Sir Cámara

COGERLO CON PINZAS

Miércoles, 20 de Enero de 2016

La evolución del hombre camina de la mano de la evolución de los alimentos y ambos avances han dado sus frutos: más expectativas de vida, un aumento de la talla y criterios incluso para decir “pues ahora que distingo lo que es saludable de lo que no lo es, voy a comer premeditadamente mal”. Y luego, para mejor situar mi reflexión, tenemos la máxima con la que pórtico estos comentarios: “el español habla de todo, incluso de lo que no sabe”. Empezamos. Sir Cámara

El fenómeno que nos lleva a pontificar sobre aquellos temas que de pronto han dejado de ser un secreto para la mayoría, es lo que me ha inspirado esta reacción bloguera. Recuerdo que, siendo un crío,  un tal Manolo Santana, un español que hacía cosas raras, quiero decir que no daba patadas a una pelota, triunfaba por el mundo y aflojó el  verbo del personal.  Algo similar ocurrió cuando ganó Massiel en Eurovisión, cuando Alonso triunfó fugazmente en la Fórmula 1 y cuando Ferrán Adrià nos demostró que los químicos deberían salir más a menudo de los laboratorios para enrollarse en las cocinas.

 

Desde aquel día de lo de Santana, todo el mundo opina sobre el organismo de Nadal. Desde lo de Massiel, todo el mundo habla de política casi con el ritmo locuaz de Errejón. Desde la hazaña de Fernando Alonso, la mecánica, el reglamento y las interioridades  de la Fórmula 1 son el hilo ambiental  en cualquier reunión de amigos. Desde lo de Ferrán Adrià, uno de los hombres más innovadores del mundo, se  ha confundido su aportación a la Humanidad con las bobadas de moda de los chefs mediáticos que son imitados por los que creen que  al hacer un emplatado lo correcto  es ponerse  flores con unas  pinzas.

 

De la misma manera que asistimos a la presentación de la “singularidad” culinaria de  la angula, la gamba y  el percebe, parece que  presenciamos ahora un tiempo nuevo en los placeres culinarios con una reorientación diferente, más intensa, más auténtica… Y hasta más abundante. Perece ser que regresamos  a nuestros orígenes;  cada uno a los suyos, sin renunciar a lo que nos han enseñado en este grato recorrido de los últimos años. Gracias, muy especialmente, a Joan Roca por compartir sus hallazgos, sus investigaciones y los sorprendentes resultados que no todo el mundo comparte con esa naturalidad. Y, ya puestos, a Martín Berasategui por hacer sencillas las grandes puestas en escena sin bobadas.

 

Ha sido, en ocasiones, un viaje de pesadilla. Lo mismo que en el nombre de un dios y de una patria se han hecho barbaridades, en el nombre de la innovación hecha moda se ha insultado a la inteligencia, se han saqueado bolsillos y se han propagado los criterios más negativos de lo que era una cocina innovadora.

 

Creo que ya comenté aquí que en el nombre de los boletus  -se entiende que en términos generales y mientras no se dijera lo contrario se trataba de Edulis o Aereus, según temporada-, he visto servir boletos  Badius y otras subespecies, igualmente comestibles, pero de escasa calidad y  al precio del mítico Edulis.

 

Pero,  sobre todo, lo más grave ocurrió cuando los cocineros sin escrúpulos se contagiaron mal de los grandes chefs, mediáticos  o no, sin saber imitarlos. Y lo pagamos muy caro, muy caro… Cuantos solomillos, cuanto foie, cuantos hongos se han humillado de oído para alcanzar sus últimos objetivos: la clavada y el postureo.  Una usurpación que también sucede en otros ámbitos.

 

Vienen otros tiempos y espero que dejen ya de cogerlo con pinzas. No acudimos a un restaurante a ver como imitan lo último que han visto en Canal Cocina o en otro soporte, porque no buscan la formación; se quedan en vulgares imitaciones.  Lo moderno, un término que se queda obsoleto al acabar de pronunciarlo, se ha terminado tal y como lo tenían asimilado ciertos personajes con mandil y un perfil  oportunista que, se ha visto, te limpiaban el borde del plato al servirlo, suena a coña, con una Spontex que llevaba camuflada en esa mano que esconden en la riñonada.

 

Mi consejo es que se marchen a un balneario para que les curen las lesiones lumbares derivadas de años y años emplatando con criterios de apariencia, y, creo que ya lo dije aquí también, de maquetista.  Atentos a la realidad. Pues eso.

 

 

 

 

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