El vino y sus chifladuras
Enoextravagancias
Etiquetada en...

Los caminos del vino son misteriosos e inescrutables, y hay productores que se empeñan en que sigan siendo así. Sus rarezas son tantas como los lugares y personas donde se produce. Saúl Cepeda
Como ya hemos mencionado alguna vez en Sobremesa, uno de los principales intereses del ser humano desde los orígenes de la primera civilización ha sido destilar o fermentar cualquier producto orgánico (no porque no se haya intentado con los inorgánicos) que tuviera a mano, con resultados dispares. Dentro de estos hitos, el importante hecho vinícola ha cobrado tal nivel de complejidad que pone a prueba los límites de la imaginación.
Serpientes, sapos y escorpiones
Que en las lejanas tierras de Oriente se llegara a la razonable conclusión de que el arroz –el segundo cereal más producido en el mundo después del maíz y piedra angular de su alimentación– era un buen ingrediente para hacer vino entra en el puro sentido común. Sin embargo, la ocurrencia de poner a macerar lagartos, hipocampos, batracios, murciélagos, arácnidos, insectos y otras criaturas en este vino es algo muy distinto. Las presuntas propiedades medicinales de estos brebajes son tan legendarias como probablemente falsas, si bien eso no evita que existan numerosas marcas de éxito como San She Chiew, muy populares en los gastronómicos mercados nocturnos que salpican las ciudades de Asia. Allí puede que también encontremos el vino de crías de ratón, todo un must en los tiempos que corren.
Nombres con clase
El shiraz, fenómeno de marketing, “Fat Bastard” (Gordo Bastardo) vende 400.000 botellas solo en Estados Unidos, no tantas como el garnacha australiano “Bitch” (Puta), que repite esta palabra en su etiqueta 77 veces. Poner un nombre a un vino tiene su dificultad, pero hay quien se pasa de frenada. Por ejemplo “Le Vin de Merde” (El Vino de Mierda) del Languedoc-Roussillon, con una mosca incluida en su etiqueta. Los vinos hipster son más conceptuales, como “Elephant on a Tightrope” (Elefante en una cuerda floja), “1+1=3 Brut” o el cabernet “Arrogant Frog” (La Rana Arrogante), que quizás inspiró el vino de mesa “Frog Piss” (Pis de Rana). En España han sonado fuerte nombres como “Cojón de gato”, que no deja de hacer referencia a una variedad; el vino de Contador “Qué bonito cacareaba”, el bierzo “Mad dogs and Englishmen” (Perros locos e ingleses) o el “De Puta Madre” de J&F Lurton, todo un alarde de orgullo. “Cleavage Creek” (Escote profundo; y un topónimo, por cierto) o los vinos de la familia italiana Follador –que bastante tienen con su apellido cuando viajan por países de habla hispana– se prestan a otra lectura, pero por parte del consumidor. Por supuesto no pasó mucho tiempo hasta que alguien llamó USB a un Oporto (“Port” en inglés, que a su vez es “puerto” en español). Si busca ideas para denominar un, digamos, chacolí, desde Sobremesa le proponemos, por qué no, “El blanco de todas las iras”.
Un vino con aguja
Si un sumiller nos estuviese describiendo un vino y, en la fase visual, nos dijera que este es de color verde neón, sin duda llamaría nuestra atención. Hatch Green Chile Wine es un vino blanco infusionado con chiles verdes, como el vino tinto Chimayó lo hace con chiles rojos molidos, como el que se añade a las micheladas de cerveza. Una extravagante y picante aportación de una región vitivinícola con tanto abolengo como es Nuevo México. Uno podría llegar a preguntarse a qué sabe un producto así. Le evitamos el trámite de tener que probarlo: siendo benévolos, el blanco es un vino semidulce con una extraña aguja sostenida, mientras el tinto resulta ahumado, con notas a pimienta. Sus productores recomiendan que se mariden con comidas muy picantes, probablemente para no darnos cuenta de lo que estamos bebiendo.
