El chef francés se ocupa de la gastronomía del grupo Cité Hotels, estrena establecimiento en Toulouse, donde el restaurante Le Cénacle es la estrella. Un entorno donde degustar la cocina francesa de aire sueño.
Teresa Álvarez. Imágenes: M.L.
Jérôme Ryon (Bourg-Bresse, 1971) inició su trayectoria junto al brillante chef Marc Veyrat de L’Auberge de l’Eridan, en cuyos fogones adquirió ese gusto por las hierbas aromáticas y la sutilidad de una cocina de aromas ligeros pero elegantes. Muy pronto se sumó a las filas del histórico Hôtel de la Cité donde puso todo su empeño en rescatar recetas tradicionales de la cocina regional buscando pequeñas innovaciones que no desvirtúen ni el producto ni la receta. con 15 años de recorrido en esta cocina y una estrella recibida en 2006 y revalidada año tras año, Ryon siente pasión por la huerta del sur de Francia (muy presente en su carta) y por el pollo de Bresse que elaboraba según una receta secreta de su abuela bajo el nombre de Pollo a la crema. una panadería propia y una carta de vinos que supera las 1.000 referencias gestionada por su sumiller, Baptiste Ross Bonneau, son las bases de calidad que completan la oferta de este chef.
Este otoño Jérôme ha emprendido una nueva aventura en Toulouse, siempre de la mano de la familia Pujol, propietarios del grupo hotelero Cité Hotel. Se trata del nuevo hotel La Cour des Consuls, que acoge el restaurante Le Cénacle. Bajo su batuta y con el apoyo de su cocinero de confianza, Thomas Vonderscher, el restaurante se sitúa ya entre los más demandados de la ciudad rosa.
Cuestión de familia
El grupo Cité Hôtels, un negocio familiar creado en 1963 por la familia Pujol, es sin duda una verdadera institución en el mundo de la hostelería francesa, con tres hoteles en la histórica ciudad de Carcassonne y la nueva apertura de Toulouse, el Hotel La Cour des Consuls, un enclave perfecto con una fachada neoclásica típica de la ciudad y muy cerca del río, perteneciente a la cadena MGallery de Sofitel.
Con estilo e historia
La decoradora Chantal Peyrat ha realizado el interiorismo del nuevo hotel La Cour des Consuls. Una apuesta que combina elementos clásicos y modernos en un exclusivo entorno, conservando el encanto del majestuoso edificio que lo alberga. Entre los elementos más significativos, la chimenea que preside el salón del restaurante o la magnífica escalera con pasamanos del artista Joseph Bosc.
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Le Cénacle
El gastronómico del hotel la Cour des Consuls está guiado por el segundo de Jérôme, Thomas Vonderscher, un jovencísimo cocinero (25 años) que sigue los pasos marcados en la Barbacane, con una cocina de sello conservador con pequeñas pinceladas de modernidad. Producto local de primera categoría y cierta apertura internacional son dos de los sellos de este nuevo restaurante en Toulouse.
Hotel de cuento
Sin duda, la casa madre y principal motor del prestigio adquirido por este chef es el histórico Hôtel de la Cité, en pleno casco histórico de la impresionante localidad de Carcassonne. Construido en 1909 y formado por tres edificios, de los cuales el principal es Patrimonio de la Unesco, este bellísimo hospedaje siempre fue concebido como hotel, desde su apertura, pasando por diferentes propietarios hasta la actual gestión de la familia Pujol. Por sus habitaciones han pasado personalidades del mundo de la política, las artes y las ciencias, algo que se puede comprobar en los libros de registros que mantienen perfectamente conservados desde su apertura. El hotel cuenta con 59 habitaciones y 13 suites, un bar biblioteca y una antigua sala de correspondencia, hoy destinada a centro de negocios. El hotel cuenta con un servicio de spa con diferentes tratamientos, trabajando de manera específica con la marca local Graine de Pastel, que utiliza el Pastel, un tinte natural de un azul intenso que hoy en día se aprovecha, por sus propiedades beneficiosas, con fines cosméticos. Sus jardines, sus vistas, la tranquilidad que se respira en su interior y su magnífico restaurante hacen de este remanso de paz uno de los hoteles más deseados del mundo.
Un poco de turismo
A orillas del Garona
Toulouse, la llamada ciudad rosa por el ladrillo con el que se han fabricado las principales fachadas de sus edificios, es la cuarta ciudad en importancia de Francia tras París, Marsella y Lyon. Sin la relevancia gastronómica de éstas, el valor culinario de esta ciudad gala no deja indiferente al visitante que tras recorrer sus bellas iglesias y cruzar sus impresionantes puentes, puede relajarse sin miedo a equivocarse con cualquier propuesta de las que llenan la Plaza del Capitolio.
Ciudad medieval
Tras atravesar sus dos imponentes murallas, la ciudad medieval de Carcassonne se muestra absolutamente deliciosa y perfectamente restaurada para deleite del turista. Durante el día, cientos de visitantes recorren sus múltiples calles y comercio, pero al caer la noche las callejuelas se silencian y es entonces cuando el lujo de alojarte en el casco histórico toma toda su relevancia. Recorrer cada rincón a la luz de las pequeñas farolas es una experiencia mística difícil de olvidar.
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