Bon Amb

Carretera Benitachell, 50.
Tel.: 965 084 440.

Tres socios perfectos: el chef Alberto Ferruz Moraleda, que tiene como logros aguantar el estrés de la cocina de Berasategui, el reto Dacosta y lidiar con el éxito repentino de Zaranda. El sumiller Pablo Catalá, que dirige la sala, y un tercer palo aportado por un empresario holandés. Recalan hace dos años en Jávea, y remozan un antiguo restaurante situado en la carretera que lleva a las calas. El lugar es francamente espectacular. Dos mil metros de jardín y una sala con luz a raudales, amable distancia entre mesas –apenas 12– y una decoración moderna y minimalista. Pablo maneja la sala con elegancia, no tanto podemos afirmar de su equipo, algo frío y protocolario. La cocina responde a las altas expectativas, con productos mediterráneos como base y ligeras aportaciones artísticas. Las licencias creativas, made in Dacosta, las ofrecen en el aperitivo, donde se nota que quieren sorprender. Más que adecuadas para empezar el espectáculo. En las entradas, buenas ideas, como un damero de foie (estéticamente no responde a lo esperado) con tres texturas distintas para un encuentro renovado con este manido producto. Otra aportación espléndida, la del tataki de vaca en media salazón, sobre una base de ensalada que podían ahorrarse. En los arroces es donde no hubo acierto. Ofrecen posibilidades poco ortodoxas: desde arroz en caldero con pescado de la bahía y gambeta, a otro elaborado con garbanzos y cigalas, más potente con secreto y setas y, fuera de carta, la clásica paella valenciana. La elección fue arroz de pichón y pulpo, caldoso y en caldero. Y no fue buena. Sabores desligados en un popurrí sin sentido. Eso sí, muy abundante. En el capítulo de carnes, ovación para los proveedores, con un solomillo de vaca de Cárnicas Luismi (País Vasco) que te hace olvidar cualquier error previo.

> Cierra domingo noche y lunes, y el mes de enero. P.M.: 60€. Parking propio.