Descanso cortesano en Pirineos

Hotel Palacio del Obispo

Lunes, 02 de Septiembre de 2013

En el municipio oscense de Villa de Graus, junto a los Pirineos, se encuentra un palacio reconvertido en hotel donde buscar y encontrar el relax mediante la lectura, la buena comida y el tratamiento spa. Álvaro López del Moral

A primera vista podría resultar paradójico que cuando uno desea encontrar la paz de espíritu tenga que desplazarse hasta la Villa de Graus, población que, además de ser la capital de la comarca aragonesa de la Ribagorza, puerta de acceso a los Pirineos, cuenta en su libro de haberes con el dudoso honor de haber servido como escenario para el nacimiento del inquisidor más famoso de la historia, Tomás de Torquemada. Pero es allí donde se encuentra elPalacio del Obispo, un exclusivo hotel-spa del siglo XVI cuyo interior ha sido sometido a una intensa remodelación siguiendo a rajatabla los preceptos del Feng Shui, sistema de geomancia que busca la alineación de los espacios simultaneando las leyes milenarias chinas del cielo y de la tierra, con objeto de garantizar una perfecta estancia a sus huéspedes. Situado en pleno centro de este municipio oscense, cuyo trazado medieval fue declarado Patrimonio de Interés Histórico y Artístico por la UNESCO en 1975, el palacio muestra sobre su fachada las marcas de cantería originales del tiempo en el que fue edificado. Inicialmente perteneció a un representante del clero que fue mecenas del escritor Baltasar Gracián –autor de la obra El Criticón, a la cual debe su nombre el restaurante gastronómico con que cuenta el establecimiento–. De aquellos años enigmáticos, llenos de secretos y leyendas, data la nobleza exterior de la mansión y sus ricos artesonados, cuya integridad se ha mantenido con una fidelidad incuestionable.

 

 Sin embargo, el resto del edificio fue reformado por la decoradora Anna Povedano en un singular estilo, que terminó deviniendo en diecinueve habitaciones equilibradas y armónicas, coronadas por un espectacular ático abierto a las montañas colindantes –sobre la confluencia de los ríos Ésera e Isábena– a través de unas grandes cristaleras, cuyo diseño convierte esta estancia en un lugar ideal a la hora de dedicarse al placer de la lectura. Complementando el confort del visitante, el hotel pone a su disposición un circuito termal consagrado a los tratamientos wellness, una sala polivalente y el mencionado bistró, donde el chef J. Gibanel propone elaboraciones a partir de productos de temporada y cuidadas presentaciones, con platos como la Escalibada con cecina ahumada y vinagreta de arbequina, los Medallones de jarrete de cordero al ajillo con carreteras o el Magret de pato a la brasa. Todo ello regado con una selección de vinos de la D.O. Somontano y una escogida representación de referencias nacionales e internacionales.

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