Análisis del análisis

Andaba yo perdido, sin un tema interesante sobre el que escribir para entreteneros y formaros -que os hace muchísima falta-, y va y me topo con los resultados de una encuesta realizada por la UE (así, en general, parece ser) para “tener una perspectiva más clara de las preferencias de los consumidores de vino europeos e, incluso, su grado de conocimiento de algunos aspectos relacionados con la cultura del vino”. Fantasía. Santiago Rivas
Que empiece el espectáculo.
El tema se despeña en la primera curva. Y es que donde dicen consumidores de vino europeos solo se refieren a Francia, Alemania, España y Reino Unido (se ve que para esto no están de Brexit). El hábito polaco, danés, italiano o austríaco, entre otros, les es indiferente. Aquí solo importan los países que las hayan montado muy gordas en los últimos 600 años. El resto son Estados parguela.
Vamos ya con ciertas conclusiones.
Una es que los británicos piden por varietales. La que tenemos nosotros aquí liada con las zonificaciones: que si vino de villa, de municipio, de paraje singular o de código postal pijo... Y va un inglés y lo resuelve pidiendo “verdejito” fresquito. Los anglosajones es que siempre han sido gente un poco asquerosa, porque resulta que también están muy en contra de los vinos de fresqueo, ya que no les gustan los vinos de graduaciones contenidas. Y ¡atención!, que los franceses se unen a esa tendencia.
También es muy gracioso que lo que más les preocupa a los alemanes no es si es Grand Cru, la crianza o los puntitos de las guías. No: ellos lo que quieren es que las etiquetas contengan referencias a la salud. Ahora les importa la salud a estos. Te montan dos guerras mundiales en el s.XX, pero se ve que en el s.XXI, lo que les preocupa es si los vinos llevan sulfitos añadidos. Mátame camión.
Luego ya, en conjunto, resulta que el 58% bebe vino una vez a la semana. Esto no sé si implica probarlo, beberse una copa, si hay que abrir una botella o si el vermut vale. Nunca sé si el vermut entra en estos estudios.
También cuenta la investigación que en España básicamente solo se bebe tinto, mientras que en los otros tres países también aparecen con cierto nivel de consumo rosados, blancos y espumosos. Yo aquí creo que la pregunta estaba mal planteada, ya que, si preguntas a un español, no es que solo tome tinto, es que solo considera vino al tinto. Lo demás son otras bebidas. De hecho, muchos -y esto lo digo totalmente en serio- ni saben que el espumoso es vino.
La siguiente conclusión es que todos los habitantes de estos países están tiesos, ya que el precio es el mayor criterio de compra. Ahora entiendo que las revistas en las que escribo siempre me estén pidiendo rankings #tiesosfriendly. Luego ya que si DO, variedad, graduación o “naturi”, pero primero que sea baratito.
Es muy gracioso el momento en que este informe se vuelve contradictoriamente autocomplaciente (algo muy de la UE) al resaltar que los consumidores están muy contentos con las normas de etiquetado UE. Claro, marichochos: si os están diciendo que ni la miran, que lo que quieren es que sea tinto y barato. Salvo los alemanes, que es cierto que lo quieren tinto, barato y que no te deje ciego o muerto. Estos lo mismo si se fijan más. Luego, en un ejercicio de xenofobia bastante jeta, los encuestados dicen que los vinos no europeos son putapénicos. No te jode, lo quieren barato, de Nueva Zelanda y bueno. No puede ser chavales, que Chile está muy lejos y aun yendo en Ryanair no salen las cuentas.
En esta, los franceses profundizan señalando que también los vinos europeos dan pena. Yo es que soy muy fan de esta nación. En otra vida tuve que ser Robespierre o Asterix o algo así.
Y ya la conclusión definitiva del estudio es que los europeos tenemos nuestras cosas, pero somos bastante majetes, salvo los británicos, que no solo se han dado el piro de la UE, sino que no tienen ni idea, ni ganas de tenerla, sobre vino. Siempre en cuestiones de alcohol fueron más de empirismo que de teoría.
Por último, lo mejor de todo: todas estas conclusiones orientadas a dar una idea útil sobre los hábitos y tendencias de consumo en Europa se han hecho preguntando a 2105 seres humanos. No es ya que no hayan encuestado a todos los países miembros. Es que, de los cuatro elegidos que suman unos 265 millones de habitantes, han sabido ver su idiosincrasia vinera preguntando al 0,000007943% de su población.
La encuesta cuñada.
Quiero echar el CV en la empresa que la ha realizado y entrar por la puerta grande diciendo que en esos bares de carretera donde veáis camiones se come bien, que hago una paella los domingos que flipas, que me hago Madrid-Gandía en coche en dos horas y que te han timado, te hayas comprado lo que te hayas comprado, te han timado.
Todo de cerca es cutre, venga de donde venga.
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