Qué se cuece
Gdansk y la región de Pomerania, la miscelánea polaca

Visitamos la ciudad de Gdansk y algunos rincones insospechados de la región polaca de Pomerania. El resultado de tantos influjos es un hermoso eclecticismo con memoria. Rescatamos los lugares más pintorescos del viaje. Saúl Cepeda. Fotos: jean pierre Ledos.
El vaivodato polaco de Pomerania tiene algo de vaso coctelero. Esta región geoestratégica, cardinal en su acceso al mar Báltico, ha vivido agitada desde sus confusos orígenes territoriales, cuando la tribu eslava de los pomerani, “los que viven junto al mar”, se asentó en la zona.
A partir de entonces, sucedieron muchas cosas: las entretenidas y características visitas vikingas –al fin y al cabo, les venía a mano la zona–, al estilo de la serie de televisión, que en este caso dejaron para la leyenda la inubicable fortaleza de Jomsborg; la vocación expansiva del Sacro Imperio Romano Germánico, que encontró en esta región una de sus últimas fronteras, o los conflictos intestinos entre duques polacos que tanto juego daban en las novelas del premio Nobel Henryk Sienkiewicz; la peculiar costumbre de los Caballeros Teutónicos de echar una mano para luego invadir a aquellos a los que ayudaban; el Ostsiedlung alemán en la zona y el auge de la Liga Hanseática; el desplazamiento de los wendos casubos –hoy, más una comunidad cultural que una etnia eslava– hacia el este; la deslocalizada Guerra de los Treinta Años, que bien mordió esta zona; la anexión a Suecia, la posterior conquista prusiana y los cambios de fronteras que tendrían lugar tras la I Guerra Mundial; la fallida Sociedad de Naciones y la Ciudad Libre de Danzig, que no tardaría en subyugar la Alemania nazi en su temible búsqueda de Lebensraum; la devastación de la II Guerra Mundial y la “liberación” por parte del Ejército Rojo; o la capital importancia de la zona a la hora de que el país abandonase la influencia del bloque soviético y sea el miembro de pleno derecho de la Unión Europea que es en la actualidad. El resultando de tan inmensa y esquizofrénica evolución histórica combina la riqueza cultural con la confusión estética, en un hermoso eclecticismo en el que todo elemento visible parece manifestar alguna clase de memoria ancestral o mensaje ideológico.
Dualidad
Hoy, Polonia contiene dos Pomeranias, una sin apellido y otra occidental. Nos alcanza aquí para visitar una parte de la primera, empezando por el denominado Trójmiast o Triciudad, que comprende las principales urbes del norte de Polonia: Gdansk –capital de la región, recientemente nombrada Premio Princesa de Asturias de la Concordia–, Gdynia –localidad marinera en la que se celebra el festival de cine más importante del país– y Sopot –un lugar a medio camino entre la decadencia monumental de Cannes y el trasiego lúdico de Benidorm–, cuya densidad de población supera el millón de habitantes.
Solidaria y divertida
Gdansk –la antigua Danzig, que Günter Grass recreó con maestría en una trilogía de novelas– es quizás el punto más interesante para iniciar este viaje. Crucial en la historia reciente como génesis del movimiento sindical polaco encabezado por el político y Nobel de la Paz Lech Wałesa, líder de la huelga de 1980 en el rotundo astillero Lenin de la ciudad portuaria y padre de la federación obrera Solidaridad, se trata de una ciudad acogedora y divertida, cuyo casco antiguo contiene una enorme riqueza arquitectónica. El acceso terrestre a la zona histórica viene precedido de rotundos ejemplos de urbanismo comunista o de algún centro comercial de nuevo cuño que oculta los perfiles ancestrales de la villa, pero más allá de las complejas fotogenias, Gdansk invita a la inmersión callejera. Bajo la vigilancia de una imponente grúa medieval reformada del siglo XIV, el nuevo waterfront de la desembocadura del Motlava ha recuperado los antiguos graneros y tinglados –de fachadas indudablemente holandesas y asentado sobre las estructuras que permitieron convertir una marisma pantanosa en ciudad– para crear una efervescente zona residencial y comercial que integra con elegancia estructuras cuatricentenarias y el diseño del siglo XXI. Cuna de ilustres personalidades como Farenheit, Hevelius o Schopenhauer, la esencia culta de la ciudad concita tres universidades y numerosas escuelas y academias superiores, coadyuvante claro de una animada vida nocturna.