Cuestión de diseño
El envase es importante, desde luego, y hay quien parece haber contratado a su diseñador de packaging tan pronto en la NASA como en un frenopático. El vino Loco de la D.O. Méntrida, elaborado con garnacha blanca, incorpora una camisa de fuerza sobre el envase, añadido con cierto sentido, pues en más de una ocasión los comensales de una mesa discuten airadamente acerca de quién se llevará consigo el objeto de recuerdo. Por otro lado, los diseños llamativos en las etiquetas son casi infinitos: desde tarjetas de embarque recién impresas que se adhieren al vino en los Duty Free hasta retratos únicos en cada etiqueta (en la bodega austriaca Oggau Estate), pasando por fórmulas matemáticas, tests de Rorschach o figuras escherianas. Los envases, por su parte, varían según las necesidades: en nuestro próximo viaje al espacio podemos llevar con nosotros una práctica bolsa de vino en polvo, por ejemplo de la marca Mahlzeite, con solo 8,5º de volumen alcohólico, listo para ser rehidratado. Si nos invitan a un aquelarre, las brujas agradecerán que llevemos una botella de Haunting Ghost, con caja en forma de ataúd incluida; así como los fanáticos de las películas de terror de Romero disfrutarán del macabro “Return of the Living Red” (El retorno del tinto viviente), que incluye información precisa sobre la producción de vino zombi. Para quien busca comodidad en el transporte, Versus Wine Pouch, una bolsa de vino con grifo incluido, pretende convertirse en todo un estándar en los lineales, capaz quizás de jubilar al brick de vino. En latas de lubricante (y también en gominolas, aunque eso es otra historia) lo presenta Mini Garage Winery, cuya producción se lleva a cabo en un viejo taller alemán de tractores, aunque su look vintage sería incapaz de competir con la garrafa del vino de Francis Ford Coppola, The Carmine, con lapicero unido a su asa. Hay quien envasa con etiquetas enteramente en Braille como Lazarus Wine, tal vez para mantener la intriga hasta el momento de tomar el vino o quien presenta sus vinos en probetas y tubos de ensayo como Very Chic Wines. La palma se la lleva un artesano portugués que manufactura a mano, con el nombre de caralhos, cientos de botellas cada año... con forma de pene.
Vino de árbol
Se dice que la Retsina, un vino blanco griego que se lleva produciendo desde hace prácticamente dos milenios, nace de las lágrimas de las ninfas de los bosques. Por supuesto esto es falso. Su particular sabor viene de la resina de pino que se emplea para sellar los recipientes de fermentación y envases. Por su parte, en la región sueca de Jämtland, cada primavera se elabora un vino espumoso con savia de abedul, empleando una receta del siglo XVIII, que se comercializa bajo la marca Sav.
Tutti frutti
Manzana, naranja, pera, melocotón, ciruela, maracuyá, tamarindo, mangostán... Prácticamente todas las frutas se han empleado para hacer vinos y no son pocas las que se utilizan en combinación con vinos de uva, como sucede con los vinos de naranja y Pedro Ximénez. La mayor parte de estas experiencias, para ser sinceros, están más cerca de las chucherías que de lo vinícola, aunque hay productos tan bien conseguidos como el vino de rosas de la bodega inglesa Lurgashall, un encargo de la National Rose Society que perfectamente podríamos usar como colonia. En otra región escasa de variedades con interés enológico como es Dakota del Norte han buscado un fruto algo más voluminoso: la calabaza. El vino blanco resultante se toma frío, caliente o aliñado, aunque es preferible ver cómo otros lo consumen y los efectos que eso produce. En Florida se decidieron por el más difícil todavía con un vino de naranjas de Valencia y chocolate, como sucede con el ChocoVine holandés, tan equilibrado que es capaz de dejar insatisfechos, por igual, a amantes de ambos productos. El vino de piña de la isla hawaina de Maui es algo que un aficionado al vino no puede dejar pasar... de beber. Y mejor no mencionar el vino de tomate de Tennessee, con una densidad similar al ketchup.
Usos y costumbres
Si es usted una persona de gustos sencillos quizás no haya pensado nunca en bañarse en una piscina de vino repleta de gente. Por supuesto los japoneses sí lo imaginaron y de tal forma, a la sombra del monte Fuji, existe el Wine Spa, que lleva la vinoterapia a otra dimensión. No es extraño que en Francia nacieran máquinas de vending en torno al vino, pero sí es más llamativo que algunas de estas –las que venden vino a granel– incorporen una manguera y un surtidor como el de las gasolineras.