La magia del sosiego
La Demba
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La tranquilidad, el descanso y el sosiego son las enseñas invisibles de esta casa rehabilitada en las cercanías del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en Huesca. Todo ello aderezado con unas pinceladas de arte local. Álvaro López del Moral
Buscar un equilibrio entre la gastronomía, el arte y el tiempo; esta ha sido la fórmula perseguida por sus nuevos propietarios a la hora de rehabilitar la antigua Casa Fumanal, una estructura sostenible y autosuficiente –como casi todas las construcciones de la comarca– situada a las afueras de la localidad oscense de Abizanda, en las proximidades del Parque Nacional de Ordesa y el Monte Perdido. Aunque dotado de horno panificador, cuadras, prensa vinícola y solvencia para almacenar cantidades ingentes de aceite y embutidos, el edificio se encontraba prácticamente en ruinas cuando ellos lo adquirieron. Y la reforma ha supuesto un arduo caminoplagado de sinsabores, con la ilusión y la confianza en su proyecto como únicos acicates. El resultado ha sido La Demba, un dinámico complejo de restauración donde la creatividad y el sosiego van cogidos de la mano, que está actuando a modo de revulsivo para el concepto de ocio tradicional de esta zona de montaña.
Lo primero que llama la atención en el local es su integración en el entorno. La Demba respeta tanto la adecuación ambiental que podría pasar por una de tantas casas fuertes del pueblo, si no fuera porquesu antiguo silo alberga hoy la biblioteca (un alma llena de letras, tal como lo definen sus dueños); las alcobas se han convertido en salas de juego para los niños y se ha recuperado la vieja cadiera, alrededor de la cual los huéspedes conversan a media voz mientras la luz o la niebla van inundando el resto de las estancias a través de la terraza, ideal para iniciarse en el placer de no hacer. Además de tertulias y jornadas temáticas, la vinculación de este establecimiento con el mundo del arte pasa por sus diez dormitorios, convertidos en flamantes salas de exposición gracias a la iniciativa de Jota (cabeza de un colectivo integrado también por Josep, Alfonso, Alejandro, Juan, Soivi, Gica y José), que ha encomendado la decoración de cada uno de ellos a un maestro diferente, dando lugar a una amalgama de espacios con nombres tan sugestivos como Recuerdos de viaje de Joan Tabique, Alegría, Ulula, La Sweet o La sonrisa del agua.
Mención aparte requiere el capítulo culinario, que lleva los preceptos del Kilómetro Cero y la filosofía Slow hasta sus últimas consecuencias. Aquí no se puede tener prisa. Con una cocina muy personal basada en el producto de temporada, donde las verduras ocupan un lugar prioritario, comer en La Demba requiere tener tiempo para digerir, disfrutar y, si se tercia, también para compartir. Porque ese verbo forma parte consustancial del ideario de la casa.
Dirección: C/ Afueras, sn. Abizanda, Huesca.