Palacete para el descanso
Palacio de Luces, lujo, relax y gastronomía en Asturias
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Este hotel de capricho frente a la Cordillera Cantábrica es una excusa más para acudir a una de las regiones españolas donde más se disfruta de la cocina, y encontrar allí relajo y desconexión para recargar pilas. Mayte Lapresta
“Asturias, con montañas que son vestigios y miradores, con entrañas que han sido de fiebre y de fuegos, con mares como praderas ansiosas de las luces dulces”. Así definió uno de los prohombres de esta comunidad, Francisco Sosa Wagner, la belleza de esta tierra verde, agreste y generosa. Y entre esos sus prados, montañas y mares, se halla Palacio de Luces, uno de los hoteles más especiales del norte peninsular.
Acogido bajo el prestigioso sello de Relais&Châteaux, Palacio de Luces es el capricho del constructor José Carlos Rodríguez, el último propietario de este palacete del siglo XVI en la pequeña localidad de Luces, a las puertas de Lastres. Desde que lo adquiere en 2004, el proyecto toma forma con el objetivo de ofrecer, armonizados, los conceptos de lujo y buena gastronomía.
Con una finca extensa, capilla y muralla almenada, el complejo integró el palacio aumentando su capacidad hasta 44 habitaciones con una construcción respetuosa y moderna en tan solo dos años de obra y rehabilitación. Hoy Palacio de Luces, abierto al público desde 2006, es sin duda uno de los mejores lugares de Asturias para disfrutar de la tranquilidad y el descanso; pero también es una magnífica parada gastronómica. La cocina ofrecida por su restaurante El Balcón del Sueve, cuyo inmenso ventanal parece que acerca las cumbres de la Cordillera Cantábrica a la mesa, estuvo en un primer momento ofrecida por el chef asturiano Fernando Martín, siendo sucedido tras su fallecimiento por su equipo liderado por Nacho García Canellada y apoyado por Pablo García Sánchez, que ha mantenido fielmente el carácter innovador de este cocinero ovetense.
Hoy el restaurante ofrece una cocina tradicional renovada, con platos sorprendentes como los fideos “soba” con calamares y soja, con unos sabores marinos intensos y una textura suave, o el pulpo de Pedreru, plato tradicional del acervo culinario asturiano de mayor arraigo, sobre una crema de calabaza cuyo dulzor contrasta con delicadeza con el sabor intenso del octópodo a la brasa.
Abierto también al público no hospedado en su interior, este restaurante completa la jugosísima oferta gastronómica de la zona, que cuenta con nueve estrellas Michelin repartidas por sus tierras, algunas de ellas tan potentes como la de los Morán (Casa Gerardo), a pocos kilómetros, ofreciendo su menú degustación de 25 platos, a cada cual más interesante.