Mayte Lapresta

En casa

Lunes, 01 de Julio de 2013

Mayte Lapresta

Este fin de semana he vuelto a intentar aplicar mis conocimientos sobre la cocina actual y tengo que reconocer que la experiencia ha sido bastante satisfactoria. Más que por la presentación impecable, el deleite ha llegado por la diversión que ha supuesto experimentar con el milagro de la esferificación. La verdad es que, de nuevo, todo es culpa de Ferran Adrià. Digo de nuevo porque su sifón ISI causó furor hace más de diez años en mis encuentros de amigos donde todos querían hacer espumas en mi minúscula cocina y eso fue uno de los enredos más recordados y añorados de las maytecenas. Volviendo al presente, el sábado mi hija, mi madre y yo nos liamos con el pack de los Adrià (Easykit) y empezamos con la esferificación de aceitunas. Cuando abrimos los botes de Gluco, Algin y Xantana, mi madre sentenció: Mayte, esto no lo puede comer la niña. Intenté tranquilizarla explicándole que todo es natural y lo aceptó resignada, como se conforman las abuelas a no poner una mantita al bebé en pleno agosto… nada convencida. Para disgusto de mi hija, que quería utilizar una jeringuilla gigante, nos decantamos por las cucharas y tras un par de horas conseguimos hacer 20 aceitunas. Comimos a las cuatro de la tarde y el resto del menú desmereció el capricho tecnoemocional, mi cocina terminó como en la peor pesadilla de Chicote y las aceitunas volaron en medio segundo, pero sentir tres generaciones haciendo las diabluras ferranianas en vez de la paella me hizo pensar que el esfuerzo de innovación poco a poco pasaba del restaurante al hogar y no pude evitar imaginar la próxima merienda de mi madre con sus amigas contándoles cómo había trabajado dos horas destruyendo decenas de aceitunas para hacer algo de igual apariencia y con el mismo sabor.

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