Cochinillo y más
Segovia, enclave histórico castellano, patrimonio delicioso
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La ciudad, con su majestuoso Acueducto, es un lugar de peregrinaje turístico, donde, sin embargo, también conviven junto a los souvenirs interesantes enclaves gastronómicos que siempre es interesante visitar. Luisa Denis. Imágenes: Álvaro Fernández Prieto
El núcleo antiguo de Segovia es una zarabanda de callejuelas que suben y bajan, entrecruzadas. El Acueducto –el mejor conservado del mundo– es nuestro punto de referencia. Data del año 10. Su parte vistosa tiene casi un kilómetro de longitud, con 166 arcos. Construido en piedra granítica, sin argamasa, es un portento arquitectónico.
Por la Calle Real, de camino hacia la Plaza Mayor, contemplaremos los palacios de la Alta Edad Media y del Renacimiento, como el del Conde Alpuente. En un golpe de vista, desde el mirador de Canaleja, veremos el barrio de San Millán y la montaña de la Mujer Muerta; en el camino, la Casa de los Picos y una hermosa iglesia románica, la de San Martín. Luego, la Plaza Mayor, llena de cafetines. Capturará nuestra atención la Dama de las Catedrales, obra colosal del gótico renacentista en cuyo interior se atesora el primer libro no literario impreso en España, el Sinodal de Aguilafuente, porque a Segovia llegó Gutenberg antes que a ningún otro lugar en la península. El Alcázar, antiguo castro celta, evolucionó hasta transformarse en el majestuoso palacio que hoy contemplamos, Archivo Militar del Reino. Sobra tiempo para el otro patrimonio de la ciudad: la gastronomía.
Imperio del cochinillo
Más de una quincena de restaurantes de la ciudad brindan a sus clientes los cochinillos de Segovia con Marca de Garantía, nacidos del cruce entre especímenes seleccionados. No sobrepasan los 6 kg de peso, no llegan a los 21 días de vida y se alimentan exclusivamente de leche materna. Los emblemáticos mesones de la ciudad Cándido, Duque y José María capitanean un movimiento culinario tradicional, que solamente permite el uso de estas piezas a restaurantes de la provincia. Reconoceremos los lechones por un crotal ganadero azul en la oreja y una etiqueta de identidad. Mesón de Cándido (Plaza Azoguejo. 921 425 911) es, no cabe duda, precursor y el embajador más destacado de este producto en España y en el extranjero, habiéndolo puesto de largo en lugares como Nueva York. El ritual de partir con un plato la crujiente piel del animal recién salido del horno se ha convertido en una poderosa liturgia del sabor. Cocina tradicional, cierto espectáculo carpetovetónico y una inmensa galería fotográfica de personalidades ilustres que se han sentado en esta casa a la sombra del Acueducto. Las primeras horas de servicio congregan, lógicamente, numeroso público extranjero. P.M.: 40€.
Corredor de fondo
Maracaibo. Ezequiel González, 25. Tel.: 921 461 545.
El primer restaurante en dar un giro copernicano a la cocina segoviana sigue en buena forma. Óscar Hernando, cocinero de casta, agitador culinario castellanoleonés, afronta las mejores materias primas (como las de su huerto secreto) con ideas sensatas y atractivas. P.M.: 45€.
Velocista de élite
Villena. Plaza Capuchinos. Tel.: 921 461 742.
Ha cambiado de domicilio al magnífico hotel Convento Capuchinos. Bajo la nueva dirección de Rubén Arnanz, chef creativo, sensato y apasionado, el proyecto expresa un all in culinario fundado en productos de proximidad e interesantes acabados en sala. P.M.: 50€. Menú degustación: 45/60€.
Vagón con vistas
La Postal. Sacramento, 22 (Zamarramala). Tel.: 921 120 329.
Ubicado en una elevación, el restaurante cuenta con un comedor instalado en un antiguo vagón de tren de la serie 7000 bautizado con el nombre del poeta Antonio Machado, que tanto escribió en este medio de transporte. Vistas privilegiadas de Segovia. P.M.: 30€.
Fuera de carta
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