Santiago Rivas

Querido Robin Food: pegarle al vino es cool

Miércoles, 29 de Enero de 2020

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Andaba yo por Twitter cuando me puse a ver el extracto de un video de mi querido "El Comidista” en el que Mikel Iturriaga estaba entrevistando a un cocinero llamado David de Jorge, AKA Robin Food, el cual, con la actitud relajada que te da "ir con el puntito", se marca 19 segundos en los que es difícil, incluso para mí, soltar más paridas. Santiago Rivas

 

He aquí la transcripción del cringe Díaz Ayuso level.

 

Robin Food:Yo creo que, definitivamente, tenemos que desterrar el puto maridaje de los cojones, ¿No te parece? (Dirigiéndose a Mikel Iturriaga) el puto maridaje de los cojones. Te vas a un restaurante, 20 platitos, 20 vinos que sales con una chuza que dices, no sabes ni lo que has bebido. A ver ¿No me puedo beber una botella de vino desde el principio hasta el final y luego si quiero volver a beberme esa misma botella de vino, seguir con esa misma botella de vino y beberme tres?”.

 

Espectacular.

 

Y sí, sí que puedes, como si te quieres pasar el menú con cerves. Te acabas de inventar un problema, Robin.

 

Pero esto es lo que ha dicho, literalmente. Ahora no empecemos a interpretar lo que creéis que quiere decir.

 

Lo digo porque mucha gente del vino a la que aprecio le defiende al considerar que se refiere a eso de que la mayoría de maridajes ofrecidos por los restaurantes son mediocres o demasiado extensos, mareantes.  Es verdad. También los hay que no funcionan, que son un puro invento, por no hablar de los que yo llamo de “doble velocidad” en los que si va prensa, o similares, sacan botellazas pero luego va un civil y le ofrecen vinos mucho más modestos (y baratos). Estoy de acuerdo con vosotros, compañeros, por supuesto, en eso de que no son muchas las opciones maridadas que merecen la pena.

 

El tema es que David de Jorge no dice eso. Lo siento, winelovers a los que os cae bien, pero es que no dice eso. Tampoco creo, pero esto ya es mi opinión, que sea lo que quiera decir. Lo que dice, os amplío contexto, lo dice mientras le preguntan en la última edición de Madrid Fusión sobre qué tendencias gastronómicas deberían desaparecer en 2020. Y a este cocinero, experto en lo sólido, lo que le molesta es el líquido.

 

Y ahora, ya puestos, voy a hacer otro ejercicio de sobreinterpretación, ya que a esto sabemos jugar todos: yo realmente, pienso que lo que aquí subyace es la idea esa de que a un restaurante se viene a comer y no a beber. Cualquier sobremeser, a poco que haya interactuado con estrellas de la cocina, sabe que para la mayoría el vino, a pesar de ser de lo más rentable de su carta, les incomoda. Y lo puedo entender, en el sentido de que ellos están ahí, dándole a la cabeza, creando platos transgresores de perfectas ejecuciones... para que luego lo que más te guste de “los veinte platitos” sea el Socaire oxidativo o ese Château Rayas noventero.

 

Todos conocemos casos reales de sumilleres que, una vez alcanzado cierto protagonismo, fueron ninguneados o directamente despedidos por el chefstar de turno. Y esto no pasa solo en España, ojo, pero sí que, en España, pasa demasiado. Porque Robin Food no hace una declaración anti-alcohol, en plan "20 vinos es mucho"; él comenta que lo mismo prefiere beberse tres botellas de uno que le guste mucho, y ya. Él lo que desea es que el vino moleste lo menos posible porque está comiendo.

 

Luego, en la siguiente mesa redonda de la enésima feria vínica, me preguntaran por qué el gastro show, que tantos contenidos genera en España con decenas de programas, concursos y realities, no está tirando de la parte vínica. Pues esta es la razón fundamental: un cocinero piensa que a un restaurante se va a comer. Para beber, te quedas en tu casa.

 

Sigo sobreinterpretando. Lo peor es que las chorradas de Mr. Food se aplauden porque se ven como un intento de desenmascarar a farsantes y redundan en la idea de que lo del maridaje es una chorrada y que todos los vinos son iguales. Que rule la sangría. Como si la cocina no los tuviera (farsantes, digo). Como si los menús degustación de la mayoría de locales vestidos de falsa sofisticación, de puro humo con producto caro, no tuvieran enormes deficiencias.

 

Si yo en esa entrevista suelto que lo que a mí me gustaría cuando vaya a Disfrutar (el espectacular restaurante barcelonés) es “desterrar” su menú degustación para pasar a repetir el cuarto plato diez veces y que a ver si cae algún huevo frito con patatas, que es lo que me gusta, todo el mundo me hubiera tachado de paleto, y con razón. Pero lo sueltas del vino, encima, con el agravante de que estos maridajes en su totalidad son opcionales, justo lo contrario que los menús degustación de los michelados, y es todo risas y "ya era hora de que alguien lo dijera."

 

Pues nada, David de Jorge, te declaro persona non grata de la nación winelover, es una distinción muy exclusiva que solo tenía el lamentable escritor Arturo Pérez-Reverte, confesándote además que a mí, tu cocina, me importa lo mismo que a ti el vino.

 

 

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