Santiago Rivas

Encerrado

Miércoles, 25 de Marzo de 2020

Hay un chiste salvaje pero muy ingenioso de Chris Rock, de los mejores cómicos ever, en el que cuenta que Nelson Mandela aguantó 27 años de torturas diarias en una celda y al salir, no tardó ni seis meses en divorciarse. Santiago Rivas

 

Fue más llevadero estar encerrado en una celda de seis metros cuadrados que convivir con su cónyuge un rato. Es muy bueno. Traigo esto a colación porque ahora somos nosotros los que estamos encerrados: solos, con mascotas, con pareja, con amigos, o en el infierno en la Tierra, con niños. Pero como dice Chris Rock: hay cosas peores. Y es que más que el encierro, lo que nos está generando un estado de ansiedad, de desesperación potente, es la incertidumbre.

 

No sabemos cuánto durará esto ni cómo acabará, es una situación sobre la que no tenemos ningún tipo de control; vamos, como siempre. Los seres humanos somos mamíferos con una gran tendencia al olvido, de ahí los antivacunas, y con una no menos gran capacidad para creer que tenemos algún tipo de incidencia en lo que nos pasa diariamente. Puedes hacerlo todo mal y que te vaya de lujo, y viceversa. Puedes ser un perfecto inútil y tener una vida muy exitosa, todo es más una cuestión de contexto que de habilidad; cuestión de azar.

 

Yo nací en 1979. Por lo tanto, he vivido una tentativa de golpe de Estado, la caída del muro de Berlín, la desintegración de Yugoslavia (con algún genocidio de por medio), la de la URSS, el 11-S, el 11-M, la crisis de 2008, Leo Messi, el Brexit y ahora esto. En mis 40 años de existencia han desaparecido aerolíneas, aseguradoras, bancos y países. De hecho, estamos en marzo de 2020 y ya he visto morir a una mega estrella del baloncesto, y el F.C. Barcelona ha tenido que fichar a un delantero del C.D. Leganés porque se ha quedado sin atacantes.

 

No sé si os dais cuenta de que, que todo vaya normal, es bien raro. Por eso, uno mismo tomarse en serio es un error; creerse que todo lo bueno que te pasa es gracias a lo fantástico de tu talento…es una idiotez. Por eso hay tanto idiota.

 

La vida es ya compleja…y siempre lo fue. Pero ahora mucho más, tan conectada a todos los niveles que su volatilidad ha devenido en explosiva. Por ello, a poco que lo penséis, deberíais tomaros este encierro como una oportunidad. Una oportunidad que tarde en olvidarse. Una oportunidad de no creeros tan buenos ni tan malos, de no frustraros, de ser conscientes de que somos unidades de vida muy frágiles al servicio de una naturaleza superior anti frágil; y lejos de ser una visión pesimista, es la mas optimista que se me ocurre.

 

Estos días estoy colgando en redes vinos de más o menos nivel, sobre los que el personal me pregunta si están buenos, que tiene otro de no sé qué año y que si los abre o espera. Si esperan, me dicen. No, no esperéis. Abridlo todo, todo lo que podáis. Alguno estará joven. Pues sí. Pero eso que aprendéis. Y no lo digo por una invocación del carpe diem, no, esas paridas no me pegan nada. Lo digo porque dentro de todo este contexto hay aspectos que sí controlamos, y uno de ellos es la esquilmación total de nuestras bodegas. Siempre estamos guardando, esperando al momento óptimo, al suceso, a la celebración, al cumpleaños, a la efeméride. Pues ya la tenemos.

 

Hay que abrirlo todo. No ya como homenaje a los que de esta ya nunca podrán, sino porque cuando salgamos, cuando eso pase, la industria del vino va a necesitar de todos para salir de esta. Va a necesitar que vuestras cavas se queden vacías para que podáis reponerlas y volver a jugar al cuando la abro.

 

Agricultores, bodegueros, distribuidores, tiendas, bares, restaurantes. Todos ellos van a necesitarnos, y nuestra manera de ayudar es la más sencilla y divertida, y la que mejor se nos da: beber, beber y beber. Algo que tiene la gran ventaja de poder hacerse sentado. Y salir, salir y salir, así nos da el sol que yo me estoy quedando muy pálido, aun más de lo normal.

 

Intentad que esto se os olvide lo más tarde posible.

 

Valorad todo, todo el rato.

 

 

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