Mayte Lapresta

Comer,

Rosa rosae

Sábado, 04 de Mayo de 2019

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La vie en rose, ver la vida en color de rosa. Huir del blanco y del tinto para dar la bienvenida al color. Y qué tono hay más favorecedor, divino, glamuroso y primaveral que el rosa. Mayte Lapresta

De repente nos hemos acordado los españoles de que existen unos vinos maravillosos, sutiles, elegantes y apropiados para casi todo que se llaman rosados. Repentinamente, la Provenza se convierte en paraíso y ejemplo a seguir. Y nos hemos dado cuenta de que nuestro país reúne algunos de los mejores rosados del planeta.

 

Hemos redescubierto Cigales, prestado atención a Navarra y reivindicado más rosado en todos los rincones. De la noche a la mañana hemos roto prejuicios y aceptamos unicornio como animal de compañía, permitiendo añadir dos –o tres– cubitos de hielo a un vino rosa palo, empolvado, pálido, enagua, salmón, papel cebolla, maquillaje o como quieras llamarlo… eso sí, en copa Riedel, que no hay que pasarse.

 

O por el contrario rosa fuerte, fresa, frambuesa, grosella, de tonos vivos, brillantes y audaces, que no les dé vergüenza ruborizarse en público. Desde uvas tintas pero también con la compañía sabia de variedades blancas al estilo de los claretes de toda la vida. Con aromas florales o frutales, dulces o especiados, herbales o golosos. Incluso puede que todos ellos.

 

Y lo tomamos de aperitivo. Lo servimos con arroces. Le damos tiempo a expresarse con las carnes de ave. A veces prolongamos su vida con los postres cítricos o exóticos.

 

Hemos caído irremediablemente en la tentación rosa. Jugosos, brillantes o mates y sutiles, sin duda es el nuevo color del verano. Y también del invierno. ¿Por qué no?...

 

Tiembla Côtes de Provence.

 

 

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