Santiago Rivas

Wineloverismo vacacional

Sábado, 24 de Julio de 2021

Ya estamos en pleno verano y eso de andar por ahí en pantalón corto con chancletas, entre baño y baño, os puede llevar a pensar que podéis relajar vuestra actitud winelover. Santiago Rivas

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Pues no. El winelover no deja de ser una especie de samurái del vino, por lo tanto, su disciplina, su metodología, nunca puede andar despistada.

 

 

Se empieza pidiendo un tinto de verano de grifo en el chiringuito de turno y lo mismo a la vuelta de las vacaciones va y te vuelves aficionado a las cervezas artesanales. La vulgaridad se agazapa en cada esquina.

 

 

Menos mal que aquí esta Sobremesa con este texto, a modo de Hagakure vinero, para disgusto y estupor de los que te rodean.

 

 

 

Empiezo:

 

1. Lo más importante, ya que es lo que más puede modificar vuestro comportamiento, es la elección del lugar vacacional: debe existir alguna bodega de cierto prestigio cerca.

 

A día de hoy es muy difícil que esto no ocurra, ya se hacen vinos muy buenos en casi cualquier punto geográfico del mundo.

 

2. A ver, si has decidido irte a Nan Madol, o similares flipadeces de viajador, pues nada: aquí, para ti, se acaba este texto y espero que no me vuelvas a leer. No me caes bien.

 

3. Para todos los demás, insisto: es realmente complicado que en vuestro destino no haya cerca un productor interesante. En España imposible.

 

[Img #19601]Lugares que pueden parecer excéntricos seguramente no lo sean tanto. El Líbano, Islas Azores, Serbia o Rumanía (sin irnos muy lejos) tienen buenos vinos. Por ejemplo, en Kazajistán hay una excelente pinot noir (lo escribo en serio) e incluso en Siria (por si nos lee algún reportero de guerra) hay una bodega más que decente llamada Bargylus que, si no ha sido bombardeada, merece una visita.

 

4. Si, por alguna fatalidad no hay un elaborador de vino cerca, (entendido como a menos de 100km) se te puede convalidar el wineloverismo si visitas a un productor de otro líquido, siempre que tenga alcohol.

 

 

Whisky en Escocia, vodka en Rusía (aunque estos ahora tienen champagne), bourbon en Kentucky, tequila en Méjico, ron en Martinica, sidra en Suecia… esas cosas. Lo importante es que lo que visitéis tenga cierto culto o sea muy famoso y caro.

 

 

5. Ya una vez situados, lo siguiente es buscar una tienda de vino y hacerte amigo del nativo vendedor. Para ello lo mejor es que te acerques todos los días, todos los putos días, a comprar una botella. Esto es muy importante. Aunque te guste mucho lo que veas, compra los vinos de uno en uno o, como mucho, de dos en dos.

 

Así vas aprovechando para felicitarle por su local, su buen gusto, esas cosas. Ya tienes tu primer amigote del culto. Puede resultar útil.

 

6. Es más difícil pero también búscate un winebar. En este caso el término cerca es toda aquella distancia que no tardes en recorrer más de 30 min por trayecto.

 

7. Si has elegido hacer un roadtrip (en español: viaje-infierno), esto es, el viaje en el que cada noche estás en un sitio, toca jugársela. Unos días darás con garitos estupendos a los que no podrás volver porque a la mañana siguiente te vas y otros días caerás en bares indeseables en los que durarás lo justo para cerciorarte de que no deberías estar allí.

 

8. En cualquiera de los casos, si estas a gusto, hazte notar; con respeto, pero para que el lugareño pueda observar que eres un iniciado en el brebaje que esa gente fabrique. Si no lo eres, no lo finjas a ver si te va a caer una hostia. En ese caso, que se te vea interés por profundizar en su cultura. Posteriormente, cuando vuelvas a tu residencia, lo contarás como si hubieras realizado un auténtico estudio antropológico, como si hubieras hablado con todos los de ese municipio, ciudad, nación o continente. Sí, con una cosa que te cuenten vale. Porque lo mismo has dado con el Miguel Bosé del pueblo; pero tú, nada, lo transmites generalizando todo lo que puedas.

 

9. Si donde fueres coincides con amigos que viven allí y estos son ajenos al wineloverismo, que se jodan. Ese encuentro será vinero o no será. Lo mismo se piensa aquí el personal que quedas porque te caen bien o te interesa su vida. Si al final un winelover socializa con otros mamíferos conscientes de su propia existencia para poder pedir más botellas y compartir gastos. Nada más.

 

10. Compra vino para traer de vuelta y así tu winegang podrá comprobar de primera mano las excelencias líquidas de tu localización vacacional.

 

11. Es muy importante que, cuando lo abras en tu casa junto a otros seres humanos, indiques, señales, reiteres, sin descartar gritar (nunca descartes gritar) que lo que has comprado cuesta el triple en España.

 

12. Y muy importante: si los muy hijos de puta van y te sueltan que tus souvenirs no están muy allá, di que eso es porque estas cosas hay que beberlas allí: con el Cáucaso de fondo, con el mar de contexto, entre rugidos de leones y tentativas de golpe de Estado.

 

La gente, y más el winelover, somos lo peor, pero generamos muchas anécdotas.

 

Somos muy graciosos.

 

 

 

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