Santiago Rivas

Dinero

Miércoles, 12 de Febrero de 2020

Originalmente conocida como “Money: A Suicide Note” es una divertidísima obra del autor Martin Amis. Santiago Rivas

La novela se basa en la locura que fue para el escritor la experiencia de ser guionista de una película de ciencia-ficción, Saturn-3, pensada para mayor lucimiento de Kirk Douglas, aquí presentado como una estrella de comportamiento extravagante, sumamente empeñado en aparecer desnudo en cualquier escena de la peli. Es muy graciosa, la novela.

 

En España se renombró como Dinero, y por eso hoy me sirvo de ella para rendir tributo al Sr. Douglas (ya solo nos queda Olivia de Havilland) y para hacer una reflexión de cómo los civiles, y muchos profesionales, se relacionan con un vino cuando su precio es alto. 

 

¡Ah! y vamos a definir como "alto" al  precio que está por encima de los 300 euros. Es que, si no dejo claro esto, seguro que más de uno considera precio alto 25 euros o alguna tiesez similar. El personal, gente del sector incluida, confunde el coste de la botella con la calidad de lo que hay dentro, y dicen mucho eso de “este vino no cuesta 500 euros”. Ya. Ni ninguno.

 

Vamos con teoría (sí, ya lo siento). 

 

Acudimos al mercado hipotecario y a cómo se tasa una vivienda para que una entidad de crédito (que más tarde o más temprano, quebrará) te preste, en euros, un porcentaje del valor que otorga un profesional llamado tasador. Cualquiera que haya ojeado una tasación inmobiliaria verá que hay dos valores fundamentales a la hora de tasar una vivienda. El primero es el valor de reemplazamiento, coste de reemplazamiento o reposición. El valor de reemplazamiento bruto de un inmueble es la suma de las inversiones que serían necesarias para construir, en la fecha de la valoración, otro inmueble de las mismas características (capacidad, uso, calidad… etc.) pero utilizando tecnología y materiales de construcción actuales. El valor de reemplazamiento neto es el resultado de deducir del valor de reemplazamiento bruto la depreciación física y funcional del inmueble en la fecha de la valoración. Esto, aplicado a vino, sería lo que cuesta hacer una botella y ponerla en el mercado. Yo he preguntado mucho por ahí y he encontrado cierto consenso entre diferentes profesionales del sector que me han comentado que no existe un vino cuyo coste de reposición sea superior a 50 euros.

 

Ninguno. En todo el mundo. Eso dicen. Sí. Ni un DRC.

 

Como podéis intuir, el capitalismo, por muy social que sea, no se mueve gracias a los costes de reposición y, más allá de la información que brinda este baremo, no sirve de gran cosa. Por tanto, abordemos el que sí maneja el mundo y el que yo creo que distorsiona nuestra manera de acercarnos a estas referencias: el valor por comparación. Este se determina comparando los datos de inmuebles similares al que se tasa y ese mismo inmueble y equiparando las diferencias existentes. Evidentemente, para hacer esto se tienen que dar una serie de condiciones, como que haya con qué comparar, es decir, si alguien va a tasar una propiedad en medio de la nada (en plan mansión chunga de un relato lovecraftiano) solo se podrá recurrir al primer método. Pero en el vino sí que hay, mucho, con qué comparar. Y es ahí donde veo que la mayor parte del consumidor (y sector profesional) patina utilizando la frase “no veo justificado el precio de este vino” porque es muy caro, sin prestar atención a cómo de buenos son los vinos de su segmento.

 

Hace no mucho, en una comida de prensa a un bodeguero, le criticaron que tuviera una referencia de 300 euros y otra de 1200 euros diciéndole que eran muy caros y que cómo lo justificaba, y aquí el hombre para mí también erró al argumentarlo por la vía del coste de reposición, es decir, recurriendo al coste de los cuidados de la viña o los materiales utilizados en el diseño de la botella y, claro, esto solo lleva a contaminar el debate. Porque el hecho de que a un crítico algo le parezca caro es irrelevante, pero que el elaborador argumente que "ojo a la viña", casi más.

 

Si alguien saca un vino a 300 euros, el ejercicio que hay que hacer es compararlo con las referencias que llevan décadas costando 300 euros (no vale compararlo con invents), teniendo en cuenta la inflación, claro, y si el vino en cuestión está a ese nivel, o parecido, pues bien hecho, y si no, querido bodeguero, me dan igual tus costes, tus cristales Swarovski, tu viña bicentenaria, prefiloxérica y autoconsciente.

 

Lo que tienes que dar es el mismo nivel que un Vega Sicilia. Y  si hablamos de un vino de 1200 euros, hay que estar al mismo nivel que un Château Margaux.

 

Luego ya el mercado, por efecto Lindy, te pondrá en tu lugar, pero que el precio mal tirado no estaba. Por eso, desde aquí animo a los diferentes bodegueros a subir el precio de sus vinos top y de poca producción. Da prestigio al resto de la gama y, total, si no lo venden, siempre se lo pueden beber con los amigos.

 

Hasta aquí la clase de hoy en valoración de cosas, sobremesers.

 

Muchas de nada.

 

 

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