Encuentro con la historia

Castillo de Arteaga

Lunes, 01 de Abril de 2013

Un castillo neogótico del siglo XIX, rescatado del olvido y recuperado magníficamente por su propietaria sirve hoy de alojamiento y deleite en el entorno privilegiado del paisaje vizcaíno. Claudia Navarro

En la bellísima ría de Gernika se alza este imponente castillo neogótico del siglo XIX. Construido por orden del emperador Napoleón III y su esposa Eugenia de Montijo, el proyecto se realizó inspirándose en la arquitectura gótica francesa convirtiéndose en uno de los primeros ejemplos de estilo neogótico de Bizkaia y uno de los pocos de la arquitectura civil del norte peninsular.Artesonados, suelos de madera, entelados, panelados, chimeneas de piedra, todas las nobles piezas que formaron parte originariamente de esta residencia palaciega se han conservado y recuperado para integrar con inusual modestia lo que hoy es un magnífico hotel, adquirido a la Casa de Alba y convertido en un majestuoso Relais&Châteaux (categoría que ostenta desde 2012). El edificio había sufrido un fuerte abandono hasta que en el año 2000 se inicia este proyecto hotelero. Aun así, la precaria situación en la que se hallaba no impidió la recuperación de piezas de gran valor que hoy se pueden contemplar en estancias, habitaciones y baños. Reformado con profundo respeto, las ampliaciones para ceremonias y eventos son curiosamente imperceptibles, magníficamente integradas en el entorno. En el edificio principal se encuentra el restaurante de cocina tradicional e impecable gestionado con rigor y cierto toque creativo por la jefa de cocina Estíbaliz Mekolalde y con el perfecto servicio en sala de Yamilda Romero. El hotel cuenta además con cuatro habitaciones circulares situadas en los dos torreones independientes al edificio, una de ellas incluso con piscina privada (suite Napoleón). Otra de sus habitaciones más interesantes es la decorada con los frescos del pintor Lazcano que reproducen las magníficas vistas que se divisan desde cada una de las ventanas de la estancia (habitación 401). Como entorno, 35.000 metros cuadrados de pradera y el bello paisaje del interior del País Vasco.

 

El hotel se ha concebido como un alojamiento de capricho, donde los pequeños detalles son los más importantes. La supervisión diaria de su propietaria, Garbiñe Arkuenaga, convierte el castillo en tu propio hogar, con un trato personalizado a cada inquilino. Además, la antigua vinculación de Garbiñe con el mundo de la restauración ha permitido que el restaurante adquiera un importante relieve, con una cocina basada en materias primas locales de gran calidad y una elaboración sorprendente, con pinceladas creativas y presentaciones impecables, siendo uno de los lugares preferidos para almuerzos y cenas de los empresarios de la zona.

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