Valores tangibles

Pago de Carraovejas

Jueves, 01 de Mayo de 2014

La bodega ribereña concibe el enoturismo con la misma filosofía de exclusividad que ha caracterizado a sus vinos desde su nacimiento. Luisa Denis

Si se nos permite una analogía enofílmica, la bodega y los vinos de Pago de Carraovejas recuerdan a las películas concebidas por directores como Stanley Kubrick o Terrence Malik: originales, con sustancia, diferentes... y, ante todo, capaces de existir en un lugar tan indefinido como de difícil acceso entre la obra de culto y el mainstream. La bodega, nacida en 1987 en las laderas vallisoletanas que le dan nombre, surgió como la materialización de una idea recurrente en el hostelero José María Ruiz, uno de los grandes barones del cochinillo segoviano: elaborar un vino propio para su restaurante. Solo en el establecimiento se venden hoy 100.000 botellas anuales del vino de la casa, Autor, un promedio de 274 unidades diarias, a pesar de lo cual pesa un riguroso sistema de cupos sobre todos y cada uno de los productos de la bodega, principal propietaria desde hace cerca de un año de otra singular empresa elaboradora: Ossian.

 

 Como empresa familiar que es, la identidad de los productos se ha transmitido indefectiblemente a laexperiencia enoturística. Tras la inauguración de un impactante edificio del arquitecto Fernando Zaparaín del estudio A+4, han desarrollado un restringido protocolo de visitas que, con mucho, se asemeja a su sistema de producción y venta por cupos. Quienes acudan a conocer esta bodega lo verán todo, desde las 160 ha de viñedo –tinto fino, merlot y cabernet sauvignon–  y las zonas de elaboración hasta las áreas administrativas y espacios sociales, incluyendo las dependencias de los empleados o el mismo parking. Durante el periplo, se probarán vinos (crianza, reserva, El anejón, el celebrado Cuesta de las liebres, blancos de Ossian...) en sugerente armonía con platos de la reputada casa matriz de Segovia, como son sus hornazos o el cochinillo viajero, a disfrutar como incisos suculentos de una visita numerus clausus con un elevadísimo grado de personalización y que puede llegar a durar cinco horas y concluye en la recepción, junto a una minúscula tienda que tiene más de circunstancial que de mercantil. En definitiva, de principio a fin, una manifestación de los valores de la bodega, entre ellos la profunda vocación de servicio al cliente heredada del negocio de restauración.

 

En materia de eventos las instalaciones de Pago de Carraovejas nada tienen que envidiar a espacios específicamente diseñados para la celebración de los mismos. Cocinas perfectamente equipadas de grandes dimensiones y hornos de leña. Comedores con dramáticas vistas, terrazas longitudinales y magníficos jardines. 

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