Esas cosas del comer...

E igual que se me revuelve el estómago cuando me timan en un restaurante también considero que hay que ampliar miras y no aplicar el mismo rigor matemático en un restaurante serio donde buscas la perfección de cada plato del menú degustación que en un “centro de ocio” como los que me encontré en este ya añorado verano en Ibiza. Hablo de Heart, de Lío, de Sublimotion, de esos lugares donde música, espectáculo, diversión, glamour se unen a la gastronomía para conseguir una experiencia diferente. Digamos que es como si juzgas con dureza el pescaíto frito de un tablao flamenco o la panceta de una feria, llegando a los extremos. Te los comes encantado porque sabes dónde estás, qué has ido a buscar y lo encuentras acorde. Pues con estos lugares ocurre algo parecido. No es lo mismo el Celler que Sublimotion porque no debe serlo. Primero porque la actitud del que escoge estos lugares de ocio para pasar una noche divertida es totalmente distinta, no busca la excelencia culinaria, aunque por supuesto la agradece. Segundo porque la sala impone una forma de trabajo a la cocina muy diferente, difícil y exigente en cuanto a tiempos, emplatado, servicio, iluminación, actitud del comensal (por cierto, alucino con el fashion-público de Ibiza por lo mucho que se pasean de mesa en mesa a lo largo de la cena ...). A pesar de ello, tengo que decir que comí en todos ellos muy bien, siempre desde esa perspectiva generosa de la que hablaba, en la que el entretenimiento no solo está en el plato, que también, sino que se conjugan muchos estímulos para convertir el momento en un gran momento.