Pulso al consumo nacional de estos vinos

Vinos de Jerez ¿Por qué no se beben más?

Lunes, 09 de Junio de 2014

A pesar de su prestigio, en lo que a su consumo se refiere siguen siendo los grandes ausentes de nuestros bares y restaurantes ¿Qué tienen estos excelentes vinos que no acaban de conectar con el público español? ¿Por qué no se beben más? Paz Ivison

Desde luego no es debido a su escasez. En términos generales, y en estas últimas tres décadas, las bodegas del Marco tenían generosas existencias de los mismos, lo que obligó a reducir los viñedos productores a su tercera parte, siendo actualmente su superficie de tan sólo 6.821 ha. Rioja y Jerez son las dos denominaciones de origen históricas de nuestro país, y la primera multiplica por diez el número de hectáreas de viñedos de la segunda.

 

Podría explicarse esta ausencia de consumo habitual si estuviéramos hablando de vinos de escasa producción, como podrían ser los del Jura francés, con los que comparten ciertas características en alguno de sus tipos, como la crianza bajo velo de levaduras. Pero no es el caso, puesto que, lamentablemente, de vinos estaban repletas las bodegas del Marco.

 

El motivo de este artículo es tratar de reflexionar, en la medida de lo posible y con la inclusión de opiniones de diferentes personas, sobre el consumo nacional de jerez, como bien apunta la entradilla; no a las ventas en mercados externos. La vocación exportadora que desde su nacimiento marcó al Marco –valga la redundancia–, contribuyó sin duda a que se descuidaran a los clientes españoles frente a los extranjeros, detalle que puede explicar el desconocimiento y el poco hábito de consumo que de ellos tienen los nacionales.

 

Madrid sólo es un aeropuerto
Lógico. Para muchos bodegueros jerezanos, como hace años bien expresaban, Madrid era sólo un aeropuerto, motivo por el cual no cabe esperar que el territorio nacional se rindiese a su consumo. En mi modesta opinión y siempre generalizando, durante los felices años del sherry, que fueron bastantes, el jerez parecía ser un vino elaborado para los extranjeros. El consumidor español casi no existía más allá de fiestas de índole andaluza. Y lo más grave de todo, es que tampoco en días normales, es decir, sin ferias o acontecimientos muy relacionados con el sherry, ni siquiera los ciudadanos que habitan en la zona productora son consumidores habituales. A la primera de cambio, se decantan por un vino blanco no generoso, o por un tinto. Y, por supuesto, después de haber consumido las correspondientes cervezas.

 

Llegados a este punto recuerdo mis muchas ferias de Jerez en las que, en cuanto el sol se pone, la copa cambia. Salvando excepciones, por supuesto, no es fácil encontrar en las noches jerezanas, que conozco perfectamente por haber nacido y pasar parte de mi vida allí, a personas que sigan bebiendo fino, amontillado, oloroso… Parece que de repente, cuando llega la noche y se encienden las luminarias, todos consumen otro tipo de bebidas que en la mayoría de los casos no tienen nada que ver con sus vinos, viñedos o espirituosos (véase el Brandy de Jerez, que bien valdría, y bien vale, como bebida larga mezclada –mixología, como dicen ahora– con otras).

 

En mi última –penúltima, hay que decir, como manda la tradición del lugar– estancia en Jerez, he preguntado a varias personas, especialmente jóvenes de menos de 25 años –tampoco les he solicitado el carnet de identidad– el porqué no tomaban jerez. Entre las respuestas que me dieron: “es que no enrolla. Es caro, no sirve para la noche”. ¿Y para el mediodía?... “Bueno, en feria unas copillas sientan bien” ¿Y si no estamos en feria?... “Tronca, que no tomamos aperitivo, eso es de gente mayor”. Pero tomáis una cervecita… “Eso es otra cosa. Un fino tiene más alcohol y es cabezón”. Pero si luego te tomas tres pelotazos de ron con Coca-Cola, o con whisky que tienen mucho más grados… “Claro, eso mola. Es otra cosa”. Destaco la opinión de uno de ellos, que dijo con estas palabras: “El fino es cosa de señorito, es anticuado”. Pero seguro que a tu chica le encanta el Pedro Ximénez “¿Quién es ese tío? No me des la brasa…”

 

No mola entre los jóvenes
Para la juventud jerezana, el jerez no “mola”. Ya lo han leído. Y entre jóvenes menos “botelloneros” tampoco mucho. Exceptuando las personas que trabajan en bodegas o en temas directamente relacionados con ellas, los jerezanos no conocen bien sus propios vinos ni tampoco los consumen. En términos generales no saben la diferencia entre un fino y un amontillado, un oloroso o un palo cortado… (comprendo que esto ya es más complicado de entender…)

