Hoy como ayer

La protagonista es la sala: llega la hora del cambio

Lunes, 16 de Febrero de 2015

Rescatamos un texto de Saúl Cepeda escrito en 2008 que se plantea el estado del servicio de sala en una época en la que la cocina era, como hoy, protagonista. Falta de formación y bajos sueldos se apuntaban como causa de su deterioro. Saúl Cepeda

A principios de los años 80 se produjo el primer desencuentro. La cocina dejó de fiarse de la sala para emplatar. El remate de los platos se hacía en cocina y el personal de sala se convertía, en muchos casos, en mero transportista. Muchas especialidades que finalizaban su elaboración frente al cliente, se desvanecieron. Y no quedó ahí la cosa. Los chefs se quitaron el gorro y salieron al comedor. Dos décadas después, en 2003, Ferrán Adrià hacía triplete en las portadas de New York Times Magazine, Time (en la que aparece muy cerca de George W. Bush) y Le Monde con sentencias que exponían su genio indudable y que ensalzaban la cocina española como una de las mejores del mundo. El impacto global convertía a los cocineros en las figuras incuestionables de la gastronomía y consecuentemente, en las escuelas de hostelería, la mayor parte de los alumnos tendían a los fogones, desorientados por la magia y los fuegos de artificio. Se propiciaba también un incremento de aperturas de establecimientos que debía nutrirse de un personal formado, cada vez más exiguo. El crecimiento del mercado inmobiliario y los ciclos migratorios terminaron situando al auténtico profesional de la sala entre las especies en peligro de extinción.

 

España es diferente

 

[Img #6326]*En nuestro país hay cerca de setenta mil negocios con la categoría de restaurante con una cifra superior a los cuatro millones y medio de plazas para comensales. El 95% son de gama baja o media, lo que deja en la gama alta unos tres mil quinientos establecimientos. Si a esto unimos las cafeterías, sobre quince mil, y los bares, alrededor de un cuarto de millón, en un sector que tiene un promedio de seis trabajadores por negocio, tenemos casi dos millones de personas dedicadas, directa o indirectamente, a la actividad de servir comida y bebida a un público potencial de casi cien millones de personas entre residentes y turistas.

 

La mayor parte del personal cumple labores mixtas de sala y cocina, en entornos de batalla, como son los restaurantes que ofrecen menús del día en núcleos empresariales, en donde no se aprecia demasiado el rango de la atención. Sin embargo es crítico el déficit de calidad en los establecimientos que superan los 50 euros por cubierto, que copan el segmento de restaurantes de gama media-alta.

 

Pero también hay que tener en cuenta que el servicio en España, principalmente en las grandes capitales, soporta horarios intensivos, con laxitud en los turnos y sobremesas prolongadas. Esto está recompensado con un promedio salarial superior a la media nacional, sin contemplar las propinas, que en España no están reguladas y que se sitúan en un promedio del 5% sobre la factura.

 

José Polo, del restaurante Atrio, nos cuenta que en una visita a Alain Ducasse “le pregunté al maître cómo se las arreglaba para tener un servicio de sala tan eficaz y me contestó: “es que nos paga muy bien”. Hacían siete turnos a la semana con horario fijo y buenas propinas. Había dos o tres profesionales formados allí, que hacían un casting para seleccionar jóvenes con buen aspecto y ganas de trabajar. Nos quedo muy claro que España era diferente”.

 

Creando escuela

 

Es habitual, desde hace años, que los empresarios hosteleros manifiesten abiertamente lo difícil que es conseguir personal de sala comprometido y su inquietud por conservar a los profesionales más eficaces. Y es que la realidad colectiva es alarmante. José Ángel Sierra, de la Escuela de Hostelería de Madrid, resume los perfiles de sus alumnos: “Entre el 15-20% proceden de familias de hostelería, un 20% no sabe cual será su futuro, un 50% ve la posibilidad de tener trabajo seguro y a un 10-15% le gusta la profesión”.

 

[Img #6325]Leyendo la prensa, descubrimos que en Sevilla, una de las provincias españolas más afectadas por el desempleo, no existen demandantes de empleo para cubrir el excedente de oferta que hay en la hostelería de la zona. Para cubrir las plazas, la administración regional traerá inmigrantes latinoamericanos que se comprometan a trabajar en dichos puestos. Zaragoza, en vísperas de la Exposición Universal, se encuentra en la misma situación. Son paños calientes que traerán graves consecuencias al futuro del sector. En general no se exige formación cualificada y, por tanto, lo mismo vale para el empresario, en muchos casos, un titulado de escuela de hostelería que un licenciado en derecho o un operario. A esto se une el hecho de que los salarios no son competitivos para una labor con unas condiciones de dedicación muy altas, en entornos de trabajo con mucha presión. Como nos indica Ismael Díaz Yubero, ex-alto cargo de la Administración y vicepresidente de la Academia de Gastronomía, “el maestre de sala es un pilar que ha caído en el descuido y el menosprecio, y siendo tan importante como el jefe de cocina. Si no asumimos esto en la formación, la profesión de camarero nunca estará bien considerada”.