Senderos secundarios
Con Gdansk como punto de partida y a algo más de 100 kilómetros a la redonda, podemos tomar la carretera y disfrutar de la riqueza rural de los condados de Koscierzyna, Wejherowo y Rada Miasta Słupsk, en el que cada carretera secundaria cuenta una historia.
Agenda
Dónde comer
Gvara (en Gdansk) Agradable restaurante, próximo a la Basílica de Santa María, en el que probar los típicos pierogi, ravioli-empanadillas muy habituales en la cocina polaca. 15€.
Stary Browar (en Koscierzyna) Interesante edificio multiusos que consta de hotel, pizzería, centro comercial, pub-discoteca, fábrica de cerveza, centro de convenciones y restaurante de cocina casuba. 20€.
Ewa Zaprasza (en Wejherowo) Minimalista restaurante de carretera con coloridas y barrocas elaboraciones. Ubicado en Sasino, cerca de la reserva natural de Mierzeja Sarbska. 25€.
Restauracja Café Polskie Smaki (en Sopot) Parte del Hotel Sheraton, situado justo frente al popular muelle de Sopot –cuyo acceso es de pago (unos 2€)–. Especializado en cocina casuba revisada. 25€.
Dónde dormir
Fama Residence (en Gdansk) Céntrico y cómodo alojamiento en plena Puerta Dorada de la ciudad, en una de las principales calles peatonales. En el pintoresco club aledaño hay actuaciones en directo. Desde 60€.
Dolina Charlotty (en Słupsk) Muy cerca de la hermosa localidad que da nombre al condado se erige este espléndido resort rural que cuenta con un correcto spa, un pequeño zoológico y hasta un refugio de focas. En su calendario, destaca el festival musical que celebran cada año en verano y que ha traído a las mayores estrellas mundiales del rock. Desde 100€.
Villa arenque (en Zagroda Śledziowa) La Granja de Arenques de Ustka, condado de Słupsk, es un peculiar espacio dedicado a esta forma de conservar y consumir pescados clupeidos. Sus impulsores no solo manifiestan un conocimiento enciclopédico sobre el tema –conocimiento que preservan en su pequeño museo–, sino que cocinan exclusivamente deliciosas elaboraciones de arenque con gran oficio y elegancia. También dirigen un B&B cuyas habitaciones transmiten la estética de una Polonia comunista idealizada.
El Osada Burego Misia o Asentamiento del Oso Gris de Kościerzyna es un proyecto solidario dirigido por el padre Kuba bajo los principios del religioso y activista Bogdan Jański. En él trabajan medio centenar de personas con discapacidad en la elaboración de productos de origen agropecuario, como son diversos tipos de queso. A poco más de 100 kilómetros, en Słupsk, está el apiario Wędrowna Barć dirigido por la alegre Grażyna Onisiewicz, una mujer cuya pasión son las abejas –a las que se ha consagrado– y la producción de miel y otros derivados apícolas –como la jalea real o algunos peculiares licores melosos– de forma completamente artesana.
En la destilería Podole Wielkie producen aceite de colza y vodka a granel, lo que les da la tranquilidad financiera para elaborar vodkas con añadas de patata y un proceso de destilación que ofrece amplios matices organolépticos y una personalidad única a cada producto de su breve catálogo. Son reivindicativos sobre el origen polaco del vodka de patata y ecológicos en la alimentación energética de su complejo productivo, que funciona con biomasa.
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