La mar de burbujas

Es tiempo de cava, el espumoso español por derecho

Martes, 02 de Diciembre de 2014

El paraíso tecnológico de Freixenet contrasta con su imagen de marca centenaria y familiar creada en 1914. Pionera y revolucionaria, demuestra que la calidad está en el viñedo y el control del proceso elaborador: cielo y ciencia. Mayte Lapresta

Cualquiera que haya seguido los pasos de Freixenet no duda en afirmar que, desde sus orígenes, esta casa centenaria de San Sadurní de Noya se ha caracterizado por el uso de las últimas tecnologías; consensúa que revolucionó el mundo de la publicidad con sus “burbujas” y las cifras revelan que en la actualidad ha conseguido convertirse, a través de la implantación en los principales mercados, en la primera marca mundial en producción por encima de su competidor francés Moët&Chandon.

 

A pesar de su revolución tecnológica, en Freixenet la vendimia se realiza a mano en cajas de 25 kg. Toda la producción. Entre 55 y 60 millones de kilogramos que se traducen en una capacidad de producción de 140 millones de botellas. El detalle y el cuidado se lleva hasta la extenuación. Diez enólogos y diez técnicos en laboratorio. Diez encargados de levaduras y licores de expedición y treinta en control de bodega. La automatización al servicio de la calidad para poder realizar, por ejemplo, un degüelle programado de 15.000 botellas a la hora. Todo está informatizado, robotizado, medido, con máquinas de patentes propias que realizan la técnica del removido, la congelación, el degüelle, la incorporación del licor de expedición, el tapado, el lavado externo y el etiquetado. Siete plantas subterráneas y dos en la superficie. La botella no se toca desde el inicio hasta el final del proceso, la artesanía está en el viñedo y en el cuidado de las levaduras, que son la esencia. Las 20 levaduras registradas se hallan en una sala especial diseñada en colaboración con la ESA España (Agencia Espacial Europea) y cada año realizan el perfil genético para evitar mutaciones. La poesía la ponen con el pequeño capricho Casa Sala, donde una prensa de más de cien años vuelve a funcionar para elaborar 15.000 botellas como antes. Mañana y hace un siglo. Futuro y pasado. Y una amplísima gama de espumosos que han conquistado el mundo entero.

 

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