César Serrano

Los gustos y los caminos

La memoria de Obélix

Domingo, 03 de Diciembre de 2017

Los zapatitos de Cristian Sánchez Muñoz muestran enormes dentelladas en la piel, hechas por el tiempo y el paro, y sus punteras, con las suelas despegadas, parecen la boquita de los peces en el último aliento. César Serrano

Hay risas en el patio del Antonio Machado, gritos de “¡pásala, pásala!”, gritos de “¡gol!”, palabras malsonantes, machadas, rubor entre los púberes, empujones y crueldad, tanta crueldad casi como aquella que Narciso Ibáñez Serrador nos mostrara en su isla blanca y polvorienta de Almanzora. Cristian Sánchez quiere escaparse de aquellos gritos, de los empujones, de las amenazas que lo tienen atenazado hasta sentir el golpeteo de un deseo, el de irse para siempre con su abuelo Narciso Muñoz.

 

A Cristian Sánchez Muñoz le gusta la lectura, tal vez por el silencio de las bibliotecas, tal vez porque le permite viajar de los rincones de la tristeza a los paisajes de Emilio Salgari en países lejanos y sentir con fuerza el perfume penetrante de las especias en guisados desconocidos. También le gustan los días de la escuela y los recreos del petit Nicolás junto a sus amigos, pese a la mirada turbia de Caldo, o caer en la marmita de la poción mágica del druida y desde ahí acudir al patio del Antonio Machado y arrinconar a los sucios romanos que tanto gritan, que tanto le empujan, le zarandean en medio de un impenetrable corro de risas groseras y aspavientos llenos de burlas y amenazas.

 

Entonces, en ese instante del silencio de las bibliotecas, acude a la marmita del druida y crece y se hace fuerte y capaz de acabar con aquella partida infame, y se siente en casa de la abuela Satu frente a una humeante sopa de ajo que convierte en un poderoso elixir frente a los sañosos.

 

Fue un día en que su madre le llevó a la mesa aquella sopa de la memoria de la abuela cuando sintió la fuerza de Obélix tras caer en la marmita, y le habló, le habló a la madre del dolor en el Antonio Machado. Lloró, lloró también la madre, y juntos formaron una patrulla heroica frente a aquella muchachada del mal, que ahora, impotentes frente al coraje, no eran más que un puñado de mocosos incapaces de contener el llanto. Miró hacia lo alto y en el primer piso, en uno de sus ventanales, la imagen de la cobardía y de la simpleza de don Serapio, que con un pañuelo parecía como siempre secarse el sudor de su sebosa cara. Regresó a la mirada de la madre y una enorme sonrisa se extendió por todo el patio, supieron que habían ganado.

 


 

Sopa de Ajo

 

Ingredientes

 

  • 4 dientes de ajo
  • 100 g de jamón
  • un chorro de aceite
  • una cucharadita de pimentón de La Vera
  • huevos
  • pan asentado
  • agua y sal

 

Elaboración

 

Doramos unos ajos picados y añadimos el jamón picadito, la cucharadita de pimentón y el pan en láminas muy finas. Dejamos sofreír un minuto y añadimos agua y sal. Hervir unos cinco minutos. En los platos o cazuelas donde vayamos a servir la sopa habremos quebrado un huevo que cuajara al verter la sopa muy, muy caliente.

 

 

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