La capacidad infinita

Con la que está cayendo, sobre va sobre viene y pagas que se van y no vienen, parece asombroso que los españolitos de verdad, a los que les cuesta llegar a fin de mes, esos que conocemos tú y yo, los que se sientan en la sucursal bancaria de la esquina para negociar un nuevo crédito, sean capaces de sacar fuerzas para poner en marcha proyectos radiantes, llenos de imaginación, creatividad, luz y futuro. Es un afán de superación que me reconcilia con mi especie. Lo veo muy a menudo, cuando abren un nuevo restaurante, lanzan un producto gastronómico o presentan una línea de vinos. Lo veo en el pequeño bar de abajo, antes garito inmundo hoy un bonito restaurante de barrio lleno hasta los topes. Lo veo en las etiquetas de una joven pero ambiciosa bodega de Madrid, que sorprende con conceptos nuevos y rompedores acogiendo un vino de elaboración impecable. Lo veo en las charlas, en los foros, en las redes, en las páginas de las revistas. Veo que, a pesar de todo, no se cae en el desánimo, sino que la precariedad de nuestra situación nos obliga a dar lo mejor de nosotros mismos. “La creatividad continúa” rezaba el eslogan de Madrid Fusión 2013 y, aunque algo decepcionados con el contenido que este año nos ofreció el congreso, hay que decir que se respiraba arte, innovación y genialidad en cada rincón y la numerosa prensa extranjera seguía sorprendiéndose con la calidad y la genialidad de chefs y bodegueros. Sin duda, todavía hay mucho camino por delante para recorrer. Eso sí, hay que dar cada paso sin concesión al desaliento.