 

El sumiller es un caso aparte en esta cuestión. Se trata de un profesional que requiere una formación especializada. El interés por el vino en nuestro país es tan alto, que establecimientos de cierta categoría están obligados a contratar a un especialista en esta materia, que muchas veces también ejerce funciones de maître para ahorrar costos. Es quizás una de las referencias más importantes hacia la mejora del servicio de sala: es un profesional con una formación técnica más amplia, con mayor reconocimiento por parte de los clientes y con un sueldo más elevado. Tal vez la ruta para mejorar la sala pase por una copa de vino.

 

Futuro incierto

 

La teoría de los ciclos históricos o la de los ciclos económicos distingue una rotación constante en las tendencias humanas a lo largo de la historia. La frase “cómo está el servicio” ha formado parte del imaginario colectivo en otras etapas de la historia, con connotaciones sociales muy distintas y los cocineros han vivido etapas de anonimato al igual que de fama, datadas desde la Grecia clásica hasta nuestros días.

 

El impacto global convertía a los cocineros en las figuras incuestionables de la gastronomía y consecuentemente, en las escuelas de hostelería, la mayor parte de los alumnos tendían a los fogones, desorientados por la magia y los fuegos de artificio.

Pero, ¿qué pasa ahora? En el marco de la Unión Europea, con una moneda fuerte que encarece la inversión foránea, con una población fuertemente endeudada, una oferta hostelera que está peligrosamente nivelada con la demanda y una inflación desbocada, la única buena noticia es que podemos comprar petróleo en euros. Es probable que los consumidores, especialmente si la economía cede a las presiones financieras globales, reduzcan el gasto de su excedente de renta –cada vez menor– en actividades de ocio, tal es el caso de la hostelería. También así las empresas, que están restringiendo gastos que consideran superfluos, como los viajes en clase ejecutiva o las comidas de empresa a cuenta de una tarjeta negra. Quizás el adelgazamiento de establecimientos en el sector derive en una profesionalización competitiva de la sala.

 

Por otro lado, ¿es necesario el ocaso de los cocineros para que la sala recupere su sitio? Los programas educativos están fortaleciendo las áreas de gestión frente a las de producción, pero la gastronomía es distinta hoy que hace veinte años. Las técnicas y las formas no son iguales. Por si fuera poco, la escalada tecnológica en las cocinas es creciente e implica niveles académicos, empresariales y alimentarios, además de ser un bien tangible. La sala no se ha desarrollado técnicamente, salvo quizás por la aplicación de algunas tecnologías de la información y es, ante todo, un valor intangible y humano, muy difícil de apreciar, pero que marca la diferencia entre productos similares.

 

Las soluciones que algunos nombres importantes de la sala vislumbran están en la agrupación de fuerzas. Pretenden desarrollar grupos de presión que compelan a la Administración a una reestructuración empresarial y a la contratación exclusiva de personal de sala profesional, dignificando sus condiciones. Pero en un país en el que asociacionismo y los lobbies tienen escaso calado, parece tarea dura. Dicho movimiento debería partir siempre de la piedra angular del interés económico y quizás un buen aliado fuera el sector turístico.

 

*Cifras relativas a 2008, fecha en la que se publicó el artículo.

 
 
 
 

Una cuestión con nombres propios

 

Paco Patón

 

Es director de Comida y Bebidas de los hoteles Urban y Villa Real de Madrid. Con una dilatada formación en Grupo Paradis, está considerado uno de los mejores directores de sala del país.

 

Mucha gente se avergüenza en este país si tiene que decir que es camarero. Una profesión digna y difícil ha pasado a ocupar el status profesional más bajo. Es verdaderamente complicado formar un equipo con un buen nivel de calidad en las condiciones actuales. Necesitamos una reforma empresarial, encabezada por la Administración, para dignificar el sector. Para “servir” hay que tener actitud y aptitud, no todo el mundo vale. Si el servicio es malo es que no hay servicio.

 

Joaquín Merino (1927-2011)

 

Eminente periodista y escritor, “el Príncipe” ha sido el decano de la crítica gastronómica española y contó con la perspectiva temporal más afinada de la evolución en el servicio en nuestro país.

 

Hay un bajón considerable, con motivos históricos complejos. En los años 70 el servicio de sala español era prodigioso en forma y fondo. Ahora se ha perdido hasta la sonrisa, base esencial del buen servicio. Hay tantos establecimientos obsesionados con el interiorismo neoyorkino, que la atención se convierte en bambalina. Me gusta un trato honesto y sano, exento por supuesto de autohumillación. Son bastantes los restaurantes que saben recibir, pero muy pocos los que saben despedir.

 
 

José Polo

 

Copropietario y director del restaurante Atrio de Cáceres, es el responsable de una de las cartas de vinos más acreditadas del mundo. Desde la experiencia de un gran restaurante situado en una ciudad pequeña, valora la situación.

