EL DESORDEN DE LOS FACTORES ALTERA EL PRODUCTO
Al pie del texto anterior que firmé en este blog, encontré un comentario esclarecedor. Gracias a esa breve observación descubrí que escribo de asco y que no me explico. Traté de analizar la estructura gramatical que en el día a día guía nuestras expresiones y resulta que me perdí en los meandros del “exnobismo”, según el lector. Gracias. Ya pregono desde el enunciado de esta sección que el español habla de todo, incluso de lo que no sabe. Empezamos. Sir Cámara
Confío en que estas líneas tengan una doble utilidad, tanto por el entretenimiento que surge de su lectura como de los contenidos que pretendo compartir con ustedes. Hace unos días, en una pescadería de Mercadona, casi tengo que salir corriendo al cuarto de baño. Uno va teniendo unos añitos, pero la incontinencia no es, todavía, una de mis preocupaciones. A lo que iba, pregunto por el origen de unas sardinas de una pinta buenísima y me contesta con naturalidad la vendedora que son de Andorra. La familia, vida y milagros de los Pujol desfilaron en imágenes entre una contenida carcajada que por fin estalla. ¿¿¿De Andorra…???, repregunto con las piernas casi cruzadas para evitar males mayores. Otra vendedora que seguía la conversación, divertidísima, aclara a su compañera: lee bien, tía, no son de Andorra, son de Hondarribia. La aclaración puso fin a la divertida confusión, hija de la lectura rápida, que a punto estuvo de hacer bueno lo de “por el monte la sardina, tralaraaa…” Un episodio saludable hasta el final porque, además, las sardinas eran exquisitas
Dos desayunos más allá, aparece la vecina que me comunica con el exterior y me certifica que hay vida vegetal, animal y mineral más allá de mi estudio, en el que permanezco estabulado a pie de flexo, lapiceros, acrílicos y teclado. Y, como la señora de Fátima a los pastorcillos, se me aparece con exquisiteces bercianas. Entre otras cosas, una longaniza de vacuno fugaz. No, no es una raza característica de los pastos leoneses; lo defino así porque desde las primeras incisiones que se le practicaron a la longaniza hasta que desapareció, pasó muy poco tiempo. Su fugacidad se debe a la sorprendente, no exagero, calidad: el picado exacto, ni menudo-pastoso, ni saturado de tropezones y alguna indeseable dureza, que suelen ser frecuentes hasta en las mejores familias charcuteras. El condimento, pimentón berciano, sal, ajo orégano, la dextrosa habitual, el magro de vacuno, el tocino y la panceta, nada que no sea frecuente en este tipo de productos, hicieron desmerecer el conjunto de esa ya llamada en casa la “longaniza fugaz”.
En este caso el desorden de los factores no ha alterado el producto, pero si en vez de ser la vecina hubiera sido yo el descubridor de aquello, es muy probable que las cosas no me hubieran llevado a teclear este ánimo de compartir. Y lo digo porque, según me llegó a las manos, no ofreció más garantías que las clásicas que me producen en el ánimo los productos bercianos por naturaleza. Pensé que bastante tienen con cuidar sus elaboraciones, sobre todo las cárnicas. Solicité al fabricante la ficha técnica de la longaniza y alguna foto, con el fin de aportarlas como ilustración, y me cuentan que “…sólo tienen fotografías del producto según se vende”. Es decir, amortajado en una bolsa de plástico al vacío que no hace justicia, sino más bien lo contrario; con la fría etiqueta, esperando su momento de gloria… Es en ese momento cuando te das cuenta, de nuevo, de lo importante que es la imagen, no para maquillar, sino para mostrar las texturas, los tonos, los méritos, como son. Esas fotos que se hacen hoy día… ¡que casi hasta huelen algunas…!
Como el protagonista del comentario es inmejorable, sólo cabe esperar que le mejoren un poquito la imagen para que encuentre los accesos a los sentidos con más facilidad. Por cierto, la tienda online la pueden encontrar en www.embutidosbierzo.com Pues eso, que aproveche, a ser posible en compañía de un primo hermano de esa longaniza, un vino monovarietal de uva Mencía, Luna Beberide, denominación Bierzo, sorprendente también (me encanta recomendar para que me lleven la contraria) y con un grato diseño de etiqueta para evitar que el desorden de los factores que son producto de la casualidad, visual o auditiva, no alteren las propiedades finales y reales. Pues eso…
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