Aquí y ahora
Aunque en un vistazo general el panorama que presenta el mercado nacional pueda parecer desalentador, el caso es que todavía se puede vender en España. En un momento en el que las bodegas parecen haber renunciado a la batalla comercial por ese antes suculento pedazo de tarta, mis ganas por apostar por lo nuestro crecen. Y las esperanzas se convierten en realidades, en números en positivo, en ventas cuantificadas y contrastadas. Donde antes se veía el abismo, ahora se tienden puentes confiables entre bodegas y consumidores. El interés por el vino no ha dejado de crecer, cada vez son más los españoles que acceden a la información enológica ávidos de saber, que se apuntan a cursos de cata, que adquieren con conocimiento, que valoran y saben pedir las zonas, las añadas e incluso las marcas. Son muchos y están ahí, preparados para comprar, incrementando día a día su interés y ascendiendo paso a paso en el difícil entramado de categorías y precios. Son una base grande y cada vez más formada que mira lo que gasta, pero eso nunca ha asustado a quien lo hace bien. El bendito y siempre deseado mercado nacional existe, no se ha extinguido. Quizás está callado con ese miedo surrealista que hoy tenemos a todo, y despertará con más fuerza y energía que nunca en cuanto las cuentas sean algo más favorables. En la espera, con inteligencia, tenemos que seguir apostando, creyendo en él. Y los que lo hagamos nos situaremos con una fortaleza renovada para consolidar a este país productor en país consumidor… y del bueno.
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