Rutina
Amanece. Las luces tintineantes de la calle se entremezclan con los primeros rayos que, tímidos, aparecen en un horizonte frío. La calidez de las sábanas invita a quedarse, pero el despertador suena recordándote que el día te espera. Mayte Lapresta
El agua cae sobre tu cara y desaparece entre tus pies. El ordenador encendido, solo hace unas horas que lo abandonaste y de nuevo ante él. Algún mensaje de esos compañeros con los que antes compartías risas y café te recuerdan que siguen allí, que el mundo existe tras la ventana.Silencio absoluto en casa, ropa cómoda y una tostada mordida junto al teclado. Las horas pasan y los pocos momentos de ocio se esconden tras llamadas, videoconferencias, correcciones y maquetas. La vida se entremezcla de manera confusa entre trabajo y descanso. Ya no existe esa separación clara. Todo se parece demasiado y cada jornada es copia casi exacta del día anterior. Los planes se posponen una y otra vez hasta el agotamiento, sintiéndote liberada cuando decides dejar de hacerlos. Los sueños se guardan intactos en un tupper en la nevera para evitar que caduquen, con la firme creencia de que todo esto pasará, como esa entrada para el concierto de junio que decidí no devolver a la espera de que ese mundo nuevo sea como el viejo. Cualquier cosa en el plato para seguir escribiendo al momento. Y de repente, doy la orden a mi cabeza de que vea la botella medio llena. Me despierto y siento los primeros rayos de sol en mi piel, dulces y suaves. Con entusiasmo y antes de que suene el despertador ya estoy disfrutando de un baño de espuma que me relaja y tonifica al mismo tiempo. Labios rojos y un poco de rímel, esa falda que me queda tan bien. Risas en Whatsapp y la pantalla esperando que mis palabras broten armando un fascinante texto que alguien en algún lugar espera de mí. Un rato al teléfono para saber cómo estás, mamá y te cuento ese chiste tan divertido. Leo mi artículo y me siento orgullosa, me abro un buen vino para celebrarlo mientras preparo una apasionante receta nueva. ¡Qué ganas de que la pruebes y me digas qué te parece! Esa película en el sofá cuando termino, abrazados y descalzos bajo la manta. Hablamos de ese viaje que hicimos y prometemos volver cuando se pueda. No hay prisa. El sueño me va acunando, otro día maravilloso ha terminado en esta vida maravillosa la nuestra.
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