Vinavidad, blanca Navidad
Blanco, tinto, rosado, espumoso… Ni una Navidad sin vino
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Llegan unas fechas especiales, de reuniones con familia, de quedadas con amigos, y es el momento de tomar vinos con ellos y compartir momentos de risas y recuerdos. ¿Todavía sin ideas? aquí van unas cuantas. Raquel Pardo
Burbujas, eternas
Aunque son para todo momento, y con muchos espumosos se puede acompañar una comida entera, el brindis es también terreno de las burbujas. Cavas como Juvé y Camps Reserva de la Familia, recientemente seleccionado como el mejor para los consumidores que han votado en la OCU, pueden ser una excelente opción para descorchar y brindar. Más intenso es el espumoso de Raventós i Blanc De la Finca, un excelente trabajo de esta bodega para conseguir un vino con personalidad y entidad que no defrauda a los amantes de las burbujas con algo más. Si se prefieren toques más festivos, Raimat es una buena opción, fresca y bebible, o las preciosas botellas de la edición Codorniu Cuvée 1872, con toques modernistas que, una vez consumidas, pueden servir para inspirar imaginativos DIY. Para amantes de la diferencia, los cavas de lugares como La Rioja o Valencia pueden ser un mundo por descubrir, y no es mala idea comenzar, por ejemplo, por abrir el de Chozas Carrascal, amable y sabroso.
Si lo tuyo es el champagne, la Navidad es una buena excusa para rascarse el bolsillo y atreverse a probar. Roederer, la casa creadora del mítico Cristal, elabora un “básico” de altura, Brut Premier, para todos los públicos, bebible, intenso, fresco y absolutamente festivo sin renunciar a la elegancia. El Rosé de Billecart-Salmon, por ejemplo, puede ser un perfecto complemento rosado, sutil, frutal, sabroso, mineral y con un toque especiado. Esta casa tiene otro rosado de alta gama, Elisabeth Salmon, repleto de finura, aromático, frutal y especiado que, si uno dispone de los cerca de 150 euros que ronda en España, merece la pena.
Blanca navidad
Las mesas en estas fechas se llenan de besugos, marisco, pavo, ternera… y un vino blanco con más o menos cuerpo puede ser una compañía adecuada. Desde verdejos tradicionales y frescos para empezar, como Flor de Vetus, o txacolis con acidez marcada y toques herbáceos como el Upaingoa del año (si lo encuentras de añadas anteriores en el mercado, no dudes en probarlo, es un txacoli que evoluciona dando agradables sorpresas), a los blancos de rioja, unos vinos para nada tan conocidos (a excepción de los “tondonias”) como los tintos de esta región que, sin embargo, empiezan a dar qué hablar: el excelentemente rematado Barón de Ley Blanco, por ejemplo, es un vino fácil de beber pero no carente de complejidad, elegante, fresco, con una buena acidez que sienta, seguro, fenomenal a los primeros platos. O Muga Fermentado en Barrica, otra opción que rara vez falla, o el siempre estupendo Plácet, de la familia Palacios, un blanco de Rioja Baja para darse un gustazo en estas fechas.
Si lo tuyo son los vinos gallegos, albariños como Santiago Ruiz, Mar de Frades (que, además, este año edita una preciosa botella vestida por Alvarno, complemento perfecto de la elegancia que guarda en su interior) o Pazo Baión pueden ser un buen comienzo de fiesta. Y para acompañar toda una comida, una de las sorpresas del año (aunque no es su primera añada en el mercado ha sido ahora cuando ha empezado a sonar), Abadía Retuerta LeDomaine, un vino que lleva bien clara la leyenda de “Blanco de Guarda”, elegancia pura, que, si uno lo prefiere, puede convertirse en un excelente regalo de Navidad para un vinófilo, porque seguro irá creciendo más con los años en la botella.
La ocasión la pintan tinta
Y claro, tampoco puede faltar, en alguna de las múltiples celebraciones (desde cenas de empresa, descorches con amigos, cenas de compromisos familiares, comidas y cenas navideñas y festividades varias) un buen tinto que echarse a la boca. Que es Navidad y la moderación se aparta un poquito para dejar paso a la inmoderación (eso sí, sin conducir absolutamente nada, que para algo han bajado los taxis las tarifas).
La diversidad de edad de las cenas familiares hace que vinos como los riojas sean prácticamente una apuesta segura. Por eso un tinto como el Muga Selección Especial de 2010, que combina una añada casi perfecta y un elaborador certero, triunfará sobre el mantel blanco prácticamente entre todos los miembros de la familia mayores de 18 años. Lo mismo que los tintos de Rioja Alta, desde Viña Ardanza 2005 hasta Torre de Oña 2009, pasando por el clásico infalible Gran Reserva 890 2001, muy adecuado si hay que enfrentarse a los suegros con un vino que les deje alucinados. Tampoco se atreverán a rechistar si sobre la mesa se descorcha un Trasnocho 2008, elegante, fino, intenso, frutal, largo, de esos que tardan en irse de la boca y nunca se van de la memoria. El Tempranillo de Montaña de Barón de Ley, fresco, mineral y con un toque más moderno, es otro tinto que poner sin miedo sobre la mesa.
