Cultivos cosmopolitas

Huertos urbanos

Miércoles, 14 de Mayo de 2014

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La ecología llega a las ciudades más viva que nunca en forma de cultivos urbanos, sostenidos y sostenibles y con la vocación de comunidad y convivencia junto al respeto por el entorno. Andrea Carrasco

Del descampado al vergel municipal. Dentro de este precepto podría resumirse la esencia de los huertos urbanos, unas pequeñas parcelas dedicadas a la agricultura ecológica, donde vecinos, amigos y compañeros de trabajo cooperan codo con codo para recuperar unos espacios de ocio que tienen tanto de patio de recreo colectivo como de escuela de educación ambiental. Aunque su origen se basa en la subsistencia propia de la economía de guerra, a partir de los años 70 comenzó a incidirse en la oportunidad de ligar las actividades de jardinería comunitaria con la autogestión, el desarrollo local y la integración social en los diferentes distritos. La tendencia se extendió rápidamente y hoy decenas de ciudadanos tratan de recuperar unos solares que hasta hace poco solo constituían problemas para sus barrios, y en los que ahora se ejerce la convivencia cívica al ritmo del azadón. Un ejemplo de ello lo encontramos en la madrileña Huerta de Tetuán; allí Jorge Tabernero nos cuenta que este tipo de iniciativas no solo cambia el paisaje urbano, sino que acerca el campo a los niños y a aquellos mayores que lo añoran. Así esta tendencia agrícola, compartida entre distintas generaciones, se convierte en un instrumento de integración social, con el beneficio añadido de que las plantas hortícolas absorben el CO2 y aportan un gran respiro a las ciudades. Bajo la encomienda “Mejora del Paisaje Urbano”, su colectivo, integrado por arquitectos y profesionales del diseño y la educación, ha querido revitalizar el entorno aportando su lugar a la red de huertos de la capital y colaborando en otros proyectos. En La Huerta de Tetuán se siembran berzas, lechugas, rabanitos, ajos, centeno y hierbas aromáticas, todo ello destinado al consumo vecinal.

 

Algo parecido sucede en el también madrileño Huerto de la Quinta de Los Molinos, donde el cultivo biodinámico de acelgas, coles y patatas hace de sus productos alimentos saludables. En otros puntos de España destacan los huertos de Nueva Gijón, en Asturias o, en Santiago de Compostela, los huertos de Belvís, con su emblemática catedral como telón de fondo. Esta inclinación por lo rural, ahora presente en toda la geografía española y seguida muy de cerca por gente de cualquier edad, está alcanzando un punto de inflexión en el que surgen nuevos proyectos, al tiempo que se reafirman los existentes gracias a una mayor concienciación ambiental y al interés por los alimentos sanos producidos localmente, sin dejar a un lado el ocio y los vínculos sociales.

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