De ti el sabor
“Los días de octubre siempre son los días que más belleza traen al valle”, afirma con contundencia Marisa Riolobos Izquierdo mientras con la mirada recorre las laderas, los bancales y las gargantas en¬cendidas del amarillo de los alisos. César Serrano
“Sí –dice–, el otoño es un regalo para los sentidos en el Valle, es el tiempo en el que maduran las reinetas, en el que los membrillos se llenan de luz, las granadas se muestran seductoras desde sus perlas carmesí; son los días en los que manan los primeros vinos… Fue en uno de esos días de vino nuevo cuando supimos de la embriaguez de los besos”.
De una de las tinajas manaba un vino embocado que casi a escondidas se llevó a los labios. Era el primer beso del vino. Después vendrían más y más besos, y ahí, el abandono, las ensoñaciones, el dejarse llevar por una sensación que le era nueva, desconocida, como desconocido fue también el dulzor que le trajeron los labios de la prima Alicia cuando, con una delicada sutileza, los posó, también besados por el vino, sobre los de ella. Después de esa primera caricia cálida y transgresora sintieron que sus miradas ardían como arde la fragua del herrero. Y se bebieron, se bebieron a besos. Y reían entre el rubor, el miedo y una dicha que palpitaba en sus corazones, que sentían desbocados. Después, las despedidas silenciosas, las mejillas sonrojadas, las miradas que iban y venían hacia la culpa, hacia la vergüenza, el pecado inconfeso. También un largo viaje a una desmemoria donde querían encontrar un olvido que se les negaba de tanto fuego. El tiempo nunca logró apagar aquella memoria de los besos del vino, tampoco la distancia, la universidad, los hijos…
“El otoño –insiste Marisa– es un tiempo maravilloso, con él llegan las primeras lluvias, los últimos frutos, el vino…”, y arrobada mira a Alicia, que siente cómo sus mejillas se encienden con esas palabras intencionadas.
–¡Ay, el vino! Nuestro primer beso tras tantos años llegó también con ese vino embocado –. Fue años después del definitivo viaje de Alonso y tras decirle Alicia adiós a Germán, el aburrido notario.
–¿Recuerdas? ¿Recuerdas lo que te dije cuando nos besamos de nuevo, cuando acudí a ti? –.
–Que te parecía que el beso tenía la suavidad de los brioches, la fuerza de las reinetas asadas y la ardiente tahona –.
–Y tú te reías –.
–Y tú me buscabas. Me decías que siempre soñaste el sabor de nuestros besos prohibidos con sabor a vino –.
–Y a fresas –.
–Y a pucheros perfumados de hierbabuena –.
–Y a dulces recién salidos de las panaderías... –.
Manzanas reinetas al horno
Ingredientes
- 4 manzanas reinetas
- azúcar de caña
- 2 palitos de canela
- 1/2 vaso de agua
Preparación
Descorazonamos las manzanas. Con un pincel untamos el hueco con zumo de limón y las colocamos en la bandeja de hornear; rellenamos el hueco del corazón con el azúcar y medio palito de canela; llevamos al horno, previamente calentado a 150 grados; vertemos el vaso de agua sobre la bandeja y horneamos durante 25 minutos.
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