Los tintos de finca de Lan, A Mano o Culmen, son también un buen fondo de armario para cenas familiares, lo mismo que el Altos Ibéricos de Torres, el pequeño de la bodega riojana de esta familia de vino que se bebe fácilmente y resulta frutal y agradable.
Más allá de Rioja también hay vino, y opciones como el siempre solvente Án 2011 (Vino de la Tierra de Mallorca) es un tinto mediterráneo, frutal, especiado que, si bien será menos conocido, empezará a ser un viejo conocido nada más descorcharlo, porque es un tinto que crea afición.
Los amantes de la finura (y sin dejar el clasicismo) se encontrarán a gusto bebiendo Chivite Colección 125 Reserva, que en su añada 2009 está perfecto para tomar ahora.
Para los aficionados a la contundencia, Raíz Roble (Ribera del Duero) y Pago de Larrainzar (Navarra) son dos buenas opciones para acompañar platos de carne, por ejemplo, o dejarse un poco para los postres. En Toro dos estilos distintos, como la frescura de Angelitos Negros y la elegancia de Lagarona pueden poner una buena guinda al pastel de las cenas navideñas. El primero, más para tomar entre amigos y con comidas más desenfadadas, y el segundo, más elegante, fresco gracias a su parte garnachera, perfecto para vestir la mesa con un tinto dis-tinto a los típicos riojas.
Si uno quiere ser un poquito más rebelde, puede dejarse llevar por la magia de La Solana 2012 (Valle de la Orotava, Tenerife) y su toque de pimienta, encantador, frutal, mineral y telúrico, con el peligro de querer abrir más y más botellas, o atreverse con el leonés El Médico 2011 (Tierra de León), original tinto lleno de especias y fruta, intenso, elegante y un punto diferente.
Novedades
Para los amantes de descubrimientos y novedades, la Navidad es también momento de atreverse con ellas. Vinos como los de Rebels de Batea, fáciles de beber y una sincera expresión de la garnacha de Terra Alta en clave “mainstream”, además, a muy buen precio (9,45 € el tinto y 8,30€ el blanco). O la apuesta por el xarel·lo de Juvé y Camps, un ejemplo más del potencial de esta uva blanca para mostrar la autenticidad y personalidad propia del cava, con una muy buena acidez y perfecto para brindar. La bodega manchega Más Que Vinos, fruto de la pasión y el conocimiento de los enólogos Gonzalo Rodríguez, Margarita Madrigal y Alexandra Schmedes, acaba de cumplir 15 años, y estas fiestas y su aniversario pueden ser la excusa perfecta para conocer sus vinos, muchos ya consolidados y otros más innovadores, pero todos ellos una muestra de que, en La Mancha y con variedades como la cencibel, garnacha, malvar o la airén, se pueden hacer vinos con carácter y personalidad.
Y si de personalidad hablamos, los tres xarel·los de agricultura ecológica de Gramona son una expresión de la fe que esta casa tiene en la uva autóctona del Penedès: el primero, Roent, es fruto de una elaboración basada en la criomaceración, y el resultado es un blanco aromático, fresco, lleno de matices florales y frutales, y una boca equilibrada, también refrescante y mineral, con la acidez medida e integrada. Ovum, un vino mineral, metálico y afilado, reposa en parte en depósitos ovoides y otra parte en ánforas de terracota. Es un vino diferente, sorprendente, que invita a descubrir con cada trago. Y el tercero, el hermano mayor en cuanto a crianza, Font Jui, lleva el nombre de la finca de la que procede la xarel·lo con la que se elaboran estos tres vinos. En este caso está fermentado en barrica de roble de 300 litros, donde también reposó durante dos meses, y su encanto reside en la cremosidad y los aromas de panadería y mantequilla que aporta la madera. Además, se puede guardar y comprobar cómo un tiempo más largo de reposo en botella hace maravillas con él.
Sin dejar el mundo de las colecciones, la casa Hijos de Rivera, cervecera conocida por su marca Estrella Galicia, elabora desde hace tiempo vinos en la Ribeira Sacra a partir de variedades típicas de la región como la mencía y la godello. De los dos tintos y el blanco llamados Ponte da Boga y de cuya supervisión enológica se encarga Dominique Roujou de Boubée, destaca sobre todo el hermano mayor, Expresión Gótica, una mencía auténtica, fresca y elegante que se acompaña de sousón, merenzao y brancellao de cepas que tienen entre siete y ochenta años. Un tinto que demuestra que a la casa no solo se le da bien la cerveza.
Rincón del jerez
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