Sir Cámara

AND THE “VINER” IS…!!!

Martes, 02 de Febrero de 2016

La competitividad es el más saludable recurso para combatir la mediocridad. Competir con criterios es la mejor contribución a la investigación, el desarrollo y la innovación que pueden hacer rentable nuestro esfuerzo diario a título personal o como colectivo. Si no lo digo desde el rigor, me da algo. Dicho está. Sir Cámara

Y lo expongo con este rigor porque sigo sin entender ese empeño planetario de competir, ya parece que por deporte, para nominar la mejor película del mes o del año, ya sea comedia o drama, profunda introspección histórica en el tejido antropológico de un pueblo o una película del landismo de las que van a premiar en los Goya.   Igualmente, y esto ya casi es disciplina deportiva, se empeñan en elegir el mejor cocinero del año, el mejor vino,  el mejor médico, abogado, ingeniero, camarero, peluquera, bióloga, pontífice, etc…

 

Y se trata de llegar a esas conclusiones con sensatez y argumentos y conteniendo la risa con una mueca que te obliga a justificarla de la única manera posible: diciendo  que son gases.  Retomemos. No, no pueden competir al mismo tiempo un médico de familia y un forense; un camarero del bar de abajo y uno de Ritz; el Papa Francisco y el padre Ángel… Cada uno, no sólo ellos, está en su realidad y su dimensión.

 

Vamos, que no se puede meter en un estadio olímpico a unos especialistas en cien metros vallas para ponerlos a competir con los de maratón, los de triple salto o los de lanzamiento de jabalina. Habría que buscar un desempate. Puede que a croquetas. Sí, recurrir a una disciplina diferente y absurda  que encumbre al primer puesto al que haga las mejores croquetas de bacalao, por poner un caso...

 

Tampoco sería justo, porque puede que el de triple salto haga unos soldaditos de pavía estupendos y argumentaría en su defensa que también llevan bacalao… Es difícil, pero puede que ya  me van pillando la intención.

 

Sin embargo ocurre algo similar con los vinos. Lo de  “el mejor vino”, el más y mejor calificado por el pope de turno, etc, etc, entra en la misma dinámica. Y en esa dinámica nos encontramos con referentes que, más o menos, nos hacen imposible valorar con criterios fiables un vino para ponerlo a competir con otro. ¿Y cómo compiten los vinos? Pues, sinceramente, no lo sé. Por ser más preciso, cada vez lo entiendo menos. Lo digo porque, como creo que ya se ha comentado, ahora los vinos no tienen señas de identidad, como tenían antes, para  poder determinar cuál es el mejor de esta o aquella denominación de origen.

 

Ahora es muuuy difícil para un simple aficionado a este producto, autodidacta y observador, que sólo busca el disfrute y la reflexión, compartida como ahora mismo está ocurriendo, valorar un vino con denominación Rioja, pongamos por caso, porque a unos cuantos les han adjudicado el esquema estructural de los de la Ribera del Duero. Sí, ya hay Rioja monovarietal, 100 por 100 Tempranillo. Igualmente el fenómeno se repite en otras denominaciones de origen, y en otras, y en algunas en las que jamás creí que renunciarían a su peculiar tipo de uva, la Monastrel. El trío Tempranillo, Garnacha tinta y Mazuelo aparece aún en muchos vinos, y en otras denominaciones de más reciente implantación fortaleciendo sus señas de identidad hasta que una nueva costumbre, moda o capricho interesado dicte las normas.

 

Puede que, como sugería no hace muchos días un tradicional bodeguero de la rioja alavesa, hagan falta más denominaciones de origen, como en Francia o en Italia, sin escandalizarse o insinuar que el mapa de la España vitivinícola se rompe. Nada más lejos. De esa manera, creo, deduzco, que es mi humilde aportación, esto evitaría que pongamos a competir a un vino con otro sin posibilidad de ello.

 

Soy autónomo, salgo poco por escasez de lo esencial, hablo con el flexo y con el monitor del ordenata y le doy vueltas y vueltas a la cabeza para tratar de encontrar una explicación razonable a los asuntos que me sorprenden o que modifican los criterios iniciales con los que se dieron a conocer. Puede que me falten ingredientes para elaborar una conclusión final, puede que no esté capacitado ni para hacerme preguntas, puede que esté más bobo de lo que creía…

 

Pero algo que creo que no debe de andar muy lejos  es una nueva estructura en el mundo del vino  ¿Se imaginan, es un poner, un vino de Amazon, de Movistar, Volkswagen, Samsung, Sony  o algo así?

 

Puede que estemos en  la senda comercial de ello.  Miles y miles de cajas de botellas de vino, un vino para inundar los mercados, para vender y nada más, sin convencer y lejos de los criterios de elaboración que se les suponía no hace demasiado tiempo. Y dinero. Pues eso.

 

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