Su historia y la nuestra
"Mi menú es una historia y en esa narrativa hay que funcionar como en una buena novela, con una trama, un desenlace y mucha complicidad con quien te lee”. Así define nuestro cocinero de portada, Eneko Atxa, sus recién emprendidos caminos culinarios. La verdad es que en un plato como en un vino hay siempre una historia detrás, la puedes contar de mil maneras, con diferentes estilos, siempre con el sello claro de su autor y con su personalidad impresa. Hay vinos que despliegan humor, otros intriga, e incluso aventura. Las razones por las que ha ensayado una nueva variedad, la clara influencia francesa en la crianza, siempre se deben a ese pasado que le precede y que quiere trasmitir en su obra. Hay platos con trampantojos para inquietar y hasta parecen querernos tomar un poco el pelo. Hay sabores que expresan las experiencias vividas o aromas que para el cocinero significan paz, infancia, vacaciones. Encontramos vinos que emulan a ese que un día enamoró a su autor o desean perpetuar lo que su padre le inculcó. En la crítica gastronómica, al igual que cuando catas un vino, muchas veces intuimos ese pasado, esa búsqueda de reflejar experiencias vividas, pero es una buena conversación con el creador lo que te permite conocer la verdad y trasmitirla. A veces juzgamos injustamente o al menos no interpretamos con corrección lo que el autor quiere decir. Es por ello importante diferenciar entre lo que sentimos en ausencia de esa información y lo que experimentamos una vez nos narra su cuento, su pasado o incluso sus sueños. Y en ambas batallas estamos, para que cuando ustedes abran una botella o elijan un plato unan su vida a la de ellos, enriqueciendo con cada sorbo y bocado las intenciones iniciales.
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