Sir Cámara

El padre como disculpa

Lunes, 16 de Marzo de 2015

El padre siempre es una excelente disculpa. Conozco gente que justifica la afición a la bebida porque su padre le puso delante, con nueve añitos, una botella del entonces recién nacido güisqui Dyc. Y todo para ver qué cara ponía, porque, decían, “el güisqui sabe a chinches”. Sir Cámara

Lo decían aquellos hombretones de colosales tragaderas que, simulando desprecio y asco, se atizaban un copazo de aquello que entonces todavía se podía llamar coñac. La “coñá” para algunas abuelas que lo tentaban a escondidas.

 

 

Con el crecimiento de la muchachada, y la siempre cercana figura del padre, ese educador inexperto e intuitivo, fueron surgiendo los más variados tragos, para ilustrar el desarrollo: un vermú, una de las primeras cervezas que llegaron del mundo exterior, el ya conocido espirituoso que decían sabía a chinches, el cubata… Hasta que, de pronto, un día descubres el vino. Y quieres compartir. Cada uno tiene su bodega preferida y en el Día del padre se intercambian botellas, porque el niño del güisqui tempranero también es padre.

 

De esta manera tan boba y con el carácter atemperado por el paso del tiempo, con la copa de un buen vino en la mano, se disfruta comentando los regalos de ese comercial 19 de marzo. La corbata, cada vez menos protagonista, vuelve a ceder terreno a las colonias y las entradas para eventos y espectáculos. Aunque vuelven a tomar fuerza, como ocurrió hace unos años, los regalos tecnológicos. En ese terreno también se han colado los chismes de cocina. Cada vez hay más gente que se pone un delantal: Unos igual que los que se ponían el chándal para tomar unas cervezas y bajar a por el pan; otros para intentar sorprender a la familia con un plato. Aunque a continuación, y sin programarlo, comience la fiesta del Almax.

 

El quemador-soplete de cocina resulta lo más habitual desde que se lo han visto a los chefs mediáticos en la tele. El descorazonador de piñas, aunque luego a nadie en casa le gusta.

‑“A mí sólo ponme arroz.”, dice la abuela.

‑“Abuela, que no es arroz, es piña.”

‑“Pues no me pongas, que eso no me gusta”.

De modo que ahí se queda el artilugio, ocupando un espacio en un armario del que tardará años en salir.

 

Hay que tener en cuenta también los regalos artesanales de los más pequeños: Una figura de plastilina hecha en el cole y de la que cuelga una etiqueta que reza: “al mejor padre del mundo”. ¡Y unas croquetas de jamón! Un segundo regalo de artesanía pura en el que ha influido la madre, porque sabe de la pasión del cabeza de familia por tales maravillas, regalo que servirá para animarle a que se las haga el mismo con el libro de recetas que acompaña el tuper.

 

Pero si los libros de cocina mienten, mienten todos…, brama la familia dando la razón a los homenajeados. Cuando no se columpian en las cantidades, lo hacen en los tiempos; o no explican bien determinado y delicado paso de la elaboración. En ese momento surgen las aportaciones más pegadas a la realidad: “Déjate de chorradas. En Internet hay tutoriales para todo, con unos videos muy didácticos que te hacen las cosas más fáciles.” 

 

El padre susurra a la madre que con eso ocurre como con los tutoriales de amar, antes porno.  “A pesar del vídeo, hay que tener el día para alcanzar el éxito” Incluso saber elegir, piensa ella con cierta guasa. Felicidades

SOBREMESA no comparte necesariamente las opiniones vertidas o firmadas por sus colaboradores.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.