Almudena Alberca MW

Verano y vulcanismo

Sábado, 08 de Octubre de 2022

Debe de haber una energía especial en las zonas volcánicas. Me atraen... y atraigo hacia ellas a mis seres queridos todos los años una o varias veces en vacaciones. Las zonas volcánicas son fascinantes, especialmente las islas, bañadas por el mar, con montaña, paisajes lunares y un despliegue de vegetación completamente excepcional y apasionante. Almudena Alberca MW

Abundan en ellas un sinfín de cultivos vegetales interesantes; en Sicilia se encuentran pistachos y almendras deliciosas; en Pantelleria, unas alcaparras de infarto y en El Hierro, unos higos y unas piñas que quitan el sentido. Y entre todo este despliegue del mundo vegetal, que es un lujo actualmente y será el lujo del futuro, se puede encontrar nuestra fruta favorita: la uva.

 

En estas islas hallamos muchos de los tópicos que están de actualidad en un equilibrio absolutamente natural. Variedades autóctonas, viñedos en altitud, uvas resistentes a la sequía, micro parcelas, mineralidad y sostenibilidad... Conceptos sin debate, porque nos les ha quedado más remedio que adaptarse al medio natural al que pertenecen.

 

En el caso de las Islas Canarias –tanto por su localización geográfica estratégica, su orografía y climatología únicas– atesora una gran cantidad de variedades únicas en el mundo. Llegaron desde diferentes confines del planeta y llevan siglos adaptándose paulatinamente a unos terrenos muy austeros y en muchos casos muy pobres, sobreviviendo con escasas pluviometrías, como es el caso de El Hierro.

 

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Pequeñas parcelas salteadas en laderas donde casi ningún otro cultivo sería capaz de desarrollarse. Suelos cargados de rocas volcánicas de distinta índole que son capaces de legar su impronta a las uvas.

 

En el Etna y en Tenerife se encuentran viñedos a altitudes de ensueño. Zonas donde el concepto de sostenibilidad se expresa en su globalidad, ofreciendo un medio de vida y supervivencia a los pocos habitantes de estas islas. Pero no es solo una supervivencia para el hombre, también es un cultivo sostenible de cara al medio ambiente donde pocos otros podrían desarrollarse. Viticultura realmente heroica, porque no es solo la pendiente la que está en juego, es la fuerte insolación, los vientos desérticos que azotan a la isla, las escasas precipitaciones, las nubes que sombrean, las brisas frías y húmedas… Y sobre todo el riesgo de erupciones repentinas incontrolables. La vida en su constante devenir.

 

Hasta ahora sus habitantes han cuidado de su entorno satisfaciendo las necesidades presentes sin comprometer las del futuro. Un futuro que quizás si esté amenazado. Sobre todo, por la escasa población y mano de obra (el gran problema actual). Además, el primer factor fundamental de la sostenibilidad es la rentabilidad eco­nómica, si bien en muchos casos no se puede llegar a cumplir por la eterna cuestión de valorar de manera insuficiente al primer eslabón de la cadena.

 

Sin lugar a dudas, se trata de patrimonios que cuidar, conservar y dotar de los recursos necesarios para evitar que se pierdan entornos naturales que nos ayudarán mañana. Quizás deberíamos valorar cómo de sosteni­bles somos como consumidores, cuánto estamos dis­puestos a pagar y cuánto valoramos los vinos que llegan de estas zonas tan recónditas y complejas.

 

 

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