Viaje austral

Patagonia argentina, recorrido a escala superlativa

Viernes, 11 de Diciembre de 2015

Un viaje revelador: desde Península Valdés a Ushuaia la sensación de aventura se mezcla con la constatación de la certeza de ser algo bastante insignificante en este planeta. Y esta segunda idea acaba imponiéndose… Óscar Checa Algarra

En Trelew es el viento quien recibe al viajero. Esta ciudad de la provincia argentina de Chubut es conocida por eso, por el viento. Sopla de lo lindo, especialmente en primavera; en primavera austral, es decir, de septiembre a diciembre. Así que nuestro viaje por la Patagonia argentina comienza con el pelo revuelto, como si la naturaleza quisiera dejar bien claro que aquí de poco sirven los artificios, convencionalismos y melindres de un mundo civilizado.

 

[Img #9038]Pero pesar de su clima extremo, la estepa patagónica es más un paraíso que otra cosa. Así lo vio también el predicador nacionalista galés Michael Daniel Jones y el resto de miembros de la sociedad colonizadora que exploró este territorio a mediados del siglo XIX en busca de un lugar donde crear una colonia basada en el idioma galés, lejos de la influencia inglesa. Siguiendo ese ideal y, tras el acuerdo con las autoridades argentinas, 153 inmigrantes llegaron a Chubut a bordo del velero Mimosa. Fundaron ciudades como Rawson, Dolavon, Gaiman o Trelew. No fue fácil, pues la región que les habían pintado —similar a las tierras bajas de Gales— resultó ser un desierto semiárido donde iba a ser complicado producir alimentos. Pero el caso es que prosperaron, y hoy sus descendientes siguen aquí, orgullosos de un origen y una cultura que han mantenido y que han sabido explotar también desde el punto de vista del turismo, especialmente en el aspecto gastronómico. La falta de ingredientes propios de la cocina galesa dio lugar a nuevos platos y creaciones como la torta negra, una variante local del bara brith, el típico pan dulce de Gales. Fue y sigue siendo todo un símbolo, y junto a otros productos como mermeladas, pasteles galeses y queso de Chubut, la torta negra se sirve en las casas de té que se encuentran sobre todo en la localidad de Gaiman, a unos 15 kilómetros de Trelew. Volviendo a hablar de esta ciudad, descubrimos que, además de por el viento, es famosa por sus cultivos de cerezas y otras “frutas finas”, que es como aquí llaman a las frambuesas y las fresas.

 

Pingüinos y ballenas

 

[Img #9031]No les fue mal, al fin y al cabo, a aquellos primeros colonos que convivieron sin problema, además, con los pueblos aborígenes de la zona. Levantaron ciudades, trazaron líneas ferroviarias, lograron controlar las inundaciones de los ríos, crearon un sistema de canales para cultivos de regadío… pero aquí, como en el resto de la Patagonia, la naturaleza se impone y el hombre, simplemente, la acompaña. Es algo que se siente ya en las ciudades, pero que se constata de manera rotunda en cuanto salimos de ellas.

 

A unos 100 kilómetros al sur de Trelew, en la costa, está Punta Tombo, donde se halla la colonia continental más importante del mundo de pingüinos de Magallanes. Es una de las numerosas Áreas Naturales Protegidas de Chubut, pero abierta al público. El sendero habilitado para los visitantes está marcado por una empalizada de madera que atraviesa el extenso territorio donde los pingüinos construyen sus nidos directamente en la tierra. Y hay millones. Millones de nidos y millones de pingüinos. Van y vienen de la playa a sus refugios, pelean, se aparean o duermen sin echar mucha cuenta ni a los huanacos que también viven en este territorio ni a los humanos y sus cámaras de fotos.

 

[Img #9033]Hay otros animales que son más curiosos y que, a veces, sí se interesan por quienes van a observarlos. Se trata de las ballenas francas. El golfo Nuevo, al norte de Trelew, junto a la Península Valdés, es uno de los lugares que estos mamíferos marinos eligen para reproducirse y alimentarse. Pasan aquí gran parte del año, de junio a diciembre, momento en que varias empresas que mezclan la investigación científica con el turismo aprovechan para organizar visitas de avistamiento. Estar al lado de una de estas ballenas mientras nadan o saltan fuera del agua es una experiencia que no se olvida fácilmente. Y lo mismo ocurre al contemplar algunas de las colonias de elefantes marinos que llegan hasta las playas de Península Valdés durante todo el año. Se debe hacer a distancia y guardando silencio, lo que da a esta actividad un aura medio mística, ascética. Aquí todo es solemne e imponente, y nuestro asombro pronto se transforma en una fulminante necesidad de comunión con la naturaleza.

