Road trip vinícola
Entre copas y viñedos por California, viaje en clave de vino
Etiquetada en...

Las bodegas de Napa y Sonoma, al norte de California, se desarrollan deprisa. Los viñedos cubren las laderas hasta donde alcanza la vista. Sus vinos, entre los mejores del mundo. Este viaje descubre los secretos del ‘wine country’. Pedro Grifol y Laura Crawford
Hasta el llamado Juicio de París, la histórica degustación que revolucionó el mundo de la enología en 1976, existían dos tipos de vinos en el mundo: los franceses y el resto.
Cansados por el desprecio a las regiones vinícolas que no pertenecieran al país galo e interesados en dar a conocer la calidad de los productos de California, el crítico británico Steven Spurrier decidió hacer una cata sui géneris. Enfrentó, en una competición a ciegas, los grands crus franceses frente a los vinos del Nuevo Mundo. El resultado fue inesperado: victoria arrolladora por parte de California Estate. El Juicio de París sirvió para dar a conocer los grandes vinos californianos y finiquitaba la discusión. No obstante las elaboraciones del Dorado Oeste resultaban muy vigorosas y potentes, con mucha estructura y gran personalidad; pero tenían demasiado de todo: alcohol, madera, aroma… Poseían un bouquet exagerado. A la hora de valorar los vinos en las catas, incluso entre los críticos norteamericanos se puso de moda la expresión ‘not oakie please’ (es decir: sin sabor a roble, por favor). Los nuevos viticultores americanos volvieron la mirada a Francia y siguieron los consejos de los expertos: las uvas se cosecharon antes, se redujo el nivel alcohólico y los winemakers cuidaron más el envejecimiento en las barricas de roble.
Así, la cultura enológica norteamericana, tal y como la conocemos hoy en día, no tiene más de treinta años. Pasado ya ese período ‘de prueba’, ahora va todo muy deprisa y a lo grande: inmensas extensiones de viñedos, descomunales baterías de tanques de acero inoxidable, y los –a veces– disparatados precios. Es la imagen que, al menos, ha difundido la televisión y el cine (desde Falcon Crest hasta Entre Copas)… Y es una imagen bastante aproximada a la realidad.
En la zona norte, cabe diferenciar varios climas. Las áreas inmediatamente detrás de la costa, donde se encuentra el famoso Russian River Valley, poseen las condiciones naturales idóneas para el cultivo de la uva, con días soleados y secos, acariciados por las brisas marinas del Océano Pacífico y la niebla que refrigera los valles al atardecer; magnífica combinación que da como resultado una larga estación de cultivo que permite madurar a la fruta lenta y homogéneamente, característica que distingue a los vinos de esta región y les proporciona una peculiar calidad. El valle central, Napa County, seco y cálido, se caracteriza por la diversidad edafológica. En una zona relativamente pequeña, coexisten los suelos volcánicos con las tierras de origen marino. Es un reto para los viticultores elegir la uva que se adapte a cada terreno; en las laderas de sus valles, las viñas crecen con esfuerzo pero proporcionan una maduración concentrada; al pinot noir (por ejemplo) le encantan los suelos calcáreos provenientes de fondos marinos.
Las variedades de uva más populares en ambas regiones son chardonnay, sauvignon blanc, cabernet sauvignon, merlot y pinot noir; pero la versátil zinfandel, en teoría de origen italo-croata, es la llamada “uva de California” por su fácil aclimatación a cualquier tipo de suelo, y es la que ha dado lugar a más tipos de vino.
Una bodega de cine
El condado de Sonoma es un laberíntico entramado de ondulantes y pequeñas carreteras excavadas entre riachuelos, barrancos y praderas, en el que secuoyas y pinos casi alcanzan las nubes. Un escenario natural, único en el mundo, que ha atraído a cientos de viticultores y por ende, a miles de entusiastas del vino que quieren probar in situ los diferentes vinos de la zona. Así que el turismo enológico está muy extendido en la región.
Comienza el road trip vinícola por la bodega de un rey del cine, que también extiende su reinado al mundo de los vinos: Francis Ford Coppola Winery. Francis Coppola está ligado al vino desde pequeño, como corresponde a un niño de una familia italoamericana con pedigrí: “De niño, a la hora de cenar, siempre vi vino en la mesa” (Forbes). Fue difícil elegir un vino para la cata… ¡tiene 51 etiquetas! Probamos un Director’s Cabernet Sauvignon 2012, un tinto 100% cabernet sauvignon elaborado con uvas procedentes de las regiones Alexander Valley, Sonoma Valley y Dry Creek Valley. Dio la talla.
Coppola Winery ofrece vinos de alta gama como su Archimedes 2010 (60 dólares) y grandes reservas a más de 200 dólares, pero en su favor hay que decir que también tiene muy buenos vinos a precios competitivos, entre 15 y 20 dólares.
Quise probar su champán (a este cronista le gusta el champán). El único de la casa está elaborado con pinot blanc, muscat y riesling y etiquetado bajo el nombre de SOFÍA Blanc de Blancs. Una rara combinación de uvas que se inventó Francis Coppola para la burbujeante boda de su hija Sofia, y que ahora se presenta en el mercado envuelto en celofán rosa. Afrutado y refrescante… si se sirve muy frío, como así fue.
