Sir Cámara

Una pizca de nostalgia

Domingo, 01 de Marzo de 2015

He cambiado el espejo del cuarto de baño por uno del mismo material del marco: roble. Así, al tener menos reflejos, evito sobresaltarme cada vez que entro en esa estancia hermanada con la cocina. Ya tengo suficiente con no haber perdido la memoria y recordar, como si fuera ayer, esto suele ocurrir, cuando salió el primer número de la revista Sobremesa. Sir Cámara

Sobremesa era una excelente disculpa para rellenar carencias de personalidad,  conversaciones, tertulias, platos, vasos, las copas llegaron después… Un buen motivo, este de empezar a tener criterios, que nos sirvió para erradicar de una vez aquél espantoso concepto de las copas de cristal verde para el vino blanco y las rojas para el tinto. Eran los tiempos en los que, cuando se pedía un vino,  se pedía ¡un Rioja…!  en defensa propia y como dando a entender que éramos finos. O, simplemente, que queríamos seguir viviendo…  Y nos servían un San Asensio que nos llevó a descubrir que había vida más allá de Logroño y sus proximidades.  Asistimos al parto de la Ribera del Duero, supimos de los vinos de Utiel-Requena, Terra Alta, Costers del Sègre…  Ese  universo lodosano que proporcionaba pimientos para rellenarlos, siempre de lo mismo.

 

Lo que mi padre no me podía decir, aunque hubiera nacido un par de veces más, me lo dijo Xavier Domingo en mis primeros tiempos de Cambio 16: “Muchacho, lleva cuidado con la transición del  torrezno al paté”. Lo entendí años después de descubrir los méritos culinarios de Vázquez Montalbán y de empaparme las crónicas gastronómicas de Pepe Iglesias en El Comercio de Gijón,y las de Cristino Álvarez, que aparecían junto a mis viñetas en los recortes de periodicos  que me guardaban  en la agencia de noticias. De vez en cuando pasaba a recogerlos por Fax Press, aquella agencia de Manu Leguineche y Pilar Cernuda, en la que, además de viñetas, me permitieron la crónica gastronómica con el seudónimo de Daniel Gálvez

 

Y así, entre la sobreactuación fogonera de algunos, los tics de otros, y las tendencias más recientes, descubres nuevos datos para el asombro en este apasionante ejercicio de observar a la gente ante lo de comer y lo de beber.  Un día detectas una textura diferente en una emblemática ensaladilla rusa y preguntas,  casi afirmando,  que le falta la untuosidad habitual de la caballa en aceite. Y van y te responden que es de sirena. Saltan las alarmas. No sabía yo que se hiciera ensaladilla con las sirenas…  “No, hombre, de La Sirena; de esa que venden congelada. Total, para lo que es…” Me dice el tendero, al que parece que le extirparon hasta la más boba de las sensibilidades.

 

 Al salir del establecimiento me veo reflejado en los cristales del escaparate y recuerdo que parece que fue ayer cuando salió el primer número de Sobremesa.  Pues eso, que me han sugerido que aporte algo, una PIZCA de esto y de aquello para seguir observando, aprendiendo, compartiendo, criticando.

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