Deliciosa Suiza
Escápate a Friburgo, la Suiza con encanto medieval
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La pequeña ciudad medieval suiza, puerta de entrada a la pre alpina zona de la Gruyère, muestra toda su belleza a lo largo del serpenteante río Sarine, atravesado por trece puentes que conectan dos márgenes totalmente diferentes. Claudia Navarro
Friburgo. Suiza. Aunque parezca grotesco, en el caso de esta bellísima ciudad de cuento hacer hincapié en el país que la acoge es necesario. Muchos son los que piensan en su vecina Friburgo. Alemania. Y esa confusión no hace bien a nadie. Pero una vez situados en el centro de Suiza, en el cantón de Gruyère, al norte del lago Leman, Friburgo se muestra con toda la belleza y altivez de una gran ciudad universitaria, con zonas muy diferenciadas formando tres grandes barrios siempre vinculados a su arteria, el río Sarine: el casco antiguo, pleno centro neurálgico de la ciudad donde se halla su catedral y el imponente ayuntamiento; la ciudad baja, que cuelga sus casas sobre el río con unas vistas insuperables; y la ciudad alta, la más bulliciosa y cosmopolita, donde el devenir de los jóvenes universitarios y la vida “business” convierten sus calles y su oferta en la más reveladora del pulso de Friburgo.
El tráfico es intenso y las zonas de aparcamiento reducidas, pero ese pequeño caos no resta ni un ápice de encanto a esta localidad medieval donde el agua no solo protagoniza su clima y su gran río (proveedor de excelente pescado), sino que está presente en cada plaza a través de sus fuentes, siempre presididas por figuras bíblicas de gran belleza. Es también el agua la que posibilita un entorno frondoso que te lleva en minutos a adentrarte en boscosas y agrestes laderas, hoces y caminos, todos ellos perfectos para el senderismo. Una buena idea es hacer la que se conoce como ruta de la Cascada donde puedes realizar un almuerzo diferente, pescando tu propia trucha y siendo cocinada en el restaurante Buvette du petit train, un lugar divertido y sencillo donde cultivan sus propios champiñones.
Volviendo a la ciudad a través de puentes como el doble de Zähringen, el maravilloso puente de Berne, cubierto y datado en 1250 o el Puente del Medio, antes de madera hoy ya de piedra, encontramos varias terrazas sobre el río que ofrecen una restauración interesante y unas vistas espectaculares, como Auberge de l´Ange (con especialidad en raclette) o Auberge de la Cigogne (con el chef Christophe Taille en los fogones). Más terrazas sublimes sobre el Sarine las ofrece el Café de la Clef, con una panorámica única de la Catedral de San Nicolás junto al puente de San Juan. Muy cerca y ya en el casco antiguo se encuentra la Place du Petit-Saint-Jean donde el primer sábado de cada mes, de mayo a septiembre, se celebra un alegre mercado de artesanía. A dos pasos se pueden encontrar maravillosas pastelerías como la de Nicolas Bertherin, donde adquirir productos únicos como la mostaza dulce tradicional, conocida como Moutarde de Bénichon (con pera entre sus ingredientes) o sus tartas de nueces y chocolate. El obrador, ya gestionado por la cuarta generación, elabora diariamente sus mousses y sus dulces ofreciendo recetas propias como su especialidad, la tarta Boreale. El Friburgo más moderno se articula en torno a la Grande-Place, muy cerca de las dos grandes avenidas comerciales, Rue de Romont y la Avenue de la Gare y el ambiente universitario tiene su mejor lugar muy cerca del Colegio Saint-Michel –digno de ver por su hermosa escalinata del siglo XV–, en el Café du Belvédère, su lugar de encuentro y una de las mejores terrazas de la ciudad.
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