Un euro por receta
La propuesta de cobrar un euro por receta para “promover el uso racional de los medicamentos y los productos sanitarios”, fracasó. No voy a sacudir aquellos asuntos para recuperar lo más valioso, si es que lo tuviere, pero sí aprovecho el enunciado para llevarlo de una manera sanamente interesada a mí, nuestro, terreno. Sir Cámara
En estos días, en los que la alimentación de los niños es un argumento de necesaria e inmediata solución, y mientras los editores se quejan de la piratería, vengo a proponer y propongo eso mismo: que se aporte un euro por cada receta ejecutada.
Trato así de salir en defensa de los autores, los editores y los pequeños ciudadanos de un mañana incierto. Traigo esto aquí por si alguien quisiera darle forma al asunto. Y lo hago justo cuando la piratería sólo parece afectar a la novela, en cualquiera de sus manifestaciones, al relato y, aunque menos, al ensayo. Como si los autores de los libros de contenidos culinarios fueran hijos de un dios menor, oye.
Seguro que Caius Apicius, aquél noble romano, exquisito y pudiente y de obligada cita, que se suicidó cuando su economía se tambaleaba, y autor del primer tratado de cocina, se apuntaría a esta propuesta de sencillísima mecánica: aportar UN EURO POR CADA RECETA que llevemos a nuestros platos. Incluso, en conciencia y siendo honrados, un euro también por cada receta que saquemos de Internet. El receptor inicial de la propuesta, por proximidad, podría ser una gran revista de gastronomía y vinos nacida en 1984 que pasaría el testigo después a un organismo creado ad hoc para gestionar el caudal de sincera y eficaz voluntad de mejorar lo que a los políticos les llevaría mucho tiempo.
Incluso los autores de estos libros especializados, cocineros, sean mediáticos o no, expertos en dietética y nutrición, médicos y educadores que lo quisieran, podrían aportar su conocimiento en algún rato libre y en esos comedores infantiles. Un aporte que alimentará tanto como lo que se sirva en cada plato.
Ha sonado la hora de dar forma a los nuevos ciudadanos y no podemos dejarlo todo, como hicieron con nosotros cuando miraron para otro lado en momentos cruciales. De ahí que la alcaldesa de Madrid se preguntara en El Vaticano lo que se preguntó el otro día… Si no nos educaron, ni sexual, ni social, ni nutricionalmente, ¿qué vamos a esperar?
La ironía habitual hoy está aparcada en beneficio de una cuestión importante y necesaria para dotar de veracidad al importante salto que han dado las disciplinas gastronómicas españolas aquí y en el mundo. Un euro por receta, no es sólo una cantidad. Es una manera de compartir generosamente el conocimiento haciéndolo real en los momentos más difíciles. Premeditadamente más difíciles. Pues eso.
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