 

No hay vocación ni formación. La gente que llega a la hostelería, está de paso hacia otro trabajo. Se deberían pagar mejores sueldos, pero la pregunta es ¿quién los paga? ¿El cliente?, ¿el establecimiento? España ha crecido sobremanera en muy poco tiempo, pero muchos países de nuestro entorno nos sacan décadas de costumbre hostelera. Cuesta mucho encontrar personal competente en provincias. Ahora que el ladrillo desacelera, empieza a haber más demanda de empleo en hostelería.

 

[Img #6327] 

 

José Ángel Sierra

 

Es jefe de Relaciones Externas de la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid, profesor técnico de Servicios de Restauración y secretario general de A.M.Y.C.E. (Asociación de Maîtres y Camareros Españoles), con numerosos galardones y dignidades en el ámbito del servicio de sala.

 

España es un país de servicios. Para no perder la partida con otros países turísticos, necesitamos atención mediática, mejora salarial y contratos más flexibles. Los ciclos formativos van a incrementarse en duración y temario. En los nuevos programas se le da a este trabajo su importancia real: trato con el cliente, protocolo, conocimientos de productos y elaboraciones, tiempos, marketing, idiomas, vinos, etc. Ahora falta que la Administración, los medios de comunicación y los empresarios pongan de su parte.

 
 

Juli Soler

 

Gastronomía, servicio y atmósfera construyen la experiencia gastronómica. El que fue copropietario y codirector del restaurante El Bulli es el otro pilar de la genialidad que convirtió a este establecimiento en el mejor del mundo.

 

Llevo tiempo pidiendo calma en el sector. Ha habido un boom de la cocina, pero ha sido muy positivo para desarrollar nuestra hostelería y ponerla al nivel del resto del mundo. En España tenemos un gran servicio de sala y la crisis de la que se habla no es tan real. Tenemos el servicio que debemos tener, tal y como funciona el sector. Hoy, los buenos profesionales de sala son mucho más reconocidos por los medios y queridos por más clientes que hace años.

 

Rafael Ansón

 

El presidente de la Academia Española de Gastronomía y presidente de honor de la Academia Internacional de Gastronomía es, por experiencia y criterio, el “metacliente” español, con conocimiento claro del estado de salud del servicio en toda Europa.

 

La sala es la asignatura pendiente de la restauración de nuestro país. Todos nos hemos dedicado a valorar casi exclusivamente la cocina y naturalmente la gente joven prefiere seguir la senda del chef. El predominio de la cocina es tan evidente que la sala, salvo contadas excepciones, funciona relativamente mal en todos los países. Los poderes públicos han de renovar los programas, otorgando una nueva calificación profesional multidisciplinar y facilitando la formación continua.

 

[Img #6328] 

 

Miguel Ángel Jiménez

 

La cocina del que fue chef ejecutivo del restaurante Ramsés de Madrid, un proyecto faraónico ideado por Philippe Starck con dos restaurantes, un showcooking, un espacio para eventos y un champagne-bar, estuvo diariamente en fricción con un equipo de sala de más de 100 personas. Esto comentaba en 2008.

 

La sala vive un momento de transición. Busca un nuevo sitio. Ahora es un trabajo monótono, sin apenas incentivos, excepto entre los sumilleres. Hay que buscar referentes mediáticos como los que existen en la cocina y los cocineros debemos ser menos egoístas: la cocina sin la sala no puede existir. Funciona al 50%. En Ramsés funcionamos muy bien porque se ha buscado un perfil de personal con muy buen rollo: multicultural, multirracial y con conocimientos de hostelería.

 

Juan García Postigo

 

Antes de ser Mister Mundo, oficiaba como sumiller en el restaurante de su hermano. Ha tenido ocasión de visitar algunos de los mejores restaurantes del mundo por motivos de trabajo y trae una perspectiva muy limpia sobre la sala.

 

La sala es y será imprescindible para la hostelería. Si queremos ser competitivos en el futuro, hay que cuidarla. Si no, se cerró el grifo. En Estados Unidos o en Asia ves un servicio realmente bueno, pero sus formas no tienen nada que ver con el nuestro. En España hay gran nivel, pero miramos tanto hacia dentro que hemos perdido perspectiva. Los sumilleres son una referencia para el cambio, porque representan una especialidad. Creo que debemos establecer rangos de expertos en sala.

 

José Luis Jiménez

 

Fue primer jefe de sala de Zalacaín, uno de los establecimientos más reconocidos de España por la gran calidad de su servicio y su conservación de las formas.

 

Hay buen servicio en España, pero se trabaja de otra forma hoy en día. Nosotros guardamos unos protocolos completamente distintos a los que se ven habitualmente en los restaurantes modernos. Ahora todo va más deprisa y hay muchos establecimientos, algunos efímeros. Los tiempos de progresión de un camarero han cambiado, son más rápidos. La hostelería no es un arte sencillo y todo ha de tener su tiempo para salir bien.

 

 

 

 

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.