieron para que amparase toda la zona, así que autorizamos su uso, pero sigue siendo de nuestra propiedad y la usamos para nuestro tinto roble. Como nombre nos quedamos con la etiqueta Protos, que nació para los vinos de reserva y ahora da nombre a todo el proyecto. Es un sufijo griego que significa “el primero”, entendido como el primero de una serie y no en el sentido de líder, que en algunas cosas sí que lo somos. Para nosotros implica mejorar constantemente en todo lo que hacemos.
Éste ser “el primero” puede crear confusiones en cuanto a la antigüedad, ya que Vega Sicilia presume de sus orígenes en el siglo XIX.
Vega Sicilia tiene la etiqueta de vino más antigua, de 1915, pero entonces era un vino de regalo que no comercializaban, sino que obsequiaban a familiares y clientes. Su registro embotellador es posterior al nuestro, que es el número 42 de toda España.
Hablemos de cuestiones de tamaño. ¿Qué dimensiones tiene Protos?
Manejamos unas 1.300 hectáreas de viña para las que admitimos un rendimiento máximo de 5.000 kilos por hectárea. En los años 80-90 hacíamos un millón de botellas, que fueron dos en el año 2000; en 2009 llegamos a cuatro, y después, los años de la crisis nos han venido muy bien, quizás por ser una marca confiable, un valor seguro. Hoy exportamos un 20% que parece poco pero, en realidad, es mucho porque somos especialmente grandes en relación con la zona. Somos la bodega de toda Castilla y León que más vende fuera, con un millón de botellas que van a 96 países. Dos tercios se exportan al continente americano, ya que mucha de la emigración se llevó consigo el recuerdo de una de las pocas marcas reconocidas de aquel entonces, como era Protos.
Este crecimiento ha supuesto un emprendimiento con entrada en nuevas zonas de la Ribera y la apertura de nueva bodega de elaboración, además de la clásica de crianza de Peñafiel. ¿Podríamos decir que los Protos de ahora son vinos-compendio, una especie de genéricos de la Ribera del Duero?
Claramente, sí que lo son. Al principio, toda la uva procedía de viñedos en el área de Peñafiel-Pesquera, en Valladolid, pero hoy el 60% del viñedo lo tenemos en la provincia de Burgos. Cada zona tiene rasgos muy diferenciados y creemos que su combinación, su blend, es muy importante. Como problema, pues que manejamos 1.300 hectáreas con un promedio de una hectárea por parcela. La gran selección la hacemos justo antes de vendimia. Vamos un montón de ingenieros técnicos que hacemos 150 análisis ¡diarios! de todas las parcelas para comprobar su potencial y tener muy separada la uva cuando entre en bodega.
Obviamente, son expertos en manejar estas diferencias de terruños. A nuestros lectores les puede interesar distinguir estas dos zonas principales...
Burgos y Valladolid se diferencian no tanto por el clima como por la estructura de los suelos. En Valladolid obtenemos más elegancia y un potencial aromático muy particular, quizás con algo más de complejidad, pero en la zona de Burgos notamos mucha frescura en los vinos con un pH más bajo y mayor potencia y estructura.
¿Tan importante es la viña para ustedes?
La calidad del vino que va dentro de la botella importa y mucho, más allá de la imagen de marca. Quizá por eso ha habido proyectos grandes, incluso con nombres famosos, que no han tenido tanto éxito. Tenemos muy claro que ser quienes somos requiere inversiones muy potentes, así que el 80% de nuestros beneficios se reinvierten en calidad: un millón de kilos de uva de viñas de más de 40 años, clasificación de los viñedos, selección clonal y de levaduras autóctonas propias… Desde el año 2006 se han invertido más de cuatro millones de euros en I+D, la mayoría en el campo.
Cuénteme algo más acerca de sus investigaciones con levaduras.
Hace cuatro años hicimos una serie de microvinificaciones partiendo de la uva de nuestra finca el Grajo Viejo, intentado desentrañar el árbol genético de sus levaduras, un abanico entero de saccharomyces y no-saccharomyces. Fueron las catas más extrañas en las que he participado. Algunas no eran buenas, pero hemos localizado unas cuantas, muy interesantes, que pueden bajar el pH, aportar un carácter mucho más frutal o aromas a frutos secos. Elegimos cuatro o cinco que inocular e hicimos pruebas en 2014 de las que mandamos muestras a críticos, bloggers y gente del vino. La respuesta ha sido tan positiva que vamos a sacar algo al mercado el año que viene y estamos haciendo este trabajo también con levaduras de verdejo en Rueda y con bacterias lácticas, e investigando los precursores aromáticos: qué dar de comer a las levaduras para que muestren todo su potencial.
Rueda es un tema polémico, la región que menos concilia la opinión de los “expertos” y el gran público. ¿Cuál es su postura?
Cuando llegamos en 2006 teníamos dudas entre Rías Baixas y Rueda, por la que nos decidimos por cercanía y porque nuestro director de enología de entonces había empezado allí con Riscal en el 72. Entonces había muchos blancos súper intensos aromáticamente, de tipo “tropical”, un poco desviados de la variedad. Queríamos tipicidad y no quisimos ir por ese lado; hoy muchas de esas marcas están volviendo para atrás con lo que estamos viendo más vinos genuinos. Igual nos pasó en la Ribera del Duero con los tintos súper potentes y súper maderizados. No te digo que no hagamos micro adaptaciones pero, al final, quien manda y a quien nos mantenemos fieles es al cliente final, quien paga la botella. En Rueda el éxito ha llegado en un tiempo muy corto y eso lleva a cometer errores. Pero es una grandísima zona en la que es fácil elaborar blancos de calidad y cada vez se están haciendo mejor las cosas en cuando a viticultura.
¿Tempranillo y tinta del país son lo mismo?
Claramente no lo son. Tinto país o tinto fino son clones que se han ido aclimatando al terreno tras muchos años, pero en la Ribera y otras zonas, cuando ha habido un boom, se ha plantado mucho tempranillo de otros sitios. Por eso hacemos selección clonal cogiendo cuatro cepas de cada parcela de más de 50 años, que injertamos en un campo experimental para usarlas en nuestras nuevas plantaciones y las de nuestros proveedores.
¿Protos y roble son dos palabras que van unidas?
Todos nuestros tintos pasan por barrica. El 80% de un gran vino es la uva, pero el roble ayuda a estabilizarlo y a hacerlo más complejo y longevo, lo que buscamos.
Nuestra clásica pregunta de cierre: un maridaje que le emocione y que recomiende a nuestros lectores.
Nuestro vino “serio” de precio más razonable es el crianza pero, si estamos en la Ribera del Duero, la estrella es el lechazo asado en horno de leña, aunque cualquier plato casero de cuchara va perfecto con un vino así.
Hemos catado una selección de vinos de Protos ¿Quieres ver la cata?