Rompiendo la monotonía

Molino de Alcuneza

Lunes, 03 de Marzo de 2014

Este precioso hotel boutique en las cercanías del Valle del Alto Henares esconde no solo preciosas vistas, también un rincón para el relajo gracias a su spa y deleite para el gusto en la cocina de Samuel Moreno. Teresa Álvarez

La última incorporación española a la prestigiosa guía Relais&Chateaux nos traslada a tierras alcarreñas, muy cerca de la monumental ciudad de Sigüenza. Arropado por un paisaje de hoces y riberas serpenteantes que contrastan con la meseta castellana, el Molino de Alcuneza lleva años ganándose a pulso su prestigio. Con tan solo 17 habitaciones distribuidas entre el edificio principal (un antiguo molino deliciosamente restaurado y que funciona) y el anexo construido en el 2006, este proyecto familiar está guiado por los propietarios y sus hijos, que han querido unirse al negocio con una implicación total y muy bien diseñada. El joven cocinero Samuel lidera el aspecto gastronómico, que por su valor precisa un capítulo aparte, y su hermana Blanca ha asumido la dirección aportando además sus amplios conocimientos vinícolas a la sumillería, configurando una lista de vinos atípica, interesante y bien elegida. El hotel, con un pequeño spa, es un oasis perfecto para un fin de semana. Sus habitaciones han sido diseñadas bajo las premisas de amplitud y practicidad, pero sin perder el encanto. El servicio es discreto y deseoso de complacer, pero el punto diferencial lo ponen sus dueños que aman su trabajo, saben recomendar y te hacen sentir como si estuvieses en un lujoso caserón de campo particular. “Hemos intentado que todo resulte acogedor, como si estuvieras en un rincón de tu casa”, afirma Blanca.

 

Tal y como se anticipó, la cocina de Samuel Moreno es en sí misma un motivo para acudir a este bello alojamiento. Reservada para los huéspedes del hotel, sorprende con una apuesta llena de autenticidad, magníficamente elaborada, honesta, pero siempre llena de magia y diversión. Formado con los Roca y con Arola, el joven chef persigue objetivos propios desde una humildad que contrasta con el potencial de su trabajo. La fiesta comienza con su panadería, con seis variedades que te llevan de la sobrasada a los frutos secos pasando por una brioche de ajo espectacular. El aperitivo con foie de pato o el bombón líquido de mandarina y Campari dan la bienvenida a platos impecables como sardinas en escabeche con fresas o alcachofas de Tudela rellenas de ibérico. El ahumado protagoniza su plato de pulpo y su lubina con cítricos vuelve a jugar con el contraste de sabores. No podía faltar cordero, deshuesado y enrollado en una fina capa de bacón. Postres divertidos y emplatados bien diseñados con una vajilla perfecta. Un rincón para soñar que todavía casi nadie ha descubierto.

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