Fuster cosecha 2015/3 en 1
“¿Qué haces en el suelo? Nada. Aquí, muriéndome, creo…” . Sir Cámara
Así comienza el capítulo relativo al susto que supone pasar por un infarto agudo de miocardio en El libro del pachucho (y de la pachucha), de Ediciones Nobel, que escribió este bloguero hace un par de años para celebrar que había vivido para contarlo.
Y viene esto a cuento porque el cardiólogo Valentín Fuster acaba de presentar un 3 en 1, la hasta hoy llamada polipíldora, para evitar que repita el infarto. La idea se le ocurrió en un viaje a Rusia al observar que muchos enfermos no tomaban las tres píldoras diariamente; fundamentalmente y en muchos casos, por el elevado precio. El hallazgo incluye los tres principios activos imprescindibles para plantar cara al infarto: acetilsalicílico para evitar trombos, un antihipertensivo, y estatinas para mantener controlado el colesterol.
Otro encanto de este Fuster cosecha 2015/3 en 1 es el precio: 10 euros al mes y va a ser producido por la farmacéutica Ferrer y el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares.
Hasta aquí la novedad, la esperanzadora noticia que hace más grato el día a día de los que ya somos inevitablemente ‘pastilleros’ diarios. Pero a ello ‑y ya que estamos en territorio de Comer, beber, amar…, como titula Mayte Lapresta su blog‑ quiero añadir algo esencial: todo esto hay que hacerlo bien, desde lo de amar a lo de comer, pasando por lo de beber. Tal como recordaba yo mismo en mi Libro del Pachucho (y de la Pachucha), tras un accidente cardiovascular hay que aprender a vivir de nuevo. Un organismo al que no se le ha negado nada y se le ha dado cuanto se le antojaba, necesita ahora ser reprogramado. Y, créanme, es duro porque las dosis de alcohol de manera incontrolada, de nicotina, grasas, azúcares ‑añadidos en casi todo menos en la fabada de conserva- produce un estado de cruel reclamación: ¿qué hay de lo mío?, parece que te echa en cara. Ante eso no queda más salida que la sensatez. Hacer unos emplatados a la baja en la cocina y recomendar que los alimentos se coman con calma. En una palabra, se trata de aprender a comer otra vez. Y, como cardiópatas en potencia somos todos, hay que sustituir la sal y otros aditivos peligrosos por un herbario al gusto de cada cual para condimentar los platos. El azúcar puede ser sustituido por los azúcares naturales de las frutas a esas horas, generalmente a media mañana, en las que demostrarías que entrar en la Unidad coronaria es tan fácil como que un Bollicao pase por el agujero de un Donut. Y si persiste la gusa, pues nada mejor que comer frutos secos junto al marcador: omega 3 y tú más.
Como sugiere la directora de Sobremesa, Comer, beber, amar, son conceptos que dignifican al individuo si se ejercitan con algún criterio más elevado que el simplemente saciante. Del primero, de comer, se debe hacer el uso sensato ya descrito; nada de repetir. Con el segundo, la repetición te puede delatar al hablar, y el tercero se podrá repetir siempre que se convierta en un ejercicio complementario de lo ya dicho y de la polipíldora del doctor Valentín Fuster.
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