 

Si hablamos de jóvenes en general, no ya locales, para Ernesto Gallud, Consulting Export de Vinos, y organizador de las Vinoquedadas entre la mocedad, “para una persona joven española toda la simbología clásica o tradicional y costumbrista tiene muy poco valor, justo al contrario que en los países anglosajones. En España es difícil presumir de bandera (salvo que ganemos un mundial) mientras en Inglaterra o en Estados Unidos, es un orgullo. Jerez simboliza un vino clásico, ligado a las grandes familias y formas de consumo elitistas. Al menos es lo que comentan los jóvenes en las reuniones donde se les ofrece. Vinos que son entendidos como viejos, que no envejecidos. Pero como en todo, siempre hay excepciones. La posibilidad de mezclarlos, invita a probar mixturas de menor grado alcohólico (más cerca de la tendencia actual) que se consumen en momentos de disfrute con los amigos, y celebrando. El rebujito en Sevilla y el pilicrim en Córdoba, son claros ejemplos”.

 

Para Jesús Barquín, cofundador del Equipo Navazos, que tanto ha hecho para colocar el Jerez en los restaurantes más famosos del mundo, “los vinos de Jerez van asociados en el imaginario colectivo de los españoles a prejuicios poco favorables para su éxito entre las personas relativamente jóvenes, que son el sector clave para lanzar (en este caso, relanzar) las ventas de cualquier bien de consumo. Los viejos consumidores van decayendo. Me parece que muchas personas, especialmente jóvenes, asocian los vinos del Marco a los toros, el flamenco, el señorito andaluz, la copla, conceptos e ideas que, por mucho que sea absurdo meter en el mismo saco, ni mucho menos identificar necesariamente con rancios tiempos pasados, resultan una barrera difícil de remontar. Para superar los prejuicios, es necesario un esfuerzo de conocimiento, que a su vez no es posible sin una mezcla de apertura y curiosidad intelectual, que siento tener que decir que no abunda precisamente en los tiempos que corren”.

 

Para Beltrán Domecq, enólogo y presidente del C.R.D.O. Jerez, existe otra causa que hace desestimar su elección: “En los bares los vinos de jerez resultan mucho más caros que los equivalentes en vinos blancos o tintos, que te sirven en mayor cantidad, en mejor copa...”

 

Ni jerez ni otros
Víctor de la Serna, periodista, columnista de El Mundo y editor responsable de elmundovino.com: “En mi opinión, la causa principal es muy sencilla: en España se consume muy poco vino en general, de cualquier tipo que sea, debido al alejamiento de las jóvenes generaciones de un producto que carece en nuestro país del prestigio y del carácter ‘aspiracional’ que tiene en muchos otros. Y en tales circunstancias, un vino muy diferente de lo habitual y que requiere un poco más de formación y de sensibilidad para apreciarlo, sufre todavía más que los demás”.

 

Porque es bien cierto que estamos ante unos vinos que hay que conocer, son los grandes desconocidos… “Educación, educación y educación” repite César Saldaña, Secretario del C.R.D.O. Jerez.

 

“Son vinos difíciles, un reto para los sentidos que han de procesar notas amargas, notas saladas, aromas y sabores infrecuentes, mucho menos accesibles de entrada que la abierta frescura de un vino blanco afrutado…. Vinos que exigen trabajarse el aprendizaje. Nos encontramos de nuevo con la barrera de unas generaciones cada vez más adaptadas a una cultura del mínimo esfuerzo, incluso en relación con lo que nos echamos a la boca”, añade Jesús Barquín.

 

Ferrán Centelles, durante 11 años sumiller de elBulli, hasta su cierre y delegado en nuestro país de Jancis Robinson, una de las damas más influyentes en Inglaterra, por supuesto, y en todo el mundo, abunda en este tema: “El jerez es un vino que necesita más conocimiento y entrenamiento. Su gusto es delicioso pero no es fácil, lo que puede alejarlo de ciertos paladares. Al consumidor le falta información. Por ejemplo, yo echo mucho de menos la fecha de embotellado para así realmente conocer el grado de frescor del vino. Las desilusiones más grandes me las he llevado por no conocer este dato”.
“Hay que tomar medidas de emergencia ante la catastrófica situación del consumo de vino en España”, como dice Pau Roca, Secretario General de la FEV (Federación Española del Vino) para quien el jerez, además, está muy poco disponible… “En Madrid aún se puede, pero en Barcelona o en San Sebastián lo más seguro es que te miren sorprendidos y con cara de estar haciendo algo anormal. A un joven le preocupa y le molesta mucho salirse de la normalidad. Lo primero que hay que conseguir es que se considere normal beber una copa de jerez antes de comer, con un pincho en cualquier sitio, la barra de la universidad, cualquier restaurante mediano, en la oficina.... ¿por qué ofrecemos un café en la oficina a la una de la tarde? En su lugar deberíamos ofrecer por costumbre una copa de jerez…. Si nos creemos que vamos a ocupar las comidas con una secuencia de distintos vinos de jerez, ahí nos equivocamos. El jerez es para el aperitivo, para tapear, para seguir comiendo de pie de forma rápida e informal… Pero no lo tenemos disponible, ni se nos ofrece de forma espontánea por el barman…”

