Enoturismo en Portugal: siguendo el curso del Douro

Expertos en la conducción han coincidido en señalar la carretera que circunda el Douro portugués como la mejor del mundo para circular. Es la N-222, en concreto el tramo entre Peso da Régua a Pinhão, dos de las principales poblaciones vinícolas de esta región, a medio camino entre Oporto y la frontera con España. Kilómetros de curvas cerradas salpicados de rectas son el motivo, un lugar para el disfrute del que le gusta conducir. A vista del resto, visitar este valle es un constante subir y bajar, un trazado curvilíneo, con tramos más pronunciados y otros más sinuosos, en un escenario natural espectacular por las impresionantes vistas que regala.

El caudaloso Douro discurre abrazado por infinitos viñedos en terrazas, en los que dominan los suelos de pizarra. Declarado en 2001 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, este valle es el origen del vino de Oporto y más recientemente de los DOC Douro (Denominación de Origen Controlada), los tintos y blancos que a partir de los 90 han comenzado a ocupar un lugar destacado en las bodegas de esta región.

Protegida de los vientos atlánticos por las montañas Marão y Montemuro, sus alrededor de 50.000 hectáreas de viñedo se reparten entre el Baixo Corgo (el Corgo es un afluente del Douro), al oeste; el Cima Corgo, localizado en el centro, en torno a Pinhão, donde se ubican gran parte de las más famosas quintas (bodegas); y el Douro Superior, la zona más cercana a la frontera y la más cálida y seca, aunque todos la señalan como “la mejor”. Caracterizados por un clima mediterráneo, los veranos secos y calurosos (hasta 35-36 grados) dan paso a inviernos largos y muy fríos. Una duras condiciones que llevaron a las bodegas, desde sus comienzos, a reposar y envejecer sus vinos a Vila Nova de Gaia, la otra orilla del río en su desembocadura al Atlántico, situada frente a la ciudad de Oporto. Es éste otro de los motivos por los que el río adquirió la relevancia que tiene, pues era la vía por la que llegaban las barricas de vino desde el valle, transportadas en rabelos, barcos típicos de madera que hoy invitan al turista a navegar mientras conocen la historia de las bodegas.

Cruzando el río

Vila Nova de Gaia es una orilla de lo más animada. El vino está en el ADN de estas tierras y el enoturismo es una importante fuente de ingresos. Las más reputadas firmas tienen sus instalaciones abiertas y preparadas para recibir a numerosos visitantes. En sus naves de reposo, las barricas en penumbra, correctamente apiladas e identificadas entre gruesas paredes de piedra y bajo un silencio sepulcral, la mente te traslada inevitablemente a las bodegas jerezanas.

Graham’s, Taylor’s, Ramos Pinto, Porto Cruz o Sandeman son solo algunas de las 14 cavas de vino ubicadas en Vila Nova de Gaia, todas en edificios históricos, con impresionantes cuevas para la crianza, y privilegiadas vistas a Oporto y al río. En cuanto a su portfolio, conviven diferentes líneas de oportos con tintos y blancos DOC procedentes de las diferentes quintas que cada empresa tiene repartidas por el vasto valle del Douro.

Bodegas centenarias

Las bodegas que congrega Vila Nova tienen siglos a sus espaldas. Los orígenes de Graham’s datan de 1820, cuando fue fundada por William y John Graham, y fue de las primeras empresas portuarias que invirtió en viñedo en el valle del Douro, adquiriendo en 1890 la Quinta dos Malvedos. En 1970 los herederos vendieron la compañía a la familia Symington, quien sigue el legado de sus fundadores. De esta casa cabe destacar la colección de vintage que atesoran en sus cavas desde el siglo XIX, la categoría máxima cuando se trata de oportos, elaborados con uvas de una única añada y que, tras pasar dos años por barrica, puede permanecer embotellado por tiempo infinito, al menos eso aseguran. 

Taylor’s fue fundada en 1692 y aún hoy está en manos de la misma familia propietaria en su sexta generación. Es una de las casas productoras de oporto más antiguas y cuentan con una de las más grandes reservas de vinos envejecidos en barrica con los que elaboran sus tintos tawny con indicación de edad (de 10, 20, 30 y 40 años). Además es conocida por ser la creadora del Late Bottled Vintage (LBV), un estilo de oporto del cual continúa siendo el principal productor. En el edificio que ocupa, cuenta con un restaurante con magníficas vistas a Oporto, y al lado un hotel vinícola de gran lujo, The Yeatman, donde dicen tener la mejor carta de vinos portugueses del mundo.

