Salzburgo

Mundialmente conocida por ser la cuna de Mozart, si Salzburgo está de actualidad de nuevo –no solo en España por el estreno del musical Sonrisas y lágrimas, actualmente en cartel en Barcelona– es precisamente porque este año se cumple el 50 aniversario del rodaje del filmeThe sound of music (título original del montaje teatral y de la película) en la ciudad y en sus alrededores, con la actriz Julie Andrews encabezando el reparto. La historia de la familia Von Trapp fue llevada a la pantalla grande por el director Robert Wise, alcanzando tanto éxito de taquilla que es latercera película más vista en la historia del cine. 

Una de las secuencias más recordadas de dicha cinta, que en América Latina fue titulada La novicia rebelde, es aquella en la que la institutriz protagonista canta junto a los siete niños y adolescentes que tiene a su cargo en la colina de Mönchsberg. No extraña que Mönchsberg 32 sea uno de los restaurantes de moda en la ciudad, si a sus vistas panorámicas se le suma la excelente cocina mediterránea del chef Sepp Schellhorn, el “Karlos Arguiñano” austríaco por su popularidad televisiva. Y es que el nivel culinario de Salzburgo habría que calificarlo de sobresaliente, en consonancia con el turismo de estatus alto que visita la ciudad. 

A este respecto, un indicador claro del poder adquisitivo de muchos de los visitantes de Salzburgo es el hecho de que en una localidad de solo 150.000 habitantes (la cuarta de Austria en población, tras Viena, Graz y Linz) haya nada menos que seis restaurantes con una estrella Michelin (Ikarus, Esszimmer, Magazin, Pfefferschiff, Riedenburg y Carpe Diem) y también, por cierto, seis hoteles de cinco estrellas. 

Esta ciudad, barroca donde las haya, también está a la última en gastronomía y prueba de ello es la oferta culinaria del futurista Hangar-7, el buque insignia de la arquitectura moderna del nuevo Salzburgo. Su impresionante edificio de cristal y acero es la tarjeta de presentación del imperio Red Bull de Dietrich Matteschitz, fundador y propietario de la marca de bebidas energéticas, construido con la excusa de un nuevo hangar para su colección de aviones históricos y como base para sus Flying Bulls especializados en vuelos acrobáticos. Localizado en el propio aeropuerto W. A. Mozart, en la “bóveda celestial” del Hangar-7 también se dan la mano dos ofertas complementarias para gourmets: la de la smart food (alimentación inteligente) del chef Roland Trettl en el Mayday Bar y la de alta cocina en el restaurante Ikarus (ver Agenda). 

Al igual que sucede con el denominado Walk of modern art (Paseo del arte moderno), que propone una ruta cultural por los lugares más emblemáticos de la ciudad para descubrir diez piezas de arte contemporáneo, a orillas del Salzach (“río de la sal”) también puede hacerse un recorrido gastronómico por sus restaurantes con objeto de degustar todas sus delicias culinarias, desde entrantes como los clásicos entremeses Hors d’oeuvres (paté de saibling –pescado de los lagos–, gelatina con carne de buey tafelspitz y salmón ahumado con salsa de eneldo) del restaurante Goldener Hirsch, hasta el sabroso gulasch (estofado de ternera con pimentón, a la húngara) del K+K am Waagplatz, cuyo maridaje puede hacerse con uno de los tintos austriacos de la región vinícola del Burgenland. Para el ineludible postre se recomienda el Salzburger Nockerl del restaurante Zirbelzimmer (Hotel Sacher), un suflé con crema de frambuesa cuya original presentación recuerda las tres colinas de la ciudad.