El perfecto anfitrión
Manual de protocolo y decoración de la mesa navideña
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La decoración navideña forma parte de la tradición en estas fiestas, pero no se limita al árbol y el belén de turno, sino que se extiende a la mesa, donde se comparten risas y se disfruta de la comida y el vino. Andrea Carrasco
Es tiempo de Navidad y si algo caracteriza a esta fiesta son las reuniones familiares y de amigos acompañadas de fastuosas cenas que convierten en anfitrión al dueño de la casa. La correcta colocación de los elementos en la mesa, tanto si se opta por un estilo desenfadado, minimalista o clásico, es imprescindible. En esta lección de protocolo contamos con el asesoramiento de Valentín Monge, jefe de sala del restaurante Lardhy. Para él el servicio ha cambiado notablemente pero no por ello hay que olvidar costumbres y tradiciones.
Recogiendo las formas de la hostelería clásica, lo primero que hay que tener en cuenta son el material y color del mantel, para ello la mejor opción es el hilo blanco. La decisión puede variar, pero este color da una mayor luminosidad y permite apreciar las características visuales del vino. Las servilletas siempre deben ir a juego en cuanto a color y diseño y la forma más tradicional de montaje es formando con ellas un rectángulo sobre el plato. Muchos de los guiños del protocolo clásico han desaparecido por practicidad, pero alguno de ellos hará de nuestra mesa un auténtico lujo. Por eso antes de colocar la vajilla, lo mejor es situar un bajoplato –preferiblemente de plata si lo que se busca es un servicio elegante– y colocar los platos sobre este a medida que vayan a ser utilizados. La porcelana de Limoges puede ser una elección acertada.
En cubertería el material más frecuente es el acero inoxidable, pero en ocasiones especiales la plata sigue siendo el artículo de lujo por excelencia. Los cubiertos se dispondrán siguiendo el orden de las comidas, de fuera hacia dentro, los de pescado seguidos por los de carne, con el tenedor a la izquierda y el cuchillo a la derecha. Si es necesaria la cuchara se situará siguiendo a este último en la posición más alejada del plato.
Dependiendo del menú, lo habitual es un montaje de tres copas, una para el agua a la altura del centro del plato, la de vino tinto siguiendo por la derecha y a continuación la de vino blanco. En la actualidad existe casi una copa para cada tipo de vino, aunque una apuesta segura es optar por las de gran tamaño con bastante campana para retener bien los aromas. El cristal transparente es el más adecuado, evitando las copas de color que no permiten apreciar el vino adecuadamente.
Para poner el broche de oro a un montaje magnífico, la perfecta decoración será sobria y elegante; utilizando por ejemplo un centro de mesa compuesto por elementos naturales como flores o fruta sin olor para que no interfiera en el aroma y degustación de la comida.