 

El fin del mundo

 

[Img #9032]La verdad es que ya sea un llano en la estepa, un valle rodeado de montañas o un lago cuyas orillas no alcanzamos a definir, aquí todo es superlativo, imponente y solemne, lo que además de asombro produce recogimiento y una fulminante necesidad de comunión con esa naturaleza sobrecogedora. Esa sensación se va acentuando según avanzamos hacia el sur, hacia Tierra del Fuego. El nombre completo de esta provincia es Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, lo que refleja la latitud donde nos encontramos, justo en el extremo sur del continente americano, a punto de caernos del mapa.

 

Este fue uno de los últimos territorios en ser explorados, por lo que la sensación de autenticidad aflora en cualquier lado. Es lo que ocurre, por ejemplo, en Tolhuin, un pueblo que se fundó hace poco más de 40 años junto al extremo oriental del lago Fagnano y que recuerda al Cicely de Doctor en Alaska. Si en la serie el bar de Holling, el Brick, era el centro de la vida social, en Tolhuin esa categoría bien podría pertenecer a la Panadería La Unión, que sirve también de cafetería y lugar de encuentro de los vecinos. Empanadas, alfajores, facturas (cruasanes, napolitanas y otros productos de bollería), panes, chocolates… Difícil escoger entre tanta variedad.

 

Tolhuin vive de la explotación maderera, pero también del turismo. Un turismo poco convencional y alejado de las masas, pensado para los amantes de la naturaleza. Las rutas a caballo son uno de los mayores atractivos de la zona, y es una actividad interesante pues nos pone en contacto con la cultura criolla, con los gauchos. Esta comunidad celebra de manera periódica espectáculos donde sus miembros demuestran su destreza como jinetes, y participan en fiestas y desfiles como el que tiene lugar cada año para conmemorar el día de la fundación de la ciudad. En estas reuniones se suele preparar uno de los platos tradicionales de la gastronomía patagónica: el cordero “a la estaca”, elaborado con corderos de menos de un año que, una vez preparados y abiertos, se asan al fuego durante tres horas.

 

[Img #9037]Ushuaia, el último destino de nuestro viaje, sí recibe más visitantes. Estar considerada la ciudad más austral del planeta es un imán suficiente para atraerlos, pero además posee atractivos de sobra que justifiquen el periplo hasta este “fin del mundo”. La naturaleza y la Historia son los más destacados. Desde el puerto de Ushuaia salen a diario excursiones en barco para recorrer el mítico Canal de Beagle, en un itinerario que incluye islas donde viven cormoranes y lobos y leones marinos, y otras como la que alberga el Faro Les Eclaireus, que es el símbolo de Ushuaia.

 

[Img #9036]Y ya en tierra, hay dos excursiones que no pueden faltar: la visita al antiguo Presidio de Ushuaia y el viaje hasta el Parque Nacional Tierra del Fuego. Ambas escapadas están relacionadas, pues cuentan la historia de la fundación de la ciudad con el levantamiento de una prisión a donde enviaban a los presos más peligrosos y cómo estos eran obligados a trabajar en la recolección de madera para construir las casas y para calentarse en los largos inviernos. La madera se transportaba en un tren a vapor cuyo trayecto se ha recuperado parcialmente como atractivo turístico. Es el Tren del Fin del Mundo, que se adentra, como decíamos, en el Parque Nacional Tierra del Fuego, un lugar en el que las montañas, ríos, lagos, bosques y turberas continúan recordándonos el poder y la belleza de nuestro planeta.

 

 

 

Churros rellenos

 

[Img #9034]Lo último que se espera uno encontrar casi a las puertas de la Antártida son churros, pero ahí están. Emilio Sáez regenta la Panadería La Unión, en Tolhuin, y sabe hacer churros porque viene de familia panadera y española. Sus padres son andaluces, de Málaga, aunque él nació en Argentina. El azar lo llevó hasta este pueblo y a montar esta tienda donde vende pan, pasteles tradicionales y churros rellenos de dulce de leche. Ligeros no son, pero van perfectos para almacenar calorías cuando el frío aprieta por estas latitudes.

 

 

 

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