 

Falta de presencia
“La verdad es que en Barcelona no es fácil encontrar buenas cartas de Jerez, pero es un pez que se muerde la cola; si los clientes no lo demandan, es difícil que el local se interese por estos vinos. En Londres por ejemplo proliferan los bares de Jerez que se han puesto de moda últimamente”, opina Ferran Centelles.

Pedro Ballesteros, nuestro único Master of Wine español, residente actualmente en Bélgica, resulta rotundo: “No creo que sea interesante tener nostalgia de los tiempos en que en España se consumía mucho Jerez. Era muy barato. Los españoles bebían como cosacos y se mataban en los andamios y las carreteras. Había mucho fraude, finos feria, vinos de barros, mezclas y demás. Su consumo se asociaba con un tipo de individuo, varón tripero machista maleducado, casposo y escupidor, que afortunadamente está en vías de extinción. Jerez tiene que reinventarse de nuevo. Y lo está haciendo con brillantez. Incidiendo sobre la calidad y concentrándose en vender fuera con estrategias de prestigio”. Prestigio y más prestigio, vinos que pertenecen a la muy selecta liga de los grandes vinos del mundo, como así los considera Jesús Barquín, vinos que despiertan el interés de todos pero luego no se piden, ni se venden…

 

Contacto con Jaime Bermúdez, director técnico de Vinoselección, club de vinos al que pertenecen 150.000 socios, para ver cómo funcionan las ofertas de jerez entre sus miembros. “A lo largo de los 40 años de vida que tiene el club, se han hecho ofertas de este tipo de vinos pero los resultados no han sido buenos. Elegimos los que consideramos más conocidos, los dulces (cream y pedro ximénez) y los finos y manzanillas. Y seguimos haciendo en fechas puntuales este tipo de ofertas a nuestros socios, pero se piden muy poco. Es curioso porque, por otro lado, los socios están muy interesados y se apuntan siempre a las actividades relacionadas con Jerez, viajes a bodegas, catas… Son las que más demanda tiene, pero luego... no compran”.

 

¿Elitista?
¿Mucho ruido y pocas nueces? “Que el Jerez sea lo que tiene que ser, el vino de los que lo aman. Qué importa si el jerez no gusta a la mayoría mientras haya una minoría abundante que lo adora. ¿De qué sirve gustar a todos? Para eso ya está la Coca-Cola”, apunta Pedro Ballesteros MW. A este respecto Pau Roca (FEV) opina: “Puede que algunos piensen que el jerez es un vino minoritario, pero todos prefieren ser de una minoría que de la masa banal. Tampoco se trata de poner de moda, sino de hábitos, de curiosidad, de buscar lo excepcional, pero hay que encontrarlo y tenerlo al alcance. Hay que ponerlo fácil. Insisto: más botellas de vino de Jerez en todas partes, que se ofrezca, que sea visto como algo normal. Y no sólo fino, sino una mini gama de tres/cuatro tipos en cada establecimiento”.

 

No parece un inconveniente la diversidad de tipos de jerez para Pau Roca, ni tampoco para Ferran Centelles:

 

“el mundo del Jerez es complejo en sus tipologías, pero realmente creo que allí reside su gracia y su grandeza. Me encanta comunicar la complejidad del Jerez y ver cómo, poco a poco, la gente queda atrapada en él”.

 

Como dice Jesús Barquín:

 

“Se necesita una masa crítica de consumidores para mantener la producción de los vinos del Marco. La viña, esos admirables pagos de albariza, clave de la grandeza del Jerez, puede llegar a verse amenazada si el consumo continúa descendiendo sin freno”. Pero no hay que pensar en un consumo a toda costa: No a los precios bajísimos a los que se siguen vendiendo muchos jereces en supermercados de descuento”, termina Pedro Ballesteros.

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