No siempre tiene la razón

María José Jurado: “prefiero no quitar la razón al cliente”

Martes, 22 de Marzo de 2016

La sumiller y responsable de sala del restaurante Piñera, con casi 20 años de experiencia a sus espaldas, tiene multitud de anécdotas sobre clientes que creen tener la razón acerca de los vinos que ordenan, pero están equivocados. Raquel Pardo

María José Jurado tiene muchas anécdotas a sus espaldas tras casi dos décadas al frente de las salas de restaurantes como Puerta 57, Mandi o Asgaya, en Madrid, y desde hace poco más de un año en Piñera, en la calle Rosario Pino, 12 de Madrid. Son muchos los clientes importantes con los que esta mujer, una de las profesionales de sala más respetadas de la capital, se ha enfrentado, y su colección de historias daría para escribir un libro.

 

Pero charlando con ella, recuerda “un almuerzo de señores importantes”, y recalca esto último, queriendo señalar la influencia social de esos clientes anónimos (una de las cualidades del personal de restaurante que más se aprecian es la discreción) donde había uno especialmente entendido en vino. O al menos, eso quería aparentar ante el resto de comensales, aunque a María José fue incapaz de engañarla. No obstante, antes de ordenar el vino, comenzó a hablar del elegido, cometiendo muchos errores en cuanto a elaboración, productor y demás, mientras la sumiller se mantenía en un discreto segundo plano e instando a elegir otro vino, mucho más adecuado para la comida en cuestión, a su juicio. Después del servicio quedó en evidencia que el comensal había hablado de más y metido la pata, aunque el asunto se saldó felizmente con un comentario en tono de broma de otro de los comensales, quien ya conocía a María José y sabía de su profesionalidad: “Hombre, deje usted a María José elegir el siguiente vino, que ella sabe de esto y si hubiera escogido ella el primero no nos habríamos equivocado…”.

 

“Ese día me di cuenta de lo habituales que son estos episodios”, comenta la profesional, “y de cuántas veces el cliente no tiene la razón” aunque ellos deban dársela, o saber reconducir inteligentemente la situación para evitar el sonrojo del “sabihondo” ante sus compañeros.

 

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