Tradición destilera

Descubrimos el universo Flor de Caña, ministerio del ron

Miércoles, 13 de Diciembre de 2017

Viajamos a Nicaragua, un país exuberante repleto de vida y volcanes, para conocer el origen y la elaboración de un producto centenario, uno de los grandes rones de América Central, que se puede disfrutar en España. Luisa Denis. Imágenes: Archivo

En un mundo globalizado y altamente competitivo, resulta ya poco habitual encontrar marcas que mantengan cotas de institución pública en sus países de origen. Sucede generalmente en la industria o las finanzas. Por ejemplo, con las zaibatsus japonesas o con organismos como el QNB catarí; como también en zonas geográficas concretas de ciertos estados, muy influidas en su tejido social por ciertas corporaciones (Mercedes en el land alemán de Baden-Württemberg, Coca-Cola en el estado norteamericano de Georgia…). Dadas las características de dichas empresas, sorprende más si cabe que en Nicaragua, esta incidencia sociocultural provenga de la marca Flor de Caña, una compañía ronera. Quizá el motivo haya que buscarlo en la naturaleza tropical de los poco más de seis millones de ciudadanos de un país que, desde su independencia, ha existido a caballo entre el conflicto y la alegría de vivir, entre el duelo y la celebración. No habrá establecimiento en el país en el que no encontremos el destilado; mientras la presencia de la marca en emplazamientos publicitarios de todo sino y condición supera con creces a productos de telefonía o alimentación. Cierto es que esta empresa no es una singularidad industrial, sino que forma parte de la Compañía Licorera de Nicaragua, a su vez integrada en SER San Antonio, una de las empresas de Grupo Pellas, el holding más importante del país –que prácticamente genera el 15% del PIB nicaragüense-, involucrado en sectores de bienes raíces, banca, publicidad, informática, medicina o biocombustibles, entre otros; y cuyo principal accionista es Carlos Pellas, quinta generación de la empresa familiar en el país, conocido como “el rey del azúcar”.

 

[Img #13481]La génesis de esta marca alcoholera hay que buscarla en 1890, cuando el aventurero y empresario Francisco Alfredo Pellas Canessa, de origen genovés y primer miembro de la familia en Nicaragua, implantó la tradición festiva de celebrar el fin de la cosecha en sus cañaverales con una modesta producción de espirituosos. No obstante, no sería hasta el año 1937 que llegarían al mercado doméstico los primeros rones de la casa. Los mensajes publicitarios primigenios –no por nada Nicaragua fue la cuna del poeta modernista Rubén Darío– se desplegaron a través de ingeniosos poemas, aunque los nuevos tiempos y la expansión internacional de sus productos han involucrado a la marca en el patrocinio de actividades como el boxeo, el béisbol, la pesca deportiva o el golf, así como en campañas irónicas, baste recordar el ácido copy de la agencia de publicidad Ogilvy & Mather: “Nuestro ron es madurado durante al menos cuatro años. Tiempo suficiente para cinco gobiernos, 11 huracanes y un 300% de inflación. Lo bueno de Nicaragua”.

 

A partir de la Revolución Sandinista de 1979 y durante los años 80, la compañía decidió guardar sus existencias, sin comercializarlas, lo que a la postre significaría disponer de una de las mayores reservas mundiales de ron añejo. En los 90, la destilería se reestructuró y comenzó a hacerse notar en los mercados extranjeros y a lograr reconocimientos internacionales. Mauricio Solórzano, embajador de la marca con 20 años en la compañía, dice que si tuviera que regalar el orgullo de su país en una caja, pondría en ella “dos tabacos nicaragüenses de grandísima calidad, una bolsa de café de altura gourmet, una botella de Flor de Caña 25 años y Azul de Rubén Darío”.

 

Procesos

 

[Img #13479]El ron tiene un meritorio duodécimo puesto en las exportaciones nicaragüenses, solo por detrás de mercancías más consolidadas o de primera necesidad como el oro, la carne, el café, el azúcar, el maní o la pesca. Es, por tanto, un producto muy relevante, cuya producción implica a un gran número de habitantes del país.

 

La elaboración de estos rones comienza en sus cañaverales propios, como el masivo ingenio de San Antonio, en el municipio de Chichigalpa. La compañía opera sobre un total de 43.000 hectáreas de terrenos cultivados de caña, en los que trabajan cerca de 8.000 personas, buena parte de ellas dedicada a la cosecha manual, una de las fuentes de trabajo más importantes de la zona. Una vez tratada, de la caña se obtiene, entre otros subproductos, melaza, el ingrediente fundamental de los rones no agrícolas (los agrícolas se elaboran con jugo de caña). La melaza entra en un proceso de fermentación con agua y levadura. El resultado esta transformación pasa luego por cinco destilaciones (en método continuo), algo poco habitual en el mundo de los espirituosos. Así se obtiene un alcohol de alta pureza, sin trazas de azúcar. Este ron recién nacido se guarda en barricas de bourbon. Los maestros toneleros de la casa las arman con roble blanco americano y las sellan con fibra de plátano. Durante la maduración (que tiene un mínimo de cuatro años) no se aportan aditivos ni se añaden azúcares, y jamás se emplean mezclas de distintas añadas llegado el momento del embotellado.

 

[Img #13478]Las características geológicas de origen volcánico (la planta de añejamiento está próxima al volcán San Cristóbal) y el clima de la zona generan una indudable influencia en la maduración del ron. La casa ha denominado durante décadas su proceso diferencial de envejecimiento con la palabra compuesta slow-aged. La temperatura tropical, las corrientes de aire de la zona y la elevada humedad relativa del aire consiguen una interesante complejidad organoléptica en el producto final, resultante de los procesos de intercambio entre barrica y líquido, aunque también provocan que la “parte de los ángeles”, la conocida merma por evaporación alcohólica de los destilados en barrica, sea mucho más generosa. Si bien el efecto de la climatología de los trópicos está más que probada en el mundo del ron, cabe señalar que aporta resultados excelentes en otro tipo de destilados con ciertas similitudes, baste citar, por ejemplo, el whisky taiwanés Kavalan, uno de los mejores del planeta y que guarda poderosas analogías con el método productivo de Flor de Caña.

 

Estos rones son, por así decirlo, un derivado de la potente industria azucarera del país, pero su presencia omnipresente en el mercado local y su exitosa proyección internacional los convierten en el icono comercial más conocido de Nicaragua, hasta el punto de resultar indispensable en la industria turística, de la que forma parte de manera activa, ya sea con sus distintas expresiones mercadotécnicas como a través de espacios hosteleros, tal es el caso del resort Mukul, uno de los mejores alojamientos de la Costa Esmeralda.

 


 

 

 

[Img #13482]Nutrida parentela

 

La marca está presente en más de 40 países en cinco continentes, entre ellos España. Sus productos son 25 años, 18 años y 12 años, en su gama más alta; 7 años Gran Reserva, 7 años Reserva y 7 años Gran Reserva 90 Proof, en su gama media; y 5 años Añejo Clásico, 4 años Añejo Oro, 4 años Añejo Extra Seco, 4 años Añejo Extra Lite y 4 años Añejo Ultra Lite (los dos últimos no están disponibles en España), en su franja inferior. Las graduaciones varían según el país de destino: en España alcanzan los 40º, mientras que en Nicaragua quedan en los 35º. El ron de 30 años no está comercializado, sin embargo se pueden degustar muestras de barrica en la visita a la planta de añejamiento.

 

 

[Img #13480]Reciclaje, reforestación, compromiso...

 

La marca es la principal donante de APROQUEN, la Asociación Pro Niños Quemados, organización sin ánimo de lucro que presta servicios médicos gratuitos a niños que sufren de quemaduras y a niños con labio leporino. Asimismo, colabora con el fondo de becas de la INCAE Business School, escuela de negocios líder en Latinoamérica, y con la American Nicaraguan Foundation en su lucha contra la pobreza. En el marco medioambiental, la empresa cuenta con uno de los programas de reciclaje más avanzados de la región, emplea  energía 100% renovable (que utiliza el bagazo de la caña como biomasa) en su entorno productivo y siembra 50.000 árboles cada año.

 

 

 

 

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