Desde hace más de 10 años, Sandeman forma parte del potente grupo luso Sogrape, pero sus orígenes se remontan a 1790 cuando la funda el joven escocés George Sandeman. Ayudado por su padre, se estableció como marchante de vinos especializado en jerez y oporto, hoy señas de identidad de la firma con impresionantes bodegas en ambas ciudades. Es más, su logo es una silueta negra con la capa tradicional de los universitarios portugueses y el típico sombrero cordobés. De esta casa destacan sobre todo sus tawny, aunque incluye todos los tipos de oportos y ‘douros’. En las quintas que tienen en el valle ofrecen alternativas enoturísticas como hacer un picnic entre viñedos y en Vila Nova de Gaia han abierto una terraza a la entrada de la bodega para picar algo y probar sus vinos y cócteles que elaboran con algunos de ellos.

La coctelería es una muy buena vía de entrada al consumidor menos avezado, también desarrollado por la bodega Porto Cruz a través del portonic, una mezcla ingeniosa y fresca de oporto blanco seco, tónica, hierbabuena y limón; y el porto pink, su versión ‘rosa’, junto a otros combinados. El lugar, el Espacio Porto Cruz, abierto hace dos años y que consta de un museo virtual e interactivo, un restaurante y una estupenda terraza para tomar copas y sus creaciones cocteleras disfrutando de panorámicas inmejorables y privilegiadas puestas de sol.

Porto Cruz elabora vinos desde 1887 y en este momento pertenece al importante grupo francés de bebidas alcohólicas La Martiniquaise. Una mujer de negro es el símbolo de la marca, con una amplia gama de productos que tienen en la línea Dalva sus vinos más premium. Con unas 45.000 hectáreas de viñedo en el Douro, 33.000 las destinan a elaborar oportos.

Más oporto

Tan solo separada del río por la carretera se encuentra Ramos Pinto, otra de las bodegas adquiridas por una compañía francesa. Puesta en marcha por Antonio Ramos Pinto en 1880, –cuya oficina se ha reconvertido en museo visitable, desde 1990 es propiedad de Louis Roederer, la famosa casa de champagne–, y cuando comienzan a elaborar también vinos del Douro. Se dice que en Ramos Pinto fueron pioneros en poner en el valle la viña en espaldera, favoreciendo la mecanización. Su bodega principal es Duas Quintas, en el Douro Superior, marca de sus DOC y uno de los primeros tintos elaborados en el Douro a partir de la mezcla de uvas procedentes de dos quintas, motivo al que responde su nombre. Aunque la intención inicial de su creador era hacer vinos para el mercado brasileño, el hecho de buscar nuevos mercados lleva a variar el perfil de sus elaboraciones a partir de 1983, resultando vinos más concentrados y menos dulces.

Vranken Pommery Monopole, con sede en Reims, compra Rozès Porto en 1999 y cuatro años más tarde suma Quinta do Grifo, en el Douro Superior, de donde proceden sus DOC. Los inicios de Rozès se localizan en Burdeos en 1855, donde Ostende Rozès comienza a importar y comercializar oportos, pero será su hijo quien crea la marca en el siguiente siglo. Cuenta entre sus curiosidades el haber convertido su bebida de aperitivo Rozé en una marca, un vino fresco, frutal, goloso, que sirven acompañado de cáscara de naranja y hielo.

A pie de valle

No es hasta entrada la primavera cuando bajan los vinos desde el valle del Douro hasta Vila Nova de Gaia. Adentrarse en el valle supone visitar quintas, algunas impresionantes, y recorrer viñedos. El pueblo de Pinhâo es uno de los centros neurálgicos de la zona, dada su localización y la cantidad de bodegas que lo circundan. Otro es Peso Régua, donde se encuentra el Museo del Douro además de ser el pueblo que más azulejos decorativos reúne por influencia holandesa. Nos lo cuenta Paolo Osorio, de Porto Réccua, una comercializadora que, además de tener marca propia, vende los vinos de Vale do Rodo, la cooperativa del Douro que ahora posee el 51% de las acciones de Porto Réccua.

Dada la reseñada calidad del Douro Superior, a pesar de ser la zona más alejada merece ser visitada. Es más, el atractivo de esta región vinícola ha animado a muchas bodegas a montar sus propios alojamientos, cualquiera de ellos con enorme encanto. La Sociedade dos Vinhos Borges tiene sus viñas por aquí. Fundada en 1884 por los hermanos António y Francisco Borges, adquieren Quinta da Soalheira en 1904, dedicada a la producción de vinos DOC y oportos. Esta sociedad, desde 1998 propiedad de la familia Vieira (quienes fueran sus principales distribuidores en el mercado nacional) cuenta con 340 hectáreas de viñedo entre 100 y 650 metros de altitud, pues si superan esa altitud solo podrían etiquetarse como vinos de mesa.