Burbujas made in USA
Este es un capítulo delicado (y conflictivo) porque los norteamericanos consumen mucho champán. Fuera del área designada de Champagne (Francia) las poderosas casas francesas prohíben usar su nombre, pero aun así se encuentra el término ‘champagne’ empleado en vinos espumosos estadounidenses. Como los juicios son largos y los abogados americanos muy tenaces, los galos, al parecer, acabaron aceptando la terminología Champagne de California como algo ‘legal’. Sin embargo, su comercialización debe quedar restringida al mercado doméstico, de manera que el llamado Champagne de California debe venderse fuera del país simplemente como vino espumoso y etiquetado como ‘sparkling wine’ (vino burbujeante).
Solo los sparkling wines de mayor calidad, que los hay, se elaboran por el método tradicional champenoise (con segunda fermentación en botella).
La visita a la bodega Korbel, en la zona del río Russian, fue muy gratificante. Primero por la peculiar historia de la familia Korbel, auténticos pioneros checos establecidos en Sonoma desde 1870, y segundo por la calidad de su sparkling wine, que abarca toda la gama de matices, desde el Natural (pinot noir y chardonnay/0.70 % azúcar) y Brut (pinot noir, chardonnay, chenin blanc y french colombard/1% azúcar) hasta el Extra Dry. Es el productor más grande de los Estados Unidos con 1.3 millones de cajas al año.
Después de zigzaguear por un desvío de la Highway 116, se llega a lo alto de la colina donde se encuentra Iron Horse Vineyards. La sala de catas exterior tiene unas vistas espectaculares al valle, y el marketing de su champagne californiano también es espectacular. Son especialistas en crear cuvées a medida para eventos y grandes acontecimientos. Por ejemplo: su Russian Cuvée (74% pinot noir y 26% chardonnay) fue creado para las reuniones cumbre entre Reagan y Gorbachov en la década de los años ochenta, y el Fairy Tale Cuvée (88% pinot noir) creado para los restaurantes Disney.
Mumm Napa fue el segundo champán que se estableció en Napa Valley, después de Domaine Chandon California (1977). Son las dos marcas más prestigiosas, ya que sus casas nodrizas tienen su origen en Francia. Mumm elabora seis tipos de espumosos, alguno de ellos, como el Brut Reserve, con bouquet más europeo.
La región de Los Carneros, al sur de Sonoma y Napa, es la que mayor concentración de espumosos tiene (Chandon y Taittinger están allí), y donde se estableció en 1986 “la primera dama del sparkling wine”, Gloria Ferrer (Freixenet). La mayoría de sus espumosos (Royal Cuvée, Sonoma Brut, Brut Rosé) están elaborados con pinot noir y chardonnay. Su producción anual es de 140.000 botellas, que no está mal para un espumoso que no tiene la D.O.P. de ‘cava’.
De Napa a Sonoma y viceversa
En Napa, el rey del vino es Robert Mondavi, a quien se le atribuye el honor de ser el pionero del vino de calidad californiano. Su cabernet Opus One es uno de los mejores vinos –y más caros– del mundo.
Hay muchas más bodegas en Napa, hasta 400, pero decidí tomar una angosta carretera de montaña que comunica ambos valles y pasarme a Sonoma; visitar algunos productores artesanales y probar vinos de autor era el reto: Kaz, Wine Guerrilla, Hanna…
Kaz es la más exótica. Bodega de culto para entusiastas catadores. Muy pequeña (un hombre, Richard Kasmier, y su bodega). Ofrece variedades poco conocidas, como alicante bouchet y lenoir, entre otras. Con su vino ‘Bullseye’ (100% petite sirah) dio en la diana. Sus etiquetas inspiradas en fotografías vintage son un atractivo añadido. El tema etiquetas creativas tiene su cénit en el productor Wine Guerrilla, todas dibujadas por el artista Sean Colgin; y en cuanto al vino, Bruce Patch, propietario y uno de los últimos productores llegados a Sonoma, tiene una pasión por la icónica uva zinfandel. Las uvas proceden de los mejores cultivadores de Dry Creek, Russian River y Alexander Valley. Tiene 15 zinfandels para probar; y su ‘Carreras Ranch 2012’ es el arte y el alma de esta variedad.
Hanna Winery & Vineyards está situada junto a unas colinas salpicadas de robles, un paisaje idílico para contemplar con una copa de merlot en la mano cultivado en la propia finca; además tienen tapas de queso para maridar, que se agradecen.
Finalizamos el road trip vinícola con Benziger Family Winery, una visita ideal como primera parada para novatos, ya que el recorrido en una vagoneta tirada por tractor por sus viñedos e instalaciones es un curso intensivo sobre la elaboración del vino.
Napa y Sonoma, que suman, entre los dos condados, aproximadamente 650 bodegas es ardua tarea para abarcar de un solo trago y visitar muchas bodegas en pocos días… son muchos sorbos. Poco a poco –y con vino– se andará el camino.
Viajando, obviamente, se aprende mucho; pero viajando por entre las bodegas californianas se aprende además una praxis de comportamiento que es un buen ejemplo a seguir, el concepto “win-win”, que significa: “Tú ganas, yo gano”. Así que si lo que haces…, lo haces bien, tus colegas te apoyan. Cooperación. Mucho que aprender. Pues eso.
Marimar Estate, con sabor español
|
Ver cata del Road trip por California