Espíritu de las islas

Caribe, un mar de rones

Lunes, 18 de Agosto de 2014

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Las islas caribeñas albergan una riqueza cultural fruto de multitud de mezclas, bañadas por un mar azul profundo, aglutinador de uno de sus productos más emblemáticos: el ron, tan diverso, tan suyo, tan auténtico. Raquel Pardo

La industria del ron emplea en el Caribe a más de 100.000 habitantes, y forma parte de su cultura, una cultura que es fruto de la mezcla: de razas, de culturas o de paisajes; y una bebida como ésta no podía tener mejor hogar que las islas que pueblan dicho mar, surcado por navieros ilustres y piratas despiadados (a veces, al mismo tiempo) hace siglos, hoy sustituidos por enormes barcos de compañías turísticas, de los que suben y bajan constantemente visitantes en busca de diversión. 

 

Una combinación de factores, con el cultivo de la caña de azúcar como eje, ha hecho de estas tierras el paraíso del ron por excelencia, donde cada producto, además de identificar la región donde se produce, lleva con orgullo la etiqueta de “ron caribeño”. 

 

[Img #4877]Es precisamente esta identidad común la que llevó en los 60 a fundar la Asociación de Productores de Ron y Espirituosos de las Indias Occidentales (WIRSPA en sus siglas en inglés) para crear un sello de calidad de los rones producidos en el Caribe y defender los intereses comerciales de los países miembros del CARIFORUM (agrupación de diálogo económico con la Unión Europea a la que están adheridos los estados de Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, República Dominicana, Granada, Guayana, Haití, Jamaica, St. Kitts-Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam y Trinidad y Tobago). Este marchamo tiene un nombre de lo más descriptivo, Auténtico Ron Caribeño (ACR en sus siglas en inglés), donde el adjetivo “auténtico” tiene un sentido más que amplio.

 

Santa Lucía, emblema de autenticidad

Una de las islas productoras de rones con sello ACR y que refleja de forma cristalina el carácter caribeño y la personalidad de sus rones es Santa Lucía, sede de la última asamblea anual de la WIRSPA, celebrada en mayo pasado. Es un pequeño paraíso repleto de montañas y vegetación cuya imagen más emblemática son las montañas Pitons, dos conos de origen volcánico situados en la bahía de Sufrière, en la zona meridional. Las Pitons son la inspiración de la bandera santaluciana y también la imagen de su ron nacional, Chairman’s Reserve, producido por la única empresa ronera de la isla (St. Lucia Distillers), fruto de la fusión en los 70 de dos destilerías, una situada en Dennery y la otra en el valle del río Roseau, ubicación de la actual sede de la compañía.

 

En ella un equipo de unas 140 personas elabora varias marcas además de las variedades de Chairman’s Reserve, algunas de las cuales son del gusto (y el consumo) locales. La destilería cuenta con alambiques de columna y de cobre, claves ambos para conseguir una mezcla particular de rones premium que se exporta a diferentes países del mundo, sobre todo a Europa, el principal foco de interés de los rones caribeños. 

 

La materia prima del ron es exclusivamente caña de azúcar, un tesoro que, sin embargo, no se cultiva en muchas de las islas del Caribe, que se proveen de la producida en República Dominicana y Guayana, principalmente. En Santa Lucía la caña llegó en 1700 y se mantuvo, con toda una industria azucarera alrededor, hasta los 60, y desde entonces es Guayana el país exportador del jugo de caña y las melazas de las que se elabora el ron.  

[Img #4878]Pero existe un interés creciente entre los productores del sello ACR por cultivar su propia caña y proveerse, al menos en parte, de ella; un plus de autenticidad que sumar a la alta calidad de sus productos. Aunque ahora no se defiende el “terroir” en los rones, ya hay quien sí lleva a gala destilar jugo de caña extraído de sus propias plantaciones. Es el caso de los dominicanos Barceló, o de la casa Macoucherie, de Dominica, cuyo cultivo es, además, ecológico; o de los rones de Barbados elaborados por Larry Warren en la imponente St. Nicholas Abbey, una antigua mansión jacobina rehabilitada por este arquitecto y su familia para elaborar rones artesanales destinados al sector premium.

 

St. Lucia Distillers también se ha rendido a esta tendencia y desde hace cinco años cultiva cinco acres (poco más de dos hectáreas) en las proximidades de la destilería, con tres variedades distintas de caña para comprobar si sería viable elaborar el ron con su propia materia prima. Un equipo de seis personas trabaja duramente cuidando del cultivo y recolectando, durante la estación seca (de enero a abril) las cañas para extraer el jugo. Para el director de mantenimiento y flota de la destilería, J. André Winter, esta apuesta experimental, en caso de salir bien, abrirá nuevas puertas para emplear más operarios y contribuir al desarrollo de la región, cuya base es agrícola (con el plátano como cultivo estrella, que destronó a la caña).

 

Asunto de mujeres

La destilería santaluciana está gobernada por Margaret Monplaisir, una de las más de 20 mujeres directivas del sello ACR, según el director de marketing de la WIRSPA, Neil Morris. Monplaisir se ha criado a los pechos de ST. Lucia Distillers, ascendiendo a lo largo de los años a base de estudiar en sus horas libres e irse formando para ocupar puestos directivos. Para ella, madre de tres hijas, no ha sido fácil llegar hasta donde está, pero se muestra afortunada por haber podido simultanear su formación con el trabajo y considera que el equipo masculino la respeta como a cualquier jefe. En la destilería trabajan además otras mujeres en diferentes puestos de responsabilidad o en aquellos que requieren un cuidado más minucioso, como es el caso de embotellado y etiquetado, donde hay doce féminas ocupándose de que cada botella salga al mercado en perfectas condiciones.

 

También Angostura tiene una considerable cuota femenina; destacan su directora ejecutiva, Genevieve Jodhan, y la responsable de las mezclas de sus rones, Carol Homer-Caesar; mujer es también la entusiasta directora de marketing de Hampden Estate, de Jamaica, Christelle Harris, cuya familia está empezando a elaborar marca propia de unos rones realmente originales y al estilo de los primitivos rones caribeños, sin crianza en barrica y con una fermentación mucho más lenta de lo habitual. La empresa familiar de Belice Traveller’s Liquors también cuenta entre su cuerpo directivo con la hija del fundador, Amanda Perdomo, pero la lista de mujeres anónimas que contribuyen a desarrollar la industria ronera es mucho más larga.

 

Destino Europa

El continente europeo es el principal mercado actual para los rones premium del Caribe, una condición que también influye en el carácter de los productos que se elaboran en el entorno caribeño. La competencia con whiskies de alta gama y cognacs parece condicionar el perfil de algunos de sus rones, que buscan, y encuentran, similitudes en aromas y sabores. Sin perder su identidad, muchos de sus productos más cuidados encuentran puntos comunes (madera, toques ahumados, sequedad en el trago, seriedad, elegancia) con sus hermanos europeos.[Img #4876]

 

También Europa, y sobre todo el scotch, parece haber contagiado la tendencia a utilizar barricas que antes han contenido diferentes vinos, y en muchas destilerías ya se hacen experimentos con maderas que rezuman aromas de Oporto, Pedro Ximénez o vinos de Sauternes. 

 

No ha de extrañar esta práctica, teniendo en cuenta el pasado de estas islas, conquistadas y perdidas y vueltas a conquistar por franceses, ingleses, holandeses, españoles… cuya historia se ha ido labrando a base de asimilar un enorme mosaico de influencias con el fin de hacerlas propias.

Puedes ver la cata de rones caribeños con sello ACR aquí.

